Por: Tercera Información. 09/10/2018
En su vivencia política, João Pedro Stedile afirma que nunca vio una elección tan disputada. Para él, hay una lucha clara entre dos proyectos, que representan “la final” de la lucha de clases – y el arbitro es el pueblo. En esa disputa quedan olvidados tanto la discusión de los proyectos como las candidaturas sin posibilidades de ganar el partido. Para los movimientos populares, queda la tarea de pensar en nuevas formas de dialogar con el pueblo, apoyar proyectos populares e intentar evitar el ascenso del fascismo, representado por la candidatura de Jair Bolsonaro (PSL).
Stedile no cree en las preocupaciones de parte de la izquierda y pondera que incluso con altas intenciones de voto, la población brasileña no es ni de cerca mayoritariamente fascista. Pero reconoce que, con el actual grado de polarización, la posibilidad de un gobierno de conciliación de clases capitaneado por la izquierda es muy pequeña.
El programa Democracia en Red, producido por la Red Lula Libre y Radio Brasil de Fato, entrevistó a João Pedro Stedile, economista e integrante de la dirección nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). En la conversación, él analiza la coyuntura nacional de las elecciones y también los desafíos en el período postelectoral, señalando perspectivas en relación con el resultado de las elecciones en primera y segunda vuelta. A continuación.
Brasil de Fato: ¿Cómo miran estas elecciones los movimientos sociales?
João Pedro Stedile: Estamos viviendo un período histórico de la sociedad brasileña, que transformó las elecciones en una disputa de la lucha de clases, una disputa de proyecto, que, inclusive, en mi poca vivencia política, no recuerdo otra elección en la que los dos proyectos estuvieran tan claros. Incluso en las elecciones del 89, que fueron muy disputadas, fue otro show de democracia, la figura de Collor era vista como un cazador de rajás y él inclusive buscó distanciarse de la Globo y de los capitalistas.
Ahora, estas elecciones tienen un significado muy importante, porque llevan a la disputa electoral una lucha de clases que se acentuó en la sociedad brasileña a partir de la eclosión de la crisis económica que nos afecta a todos. La crisis económica comenzó en 2008, se agravó en 2013, y en 2014 emergió con fuerza. La burguesía, entonces, para salvarse de la crisis económica, cuyas causas, inclusive, vienen de fuera, dio el golpe político. Para aplicar un plan que significa, en realidad, protegerse y arrojar todo el peso de la crisis sobre la clase trabajadora.
Brasil está tal cual el Titanic, como dijo el comandante del Ejército, [General] Eduardo Villas Bôas. Cuando la crisis económica ocurre, o sea, cuando el barco comienza a hundirse, la primera clase corre a los botes y la segunda y tercera clases, que son la clase trabajadora, se van a ahogar. Y ellos pusieron además la orquesta del navío para distraer a la segunda y tercera clases. Ese papel de la orquesta, aquí en Brasil, es la Globo, con las novelas, con sus fakes, con toda la maquinaria mediática que ellos tienen, permanecen intentando dispersar y engañar a la clase trabajadora. Pero en ese proyecto en el que dieron el golpe para salvarse, ellos no consiguieron ni sacar a Brasil de la crisis económica, por el contrario, generaron una crisis social, por el aumento de la desigualdad; generaron una crisis ambiental, por la voracidad con que las empresas vienen a Brasil ahora a apropiarse del Pre-sal, de los minerales de hierro, del agua; y generaron una crisis política, porque el gobierno no representa a nadie. En la historia de nuestra república, nunca hubo un gobierno que tuviera apenas 3% de apoyo. Peor, esta crisis política, entonces, aparece ahora, esta semana, cuando ellos no consiguieron tener unidad suficiente para tener un solo candidato de la derecha, para ser portavoz de su proyecto.
¿Que sería Geraldo Alckmin en este caso?
