Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. 01/08/2018
Desde los primeros días postelectorales, los y las integrantes del futuro gabinete han desatado una energía desbordada en declaraciones, iniciativas, programas y acciones por venir. Nunca habíamos visto algo así. Un gobierno que todavía no entra en funciones, pero con un caudal político considerable, plantea con mucha antelación los ejes de su programa, los da a conocer, los pone a discusión y empieza a cambiar las percepciones, los marcos de referencia, las prioridades, jerarquías y modos de hacer política.
Concediendo bastante, pues apenas va un mes, empiezan a percibirse algunos destellos de lo que podría denominarse una nueva mentalidad de gobierno, otros modos de la organización gubernamental, de problematizar, otros conceptos y jerarquías de la acción por venir. Lo repetimos: concedemos bastante, en algo que podría confundirse más como un deseo que como una realidad. Pero es en provecho del argumento.
Desde luego, algunos equipos son más movidos que otros. El de gobernación, por ejemplo, con Olga Sánchez Cordero y la tía Tatiana Clouthier, lleva la delantera. Sus entrevistas y atrevimientos ocupan las páginas de los periódicos, los memes y videos ganan miles de likes. Y lo hacen no solo por su presencia en programas televisivos y entrevistas banqueteras, sino porque han perfilado otros modos de enfrentar problemas, de ponderar la agenda, lanzar propuestas y reflexiones.
Mencionaremos únicamente dos que ilustran lo que decimos. La primera es el asunto de las drogas, en el que se propone una perspectiva NO prohibicionista, al mismo tiempo que económica, financiera y jurídica, con una ley de amnistía. Este es un cambio conceptual, radical, frente a la política seguida los últimos 12 años. La segunda es la despenalización del aborto en todo el país, promovida desde el gobierno de la república. Un cambio en las reglas de juego, sobre todo cuando en muchos estados se enfrentan las restricciones a la libertad de las mujeres desde los mismos gobiernos de los estados.
Repetimos: apenas son indicios de un cambio en las mentalidades de gobierno, en un par de iniciativas, en un área de gobierno, nada más; promisorias, es cierto, pero nada más.
El problema es que en otros casos las declaraciones no cambian nada; por ejemplo a los responsables de Hacienda les falta tacto y timing, como cuando el futuro secretario Urzúa dijo que no habría aumentos reales en los precios de las gasolinas, solo nominales, es decir, ajustados a la inflación, lo que se percibe inmediatamente como una repetición de la retórica engañabobos del gobierno de EPN. También en sus silencios, como cuando habla de la impunidad sin referirse a los empresarios que eluden y/o evaden impuestos. Una retórica muy pobre, parece que no cambia nada, que no propone algo distinto, ni siquiera enuncia de otro modo los problemas y las soluciones: seguiremos igual, parece decir.
En el caso de educación, la cosa es más complicada. Esteban Moctezuma Barragán ha desplegado una gran actividad comunicativa. Ha aparecido en todos los foros televisivos, desde Televisa hasta el Financiero; ha respondido preguntas; ha explicado, discutido y lanzado varias ideas de lo que debería de ser una nueva narrativa, un nuevo modo de analizar y atender los problemas, sobre todo los más urgentes, como la reforma educativa del Pacto por México.
Por desgracia no es así. Esteban se confunde, no tiene claras las ideas, mezcla cosas distintas, no alcanza a ver sus propias contradicciones, no establece jerarquías, no tiene conceptos que puedan recuperarse y digerirse fácilmente, repite argumentos de su pasado como funcionario de la SEP salinista, entre tantas otras cosas.
Su comunicación a veces es verborreica, otras limitada o francamente deficiente. Disculparán tantos adjetivos, es sólo por economía de lenguaje. Vamos a mostrar con detalles por qué lo decimos y qué causa todo eso.
La primera cuestión que debe responder con toda claridad es cómo y cuándo se va a cumplir el compromiso de AMLO de cancelar la reforma educativa. Repetimos: cancelar. Ese fue el compromiso. No modificar, no parchar, no remendar, no desbloquear: Cancelar.
¿Qué dice Esteban? Algo que se encuentra en los compromisos firmados con las Redes Sociales Progresistas (RSP), el bastión gordillista en el amplio arco de las alianzas construidas en la campaña electoral: modificar la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD). No está claro si se abrogará para crear una nueva o sólo se modificarán algunos artículos. No está claro todavía.
Esteban ha sido enfático en su crítica a las campañas demonizadoras del magisterio nacional. Lo ha dicho hasta en los programas que más colaboraron con eso, como el de Loret de Mola. Eso es consistente con lo que venía escribiendo desde años anteriores. La novedad, en este punto, es la incorporación de la CNTE a los actores sociales con los que habría que negociar. Algo impensable para el Esteban de 2015.
