Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Insurgencia Magisterial. 10 de mayo de 2018
El dolor de un padre: Ayotzinapa
“Siendo las 10:36 de la mañana del 6 de noviembre de 2014, soy un padre de familia de un estudiante desaparecido de la Escuela Normal de Ayotzinapa”.
Prácticamente con esas palabras inició su participación en el auditorio de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” el padre de Carlos Hernández, estudiante del primer grado de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, quien recientemente cumplió 19 años de edad.
“Vengo con la autorización de los demás padres de familia para comentar con ustedes lo que ha sucedido desde la noche de 26 de septiembre y madrugada del 27 de septiembre, desafortunadamente hasta el día de hoy no sabemos nada en concreto de nuestros hijos”.
“Hoy les pido se solidaricen con la escuela de Ayotzinapa porque las escuelas normales son hermanas y forman una institución”.
Esas palabras han dejado una profunda huella en quienes tuvimos la oportunidad de escuchar de manera directa a “Don José” (nombre ficticio, ya que pide anonimato), quien nos demuestra que la única vía disponible para allanar el camino que lleve a nuestro país a reencontrarse con su esencia, es precisamente a través de la unión, teniendo claro cuál es el tipo de país que los mexicanos merecemos.
Como sabemos el normalismo ha sido atacado a ultranza, amenazan con desaparecerlo y solo con la unión de las escuelas normales, así como de todas las instituciones educativas, desde el nivel básico hasta el superior, es como podrá salir avante.
Don José hizo una larga y vehemente narración de todo lo sucedido desde esa noche aciaga.
“No es fácil estar con un micrófono frente a ustedes o a los medios de comunicación, porque sé que mañana quizá el gobierno venga por mí”.
Palabras que reflejan otra dura realidad en la que nos encontramos los mexicanos en este sistema descompuesto.
Tres puntos son lo que Don José pide queden bien claros y que son el reclamo de los padres de los 43 alumnos que a esta fecha (19 de noviembre de 2014) no han aparecido: 1) la presentación con vida de los 43 alumnos de Ayotzinapa, 2) que el gobierno federal, deje de vincularlos con el narcotráfico y, 3) que el gobierno federal deje de decir que nuestros hijos ya se encuentran en sus casas.
En los diversos puntos de la república en que Don José ha estado, luego de dejar todo: su trabajo, su familia, la escuela de su hijo, esos son los puntos que ha pedido a quienes lo escuchen, les queden claros, los demás seguramente son comentarios que algunos medios de comunicación, principalmente Televisa, Tv Azteca o Telemundo, se han encargado de difundir, con otros propósitos.
Don José nos describió puntualmente como viven los chicos en la escuela normal de Ayozinapa, sus carencias, su falta de recursos, no solo económicos, sino también materiales, didácticos y de alojamiento, principalmente.
¡No duermen en camas! Duermen sobre cartones. Pero son hijos de campesinos y de obreros que tienen mucha dignidad y orgullo, eso no los amilana en lo absoluto.
Pero también nos platicó de las ilusiones de estos chicos, quienes como parte de su formación académica se dedican a la siembre de diversos productos.
Queda la invitación de Don José para que quien quiera de nosotros vaya a conocer la escuela, en donde no hay lujos, no hay comedores, no hay nada digno que permita a sus estudiantes vivir con decoro.
“El presidente de la república firmó un papel, pero no se comprometió a nada”. ¿Cómo podemos vivir en paz los mexicanos que estamos sufriendo día a día, este estilo de gobernanza? Tenemos un sistema político que no responde a las necesidades de los mexicanos. Hay que abrir los ojos ante esa realidad, ya no es posible seguir de esta manera.
Prácticamente para concluir, Don José nos narró como fue que su hijo Carlos le comunicó su decisión de ser profesor: “padre, yo quiero ser estudiante, yo quiero ser profesor, no me importa si el día de mañana me mandan a trabajar a la montaña, porque allá hay gente que no sabe leer y yo los quiero ayudar”.
Y es así que aproximadamente siendo las 11:46 horas del 6 de noviembre, los ojos de don José se llenan de lágrimas y concluye su disertación.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Esas lágrimas de dolor que al final derramó don José, representan el dolor de un padre que no encuentra a su hijo, pero también representan a ese México herido que desde hace tiempo está sufriendo, ese México dolido, lacerado, oprimido, pero que como dijo ese padre de familia, debe de despertar.
¡Don José, como me hubiera gustado estrechar su mano y verlo a los ojos!
Nota: este texto salió a la luz pública en noviembre de 2014, tanto en este espacio como en medio impreso. Mi intención al volver a publicarla es hacer un llamado a la unidad normalista dados los lamentables acontecimientos por los que atraviesan las Escuelas Normales del México y en particular la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”. En cuanto a los 43 alumnos de Ayotzinapa desaparecidos por el Estado, seguimos esperando se haga justicia.
Fotografía: José Eduardo Celis Ochoa Cordero