Ellos intentaron, partidariamente, crear esa unidad en torno de Alckmin, con 10 partidos que se sumaron. Pero se olvidaron de ponerse de acuerdo con el pueblo. Porque, para que usted tenga unidad popular, necesita tener carisma popular, necesita tener representatividad popular. Y el pueblo le negó esa representatividad popular a los golpistas. Y lo único que emerge en el campo de la derecha, que es el desastre de ellos, fue [Jair] Bolsonaro. Bolsonaro es el fruto de lo que ellos sembraron durante los últimos cinco años: todos los días hablando en la Globo contra el PT, contra la izquierda, contra Venezuela, contra Lula, contra la igualdad social, contra las cuotas, contra los negros, contra los sin tierra. Bueno, si tu permaneces emitiendo un mensaje diario que lleva a la discriminación, a la misoginia, a las ideas fascistas, evidentemente que esas ideas van a aparecer ahora en torno de un candidato, que es Bolsonaro.
Entonces, ellos están en un lío muy grande, porque Bolsonaro, a decir verdad, tampoco es un legítimo representante de la burguesía, él es un fascista, él quiere resolver todo a golpes, con armas. Tanto es que él usa aquello de mostrar con los dedos el símbolo de un arma. Creo que la burguesía está con muchos problemas, ellos no consiguieron viabilizar a Alckmin y ahora no saben que hacer con Bolsonaro.
¿Usted cree que existe la posibilidad de la burguesía rechace o intente impedir incluso que Haddad se posesione, si fuera electo, y apoyar masivamente a Bolsonaro en una segunda vuelta?
Creo que no. Claro, todo esto son hipótesis, y ustedes pueden entrevistar a varios compañeros con opiniones diferentes, incluso en el campo de la izquierda. Pero mi lectura es que la burguesía no se va a arriesgar con Bolsonaro. Hasta porque la burguesía, como máquina económica, ya no tiene tanta fuerza. Eso se reveló con Alckmin. La burguesía con la máquina de [Red] Globo tampoco tiene ya tanta fuerza. Ustedes ven que la Globo intentó viabilizar a Alckmin de todas las formas. La prensa, en general burguesa, lo intentó. La última revista de esta semana de la Veja da palo a Bolsonaro, evidenciando sus pequeños grandes pecados familiares, mostrando que él también tuvo un enriquecimiento mal explicado. Pero incluso así, usted ve que los votos de Bolsonaro están consolidados. Entonces, creo que, en la segunda vuelta, los votos de la burguesía se van a dividir. Ella ya no tiene tanto poder para influenciar el voto de los trabajadores. De cierta forma, los trabajadores también están consolidados en su lectura de lo que está aconteciendo en Brasil.
Entonces, ¿hay una división en la burguesía?
Creo que la burguesía va dividida. No tiene más tanta fuerza para decidir las elecciones por el poder económico. Creo que la burguesía más inteligente, representada por sus intelectuales orgánicos, como Delfim Neto, como Fernando Henrique Cardoso, como el propio Tasso Jereissati, ya está dando señales. Aquí en Paraná mismo, los propios del PSDB paranaens ya dieron varias señales de que no apoyarán a Bolsonaro. Entonces, creo que esa es la medida más inteligente. Me preocupa más si, después de que Haddad gane, ellos intentan reconstruir un gobierno de conciliación, que, del punto de vista económico no tiene más espacio. Ganamos las elecciones de 2002 porque parte de la burguesía brasileña se alió a Lula. Y con ello fue posible una victoria, pero resultó de esa victoria un gobierno de conciliación de clases. Entonces el gobierno de Lula fue un gobierno bueno para todo mundo. Todas las clases se sentían representadas en el gobierno de Lula. Desde los banqueros, como [Henrique] Meirelles, que está ahí mostrando quien es, hasta los más pobres, que fueron beneficiados por el Bolsa Familia y por todas las políticas.
