Por: Jorge Ivan Peña Rodríguez. Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública por la UNAM. 24/10/2018
Todos los gobiernos, o al menos los que aspiran a trascender, sustentan su modelo de nación en su modelo educativo. Por razones lógicas, son los habitantes de un territorio los que forman ciudadanía, los que convergen con las realidades sociales emanadas de las decisiones u omisiones de los tomadores de decisiones, porque son los ciudadanos, en su naturaleza social, los que hacen política. En este mismo sentido, de acuerdo con el catedrático en Política de la Educación, Manuel de Puelles Benítez, el papel de los sistemas educativos en el campo de la política abarca diversos ángulos; es utilizada como un medio de socialización para la propia vida política, además es un factor de cohesión social para los diferentes grupos sociales, participa en el reclutamiento de las élites políticas y forma parte de la discusión electoral.
El 1 de julio, México volcó a las urnas y se sumó, en su mayoría, a un anunciado proyecto alternativo de nación, tal vez por desesperación o por esperanza, pero así fue. De acuerdo con la casa encuestadora Defoe, la población mexicana, en todos sus segmentos, le dio el triunfo electoral al partido político surgido de los ideales e intereses de Andrés Manuel López Obrador; cabe resaltar que este triunfo fue para la inmensa mayoría de los cargos que estaban en contienda.
Pese a que en la Plataforma Electoral y Programa de Gobierno, presentada por morena ante el Instituto Nacional Electoral, se considera a la educación como –una prioridad-, durante la campaña electoral del ahora presidente electo el tema educativo estuvo presente de forma muy simple. El tema se limitó al discurso de la cancelación de la reforma educativa y a la incorporación de los jóvenes a estudios universitarios. No se dijo nada más y quizá hasta entonces no era necesario. Pero ahora los tiempos han cambiado; López Obrador ya no está en campaña y es requerido que nos informe cuál será la metodología para diseñar y ejecutar el modelo educativo que dará sustento a la tan anunciada cuarta transformación de México.
Si la respuesta a lo planteado en las líneas finales del párrafo anterior son los llamados “Foros de consulta” del programa denominado “Educación para el bienestar”, el futuro de la educación parece incierto. Porque hasta ahora los Foros solo han servido para legitimar a un antes nombrado Secretario de Educación Pública, quien ha sido ligado a los interesados mercantiles de aquellos que han mantenido una mano en el bolsillo de los padres de familia y otra en la del Estado.
En los foros hasta ahora realizados, han prevalecido las “ponencias” de los grupos oficialistas del SNTE (sí, de ese SNTE que ha apoyado la privatización silenciosa de la educación pública) y de los autodenominados “Maestros por México” (sí, de esos profesores que esperaban con benevolencia el regreso de Elba Esther Gordillo) dejando de lado lo que verdaderamente debería de importar; ¿Cuál es la educación que México requiere?
Considero que la respuesta se sustenta en lo básico; democracia. En esa misma palabra que el nuevo gobierno tanto emula, por lo que es menester dejar claro que la democracia es más que presentarse a las urnas cada que hay elecciones. La democracia implica una construcción libre del pensamiento que permite al ciudadano elegir en cada etapa de su vida lo que mejor convenga a él y al colectivo. La democracia implica capacidad de cuestionar y de juzgar lo que no está en apego al bienestar común. La democracia implica saber leer y escribir lo que se siente y no solo lo que se nos dice que tenemos que decidir; para que esa democracia exista tienen que existir espacios de construcción del conocimiento que se apeguen al valor de la cooperación y no de la competencia, espacios de discusión y no de discursos unilaterales, espacios de pensamiento y no de adoctrinamiento. Estos espacios tendrían que ser las escuelas.
Escuelas en las cuales el profesorado se sienta respaldado, no por un corporativo sindical, sino por la confianza del valor social que se les tiene que regresar a los profesores. Escuelas en donde el alumno coma de forma gratuita. Escuelas en donde los padres no tengan que comprar las mesasbanco, las pizarras o los libros de texto. Escuelas en las cuales el estudiante se sienta protegido y no excluido.
La educación que México requiere tendrá que estar apegada a la necesidad de sacar a casi 5 millones de hombres y mujeres que hoy no pueden ni siquiera escribir su nombre en un papel. Asimismo, tiene que estar consciente que en nuestro país se requiere una estructura pedagógica pluricultural que atienda a un millón de niños que solo hablan su lengua original. Y para finalizar (por ahora), es urgente una propuesta para impedir que en nuestro país cada minuto 2 niños o jóvenes abandonen sus estudios, porque ello, más allá del déficit económico que genera la deserción escolar, significa un desajuste en el ideal de desarrollo social que nos han prometido.
En fin, es indispensable que la cuarta transformación de México pase por las aulas, pero no con los mismos de siempre (si saben a qué me refiero).
Fotografía: eldictamen