Entre los elementos de la narrativa gubernamental en formación, además de la relegitimación del magisterio, está el descontento con la evaluación de permanencia a la que consideran punitiva; el abandono de los programas de capacitación; la critica a los dispendios gubernamentales en publicidad; así como las iniciativas de conectividad digital en todas las escuelas, empezando por las marginadas, para cambiar la dirección de la implementación, de abajo-arriba; la incorporación de los dreamers en la enseñanza de inglés; y, sobre todo, en tres cuestiones que podrían abonar al cambio en la reforma educativa: desvincular la evaluación y la permanencia; focalizar la evaluación en el aprendizaje de los niños; y utilizar la evaluación como retroalimentación formativa.
En un esfuerzo colaborativo, para valorar las posibilidades de la nueva narrativa gubernamental sobre la reforma, vamos a ensamblar sus enunciados:
- Reconocer las resistencias magisteriales, sobre todo a la evaluación punitiva.
- Criticar las campañas de linchamiento mediático a los maestros y maestras.
- Cambiar el objetivo punitivo de la evaluación por otro formativo.
- Modificar las fases y contenidos de la evaluación de desempeño, incorporando cuestiones contextuales y los resultados de aprendizaje de los niños.
- Destinar recursos a los programas de capacitación.
El procedimiento, como se dijo ya, consistiría en reformar o crear una nueva LGSPD.
Muy bien, ahora valoremos sus posibilidades, límites y contradicciones.
- La comprensión de la reforma educativa y de las resistencias es muy pobre. Esteban cree, como algunos críticos, que la reforma es un asunto laboral y administrativo; ese es un error garrafal. No solo de comprensión, sino de política y de apreciación de los movimientos magisteriales. Los y las maestras se resisten al cambio del estatuto laboral del magisterio, no solo de la evaluación de permanencia; también han puesto en la picota la de ingreso; la apertura de las plazas a profesionistas sin formación docente; han cuestionado los perfiles, parámetros e indicadores; han denunciado las acciones de privatización; las corruptelas de las Escuelas al CIEN; la centralización de nómina y los esquemas de distribución presupuestal; también cuestionan el Nuevo Modelo Educativo, entre otras cosas. Aunque la crítica se ha focalizado en la llamada reforma laboral, lo cierto es que maestras y madres de familia también han cuestionado las repercusiones de la autonomía de gestión, los nuevos calendarios, los nuevos horarios y programas de intensificación laboral, la precarización y los bajos salarios, además de todos los problemas de implementación, como problemas de pagos, plazas inexistentes, etc. En resumidas cuentas: la reforma educativa es mucho más que la evaluación de permanencia; las maestras lo saben, lo viven y lo sufren diariamente, pero en el relato de Esteban, todo esto no aparece. El riesgo es que se invisibilice para que todo siga igual.
- Hay un problema grave en la estrategia definida por Esteban y las RSP. Desvincular la evaluación con la permanencia no se puede lograr con modificaciones a la LGSPD, ¡porque está en la Constitución! No decirlo hace inviable la propuesta o la hace muy inestable, sujeta a muchos amparos y denuncias. Si se quiere desvincular la evaluación y la permanencia, ¡tiene que modificarse la Constitución! Así de claro.
- Quizá la mayor dificultad del discurso de Esteban sea la incorporación de los resultados de aprendizaje a la evaluación docente. Repetimos, si se quiere desligar la evaluación de la estabilidad laboral, necesariamente tiene que modificarse la Constitución para que sea serio; si se quiere utilizar para corregir errores, para advertir dificultades, entonces se tiene que reconocer la multiplicidad de factores que intervienen en el aprendizaje, de otro modo se regresa al argumento de la responsabilidad casi única del maestro; y peor, a una concepción muy limitada del aprendizaje y de la docencia, considerada como resolución de pruebas estandarizadas. Por eso hay que cambiar la definición de calidad como máximo logro de aprendizaje, de otro modo seguiremos atrapados en la ecuación calidad-evaluación.
- Hay algunas cuestiones conceptuales importantes. Esteban sigue confundiendo educación con escolarización y aprendizaje con conocimientos; por cuestiones de espacio y también porque ameritan un análisis puntual, las dejaremos de lado, por ahora.
Seguiremos con esto, porque la reforma educativa es un asunto muy importante como para dejárselo a los políticos; sobre todo a los de la IV Transformación Nacional, muchos de ellos demasiado cercanos al cártel de la reforma educativa.
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