Creo que, en este cuadro de crisis económica, ya no hay espacio para un gobierno de conciliación de clases. O sea, porque cuando tu no tienes una crisis económica, hay excedentes económicos en la sociedad, es fácil hacer políticas públicas que atiendan a los pobres sin afectar las ganancias de los ricos. Ahora los ricos están en crisis. Los únicos que no están en crisis son los bancos y las empresas transnacionales.
¿Cómo debe ser entonces un eventual gobierno petista [del PT, Partido de los Trabajadores]?
Entonces, un gobierno de Haddad tendrá que, necesariamente, afectar a los bancos y afectar a las grandes corporaciones para poder volver a crear empleo y atender a los más pobres. Y la agenda económica es urgente, entonces el gobierno Haddad va a tener que, inmediatamente, tomar medidas en el campo tributario. Aunque del punto de vista legislativo solo sirva para el año que viene, pero el gobierno tiene mecanismos para controlar el lucro de esas empresas e incluso usar todo el dinero público para, en vez de pagar intereses, hacer inversiones fuertes en la reindustrialización del país.
El PT ha hablado de usar incluso las reservas internacionales…
Creo que eso no es necesario. Brasil es un país rico. Que queden allá los 200 billones como una especie de retaguardia, del punto de vista económico. Pero usted hace un programa de vivienda popular muy barato. Imagina, cada casa popular cuesta 50 mil reales (US$ 12.800), entonces, para hacer un millón de casas no se necesita mucho dinero. Y la misma cosa con la reforma agraria. Y la misma cosa la industria que genera empleo. Con un buen programa del BNDES, como, a propósito, hizo Lula en 2008, tu consigues recuperar. Inclusive una buena administración de la Petrobras. Coloca de nuevo allá a Gabrielli y haz que la Petrobras vuelva a producir todo en Brasil, cancela las licitaciones que ellos hicieron del Pre-sal, que eso fue contra la ley. Y entonces, con medidas de emergencia, podemos recuperar el empleo, los ingresos y el bienestar para la clase trabajadora. Pero ojo: ya no se puede mejorar la vida de la clase trabajadora sin meterse con las ganancias de los bancos y de las grandes empresas.
¿Cómo el PT puede garantizar esas reformas, principalmente en la coyuntura de la lucha de clases, que está muy crispada y también en una ascensión del fascismo que va señalando pautas contrarias a la clase trabajadora? ¿Cómo hacer eso? Tal vez, muchas de las críticas de los movimientos sociales a los gobiernos del PT fueron su alejamiento de las bases. ¿Tal vez no seria esa la salida para que el gobierno de Haddad consiga implementar esas reformas?
El gobierno de Haddad no puede ser visto como un gobierno PT, ni de izquierda. “Ah, ¿pero entonces vamos a pactar de nuevo?” No. El gobierno de Haddad solo se viabiliza si es un gobierno popular. Eso significa que el primer pacto tiene hacerse con el pueblo, con las masas y eso se hace de varias formas: con sectores organizados, como son las centrales sindicales, con los movimientos populares, con las iglesias, que tienen mucha capilaridad y hablan con el pueblo, con la juventud. Pero, sobre todo, nosotros tenemos que recuperar en Brasil métodos de participación popular en el gobierno, que puede ocurrir de muchas formas, con plebiscitos populares por ejemplo.
Entonces, el primer plebiscito que el gobierno tendría que hacer es para revocar las medidas contra el pueblo, que el gobierno golpista de [Michel] Temer tomó, sea la reforma laboral, sea la PEC 55 [enmienda constitucional que congela el gasto público en educación y salud por 20 años], sean otras medidas perversas que él tomó. Bueno, el plebiscito es una forma, el referendo es otra forma, y hay otras formas de estimular el debate con la sociedad, incluso en la calle.
¿Cuáles serían las principales tareas de los movimientos sociales para responder a un gobierno de ultra derecha, representado por Jair Bolsonaro?
