Por: Redacción Mercosur. Argentina. 29/01/2020
La palabra es un arma cargada y peligrosa, no hay duda de ello. Si un poeta toma la decisión de vengar lo silenciado por la historia oscura está concretando un acto sublime y heroico. A eso, y mucho más, remite en su última obra literaria el escritor argentino Lucio Albirosa.
Redacción Sudamérica
Argentina. Mezcla de oficios y cruces sin entierro estampan letras póstumas cayendo desde el tintero, caen como cayó aquél sujeto interminable bajo las balas el gatillo fácil y ya nada puede ser peor. El periodismo sin obediencia más que a la verdad y a la libertad total de expresión, alguna información criminalística obtenida por detrás del expediente oficial o secreto de sumario; más el coraje de escribir denunciando, y esa virtud sutil de explayarlo todo en párrafos y páginas llamando la atención hasta de desprevenidos mundanos: hacen de “La venganza del olvido” un título profundo y de abultado peso para la nueva generación de autores latinoamericanos.
Desde la sentencia absurda que llevó a George Junius Stynney Jr. (14) a morir en la silla eléctrica, en 1944, hasta el calcinamiento de Antonia Parda, acusada de brujería en Santiago del Estero, Arg. (1725); desde el asesinato de Chico Mendes en Brasil a las trece balas ingresando al cuerpo poético de Íbero Gutierrez, Uruguay, 1972; Albirosa denuncia en prosa aquello que la justicia del hombre nunca pudo sentenciar. El poeta viaja por rutas de sangre derramada sin lógica razón y delata, en cierto modo, crímenes desconocidos por todos, o no, cuyos autores materiales jamás fueron identificados. El poeta transita desde su sitio mendocino hasta el norte del continente describiendo razones e instancias para el ojo lector.
Sin margen ni medida narra acontecimientos de distinta índole, cuyos desenlaces terminaron con vida de inocentes rumbo a la tumba cruel del abandono judicial. Así; Melitona Enrique, Claudio Lepratti, Maximiliano Kosteki, Darío Santillán, Carlos Fuentealba, Guadalupe Codes, Miriam Azzolina, Rodolfo Walsh, Ezequiel Lamas, Ezequiel Torres, Marielle Franco, René Favaloro, Rafa Nahuel, Facundo Ferreira y tantos nombre infinitos, integran el índice lamentable y nunca resignado de “La venganza del olvido”. Albirosa conjuga congoja y toda con la belleza del poema, desde esa mezcla irrevocable de sutileza nacen verdades nunca mostradas al desnudo sangrío con el que se aprecian ahora, en el décimo tercer título de un autor que fue sumando acciones a todas sus batallas iniciadas en el papel más herido de cualquier sitio infortunio.
Intencionalmente, trepado al filo de todo riesgo, sin importar el consecuente de sus denuncias, el escritor profundiza, hoy más que nunca, la continuidad impoluta de compromiso ya expuesto antes en “El grito de las injusticias”, “¿Poemas informales?”, “El fuego de Juan Desdicha”, “El canto de las injusticias” y la relevante “Denuncia en llamas y otras manifestaciones” (Huentota Edic. 2017), que obtuviese una amplia crítica a nivel internacional.
La prosa de Lucio es bella aún sobre abiertas llagas de vida por donde se cuela la sal. Un ejemplo íntegro de maestría puede verse aquí: “Le permitieron vivir solo 22 años. Escribió nueve cuadernos de poesía, seis plaquettes, un cuaderno de reflexión literaria y filosófica, un diario de viaje por Cuba y Francia. Mientras permaneció detenido en el penal de Punta Carretas supo burlar las requisas rutinarias guardando su Diario Carcelario hoy impreso. Su participación activa en el Movimiento de Independientes 26 de Marzo le valió la persecución del Comando Caza Tupamaros hasta el día en que tres armas de calibre 18 apuntaron certeramente contra su humanidad./ Un balazo por ser joven y luz/ Otro balazo por sus convicciones/ Otro balazo por su rebeldía coherente/ Otro por no callar ni ser sumiso/ Otro a su libertad de pensamiento/ Otro a sus cuadernos nunca entregados/ Otro balazo al compromiso con su pueblo/ Otro balazo por comprender la vida/ Otro balazo por ser candombe ante los abusos/ Otra bala cobarde lo cruzó de antojo/ porque la tiranía es un poco inmoralidad,/ un poco asesina, algo inmune e incomprensible/ Otra entró matando razones ardiendo muy dentro/ por significar peligro para los necios con poder/ los que a fusil secuestran la democracia/ los innombrables, esos./ La penúltima fue por ensañamiento,/ para asegurar su muerte y decretar un cumplido/ una orden del jefe más cruel, del opresor sin cara/de asesinos obedientes por ignorancia,/mudos de amor propio, sordos sin sustento./Ibero Gutiérrez recibió el decimotercer balazo, el último. De este nadie dijo nada, ni siquiera Mario Benedetti ni los investigadores oscuros ni los forenses que lavaron su cuerpo irreconocible. Los asesinos habían disparado a su nombre y apellido. Jamás supieron que era poeta./ Nunca sabrán los tiranos que la poesía es inmortal.”
Después de esta muestra, solo la existencia y el pueblo sabrán juzgar o exonerar a Lucio Albirosa por el tanto coraje versificado, por decir aquello que ni la misma verdad se animó antes a mostrar.