Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. 16/03/2020
Actualmente, la sociedad se enfrenta a una avalancha de información que llega por diferentes medios, a lo que se suman las políticas democratizadoras, lo que permite que además de los medios tradicionales se tenga mayor acceso a diversas plataformas para obtener información sobre temas de interés. Ante ello, la información a la que tienen acceso los ciudadanos tiene algunas aristas, como las siguientes: a) buscan información que es afín a su formación, es decir, para comprender ciertos temas se buscan plataformas entendibles desde su capital social del conocimiento; b) cualquier ciudadano del mundo tiene la libertad de opinar sobre cualquier tema, quienes, de la misma manera, lo hacen desde su propia perspectiva.
La situación se torna difícil cuando la población está educada para ser el centro de atención, para sentirse con el derecho de ser y estar informado, por lo que, ante la fluidez de los eventos globales busca información por cuenta propia cuando no le es proporcionada, cayendo en lo siguiente:
Nos convertimos en lectores de encabezados. Ante la cantidad de información que circula en las redes, un buen porcentaje de la población se detiene en le lectura de los encabezados de varias fuentes, sacando conclusiones que no están nutridas por el total de las notas revisadas, lo que resulta en más opiniones con poco fundamento.
Necesidad de reconocimiento. Ante eventualidades globales y ante la facilidad de emitir una opinión en las redes sociales, un buen porcentaje de la población se siente con la autoridad de emitir juicios sin fundamentos sólidos, lo que provoca desinformación, ya que de alguna manera, el lenguaje en que se maneja es más accesible y, por lo tanto, en los buscadores
aparecería como fuentes más frecuentadas, siguiendo la lógica de que si aparece como “principal” es porque es importante.
De acuerdo a estos puntos, la inmediatez en la que vive la sociedad actual se convierte en un peligro, ya que la urgencia de consumir información hace que se busque (o se encuentre) lo que fluye más rápido, quedando un tanto obsoleta la forma en que llegaba tradicionalmente a través de la radio y la televisión.
La lectura de encabezados y remitirnos a los primeros planos en cuestiones de producción de películas (como lo es Netflix, para la mejor apreciación desde cualquier dispositivo y en cualquier momento) nos advierte de los peligros de la inmediatez, lo que puede notarse en los contenidos streaming, puesto que se privilegia lo que se puede apreciar mejor, más rápido y en cualquier momento en detrimento de la importancia de tener panoramas amplios que nos permitan apreciar
mejor y tener opiniones mejor fundamentadas.
Reeducarnos en ese sentido es urgente, ya que los costos de la inmediatez pueden llevar a la histeria colectiva y dejar de ver panoramas amplios que nos permitan accionar de manera prudente ante situaciones que atañen al grueso de la sociedad, siendo muy importante aprender a discriminar información, ya que ante la inmediatez en la que estamos sumergidos privilegiamos lo urgente dejando de lado lo importante.