Honestamente, creo que las ideas fascistas y Bolsonaro no tienen la mayoría de la sociedad. Usted mismo puede investigar en su ambiente. Si hubiera una mayoría de fascistas, ellos ya estaban en la calle masacrándonos. Entonces, no puede haber una mayoría de fascistas en la universidad, no puede haber mayoría de fascistas en las iglesias, no puede haber mayoría de fascistas entre los comerciantes y nadie quiere la violencia como solución. Puede hacer cualquier investigación ahí, no hay ningún sector social quiera la violencia. Incluso entre los policías militares, cuya tarea es la represión, pero dentro de la ley, incluso los tenientes coroneles, he visto que en los últimos días aparecieron varios artículos de coroneles de la Policía Militar de Sergipe, de Ceará, de São Paulo alertando que no será distribuyendo armas a la población o si la policía es más truculenta que se va a resolver el problema de la violencia. Al contrario, las armas matan. O sea, van a crear más violencia.
El caso de Rio de Janeiro es aún más didáctico, porque ellos aumentaron la represión, pusieron al Ejército en las calles y el índice de criminalidad aumentó. Entonces, no se resolvió ningún problema de Rio de Janeiro, al contrario, se agravó. No creo en la viabilidad de un gobierno Bolsonaro, creo que sería una crisis permanente que llevaría, ciertamente, en pocos meses, al impeachment. Porque a la misma derecha, como dije, no le interesa el caos en Brasil y un conflicto permanente. Porque el caos y el conflicto eliminan la legitimidad y la tranquilidad que el capital necesita para producir, para tener ganancias, para exportar. Entonces, usted imagina una huelga general, que sea contra el gobierno Bolsonaro, va a afectar a los capitalistas.
Creo que, ya que tu preguntaste como hipótesis, creo que el ejemplo de Argentina es un buen ejemplo para nosotros de los movimientos populares. Y mira que la situación de Argentina era peor, porque el gobierno de derecha ganó las elecciones. La burguesía argentina recibió el pase libre del pueblo, al menos de su mayoría, fue elegido democráticamente. Pero el pueblo no salió de la calle, continuó movilizándose, haciendo manifestaciones y ahora en la huelga general fue enorme la adhesión de toda la población, hasta los aviones pararon en el aeropuerto de Ezeiza. Y el gobierno de Macri, prácticamente, se fue a las calendas griegas. Entonces, nosotros no tenemos otra salida. Por eso es por lo que va a ser un período histórico muy activo, nosotros vamos a movilizarnos con Haddad para crear un programa de gobierno y medidas de gobierno que resuelvan los problemas del pueblo. Y si, Dios nos libre, gana Bolsonaro, tenemos que continuar en las calles para impedir retrocesos aún mayores.
Hablando más de la agenda del MST con relación a la reforma agraria y también de la agricultura familiar, ¿cómo analiza las agendas de los candidatos con relación a ese tema?
La reforma agraria está parada en los últimos cuatro años. Ya en los últimos dos años de Dilma estaba parada por la crisis económica. Y la reforma agraria solo se viabiliza, para resolver el problema de los campesinos sin tierra, si estuviera en el seno de un nuevo proyecto de país. De ahí porque nuestra insistencia con los militantes del MST: en este período histórico, el papel de los militantes del MST es hacer campaña, es elegir a Haddad, es elegir gobernadores progresistas, diputados progresistas, porque la reforma agraria no depende de un partido o de un plan. La reforma agraria va a depender de otro proyecto para el país, que en estas circunstancias solo se va a viabilizar con la victoria de Lula-Haddad.
Ahora, en el contexto general de la disputa electoral, fue lo que yo dije al comienzo, nunca en la historia republicana tuvimos una elección tan claramente de lucha de clases entre el proyecto de los capitalistas y el proyecto de la clase trabajadora. Y el pueblo lo interpretó así, aunque sin conciencia: “¿en el otro lado, quien está? Bolsonaro. Alckmin no me interesa”. Y del lado de acá, Haddad. Entonces, note las circunstancias: quien intentó hacer un discurso de centro, para agradar a todo el mundo, se arruinó electoralmente. Entonces, sabemos de los compromisos de Ciro con el pueblo. Marina, menos. Pero ellos no consiguieron viabilizarse como candidaturas de centro. Y allá en la izquierda la misma cosa, todo mundo sabe del compromiso de [Guilherme] Boulos, de la compañera que es candidata por el PSTU, que son personas de izquierda. Pero el pueblo ni quiso conocerlos. Mire la tragedia electoral, el PSOL, que es un partido de izquierda, cayó de un nivel histórico de 8%, 10% que tuvo con Heloísa Helena, con Luciana Genro y ahora no va a hacer ni 1%.
¿El PSOL apostaba mucho en una reorganización de la izquierda también, no?
Pues si, pero tu ves que, no es juicio ni del PSOL, ni de Boulos. En realidad, el pueblo está juzgando la lucha de clases. Es como si fuera así: ¿quien llegó a la final de esta lucha de clases? Llegaron Bolsonaro y Haddad. Entonces, todos los otros equipos no me interesan. El pueblo repite la metáfora del fútbol en la lucha electoral también.
Es por eso también que no está se discutiendo programa. El pueblo no está ni ahí para lo que hay en el programa. En fin, Bolsonaro ni programa tiene. Y Haddad tiene un buen programa, pero usted ve que nadie le pregunta sobre eso. No es eso lo que está en disputa. Lo que está en disputa es la lucha de clases, son los golpistas, los capitalistas que van a continuar mandando en este país o si la clase trabajadora va a recuperar fuerzas políticas para sacar al país de la crisis sin pagar el pato?
Quería que usted dejara un mensaje para estos últimos momentos de la disputa electoral. Una elección que comenzó mucho tiempo antes, esta elección prácticamente comenzó con el golpe a la presidenta Dilma y, a partir de ese golpe, la sociedad quedó claramente polarizada y prácticamente comenzaron las elecciones allí, ¿no?
Es verdad, pero más que las elecciones, se tensó la disputa entre los dos proyectos. Y nosotros tenemos que arremangarnos esta semana justamente para explicarle eso al pueblo. La manifestación que las mujeres hicieron el sábado fue una bella clase de política, didáctica, mostrándole al pueblo. El #EleNão [#ElNo] no es solo Bolsonaro. Es él, el proyecto de la burguesía. Y nosotros tenemos que reafirmar nuestro proyecto. Entonces, cuando pedimos el voto por Haddad no es simplemente proselitismo electoral.
Haddad ahora encarna a Lula y encarna el proyecto de la clase trabajadora. Tenemos que arremangarnos esa semana para explicarle al pueblo eso, que él debe decidir entre dos proyectos: los golpistas del capital o los trabajadores intentando la redención de un programa de gobierno que va a lanzar el peso de la crisis sobre la burguesía, no sobre los trabajadores, y va a recuperar un Estado democrático para que tengamos políticas a favor del pueblo. Y después de la primera vuelta, ya que ciertamente no va a se decidir en la primera vuelta, nosotros entonces, en ese mes, tenemos que volver a intensificar aún más un trabajo de concientización y recomendamos a nuestra militancia usar formas creativas de hacer campaña política, usar música, bandas, paneles. Usted vio que, en esta campaña, prácticamente no hubo mitines, y quien va a los mitines son los militantes. Entonces, la militancia tiene que ser más creativa en la forma de defender sus ideas ante la población en general.
Y después del 28 de octubre, nuestra militancia va a tener que volver a hacer trabajo de base, reuniones en los barrios, asambleas populares en el Congreso del Pueblo, para discutir los cambios que el gobierno de Haddad tendrá que hacer a partir del primer día.
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Fotografía: Tercera Información