Por: RAFAEL FRAGUAS. 10/06/2023
La derecha de la izquierda está adoptando una posición muy curiosa. Antes de esperar el resultado de las urnas el 23-J, se pliega ya a una victoria del PP basada, simplemente, en el disgusto personal con el que perciben la desenvoltura política de Pedro Sánchez. Corcuera, Ibarra, Borbolla, Redondo junior, Guerra y, en un segundo plano, el propio Felipe González, parecen querer desear y decirnos que es mucho mejor un Gobierno Feijoó-Ayuso que un Gobierno de Pedro Sánchez Castejón y Yolanda Díaz. Si hay alguien a mano, en la izquierda social de este país -entre los asalariados-, que apueste por la catadura moral y política del Partido Popular y de todo lo que hizo, lo que impidió y lo que no ha hecho desde la pandemia hasta ayer mismo, que lo diga. Si hay alguien, en el mundo del trabajo, que desee hacerse y que nos hagamos todos el harakiri llevando a La Moncloa a quienes han anunciado dinamitar una por una todas las medidas sociales de progreso adoptadas por el primer Gobierno de coalición de la democracia, que dé un paso al frente. Será gratificante ver el rostro de la imbecilidad voluntaria.
Vamos a ver. Señores de la derecha de la izquierda, ya en trance de devenir en derecha plena: ¿por qué tratan de patrimonializar para Ustedes el futuro de España y mostrarse incapaces de admitir que su tiempo pasó? ¿Tan ufanos están con lo que creen que hicieron que piensan que fue insuperable? ¿No se dan cuenta de que muchas de las dificultades con las que ha tenido que tratar y abordar este Gobierno son el fruto de la escasa perspicacia -y también, en ocasiones, de la falta de audacia y valentía- que Ustedes mostraron a la hora de encarar asuntos de tanta envergadura y alcance como: la trampa, de ida y vuelta, de la integración española en la OTAN, o las políticas, agresivas o regresivas, contra la clase obrera que les llevaron a encarar dos huelgas generales; o, sin ir más lejos, la genuflexión permanente mostrada ante la jerarquía más reaccionaria del obispado en asuntos educativos, por citar solo algunos ejemplos?
No todo lo que Ustedes hicieron estuvo mal, bueno y justo es decirlo. Pero el pragmatismo que entonces mostraron entendemos que fue fruto de las relaciones de fuerza en las que se hallaban inmersos. Suponemos que hicieron lo que pudieron, lo que las circunstancias les permitieron realizar. Entonces, ¿por qué no son capaces de entender que quienes les han sucedido han topado con enemigos bastante más poderosos, corruptos –y arrogantes- que los que se opusieron a sus propias políticas? ¿Por qué se niegan a admitir que las coyunturas internacionales de hoy –guerra, crisis sistémica, inflación rampante- han sido mucho más adversas que las que Ustedes encararon? ¿Por qué creen que su “socialismo liberal” (¡qué palabro!), que de socialismo tiene más bien poco, es mejor que el socialismo que recupera su vocación de izquierda al servicio a la mayoría social y mantiene la vara alta contra los especuladores de toda laya que buscan arrodillar al Estado conforme a sus intereses privados y privatizadores de todo lo que es patrimonio de la sociedad?
No se rindan antes de dar la batalla en las urnas. Muestren un poco de generosidad. Dejen pues el paso libre a los que llegaron al Gobierno sorteando mil dificultades y zozobras que si Ustedes las hubieran allanado responsable y convenientemente en su día -con el caudal de votos del que dispusieron- no habrían alcanzado la peligrosidad que hoy muestran.
Además, es preciso que tengan en cuenta una cuestión de gran interés: aunque muchos de Ustedes, pese a sus responsabilidades políticas, no lo sepan o lo hayan olvidado, lo estatal, lo estratégico, es un plano distinto y superior de lo gubernamental, lo táctico. Este vector gubernamental ha de subsumirse armoniosamente al estatal. Bien. Pues la trayectoria política seguida por este Gobierno casa y ha casado bien con los intereses trascendentes del Estado español: primero, ha conseguido sortear la crisis existencial en la que la pandemia sumió a nuestro país; ha logrado, mediante una inteligente política de alianzas, neutralizar las cinéticas secesionistas y atraer al redil institucional democrático a quienes, un día, afortunadamente ya lejano, execraron el sistema; ha obtenido la acreditación social del carácter arbitral que se atribuye el Estado; y lo ha hecho al compensar con medidas económicas y sociales igualitarias y de interés mayoritario, frente a la anterior feudalización del Estado a manos del ultra-capitalismo financiero; ese capitalismo de casino, tan querido por el PP, que no crea empleo, que vive fomentando la desigualdad y que es, en sí mismo, la crisis permanente en pos de maximizar la tasa de ganancia de sus negocios privados que la derecha le facilitaba con concesiones, contratas y exacciones fiscales sin cuento. Asimismo, este Gobierno de coalición, tan denostado por Ustedes, señores de la derecha de la izquierda, ha logrado un trato excepcional a España en Europa, un prestigio de credibilidad en el concierto internacional. Ergo, la continuidad del Gobierno de coalición de la izquierda forma parte del interés estatal de España. Sobre todo y además, porque fuera no hay más que desierto: ¿conoce alguien alguna medida sensata de la derecha para regir la nave del Estado? ¿Hay alguna idea en las cabezas pensantes de las que se supone que dispone? Claro que, para tenerlos contentos, habrá que dar cuerda y carrete a esos supuestos popes mediáticos y mucho posmodernista irritado –todos sabemos quiénes son- que actúan de jeremías permanentes; son los mismos que, desprovistos de imaginación, solo saben refinar su léxico para encontrar el insulto más tóxico que quepa en sus cabezas, eso sí, tras adular de la forma más indigna a la derecha de la izquierda -atención señores del socialismo liberal-, a la que en su día descabalgaron sin piedad del Gobierno de la nación y cuyo cogote recibe ahora su fétido aliento.
Señores de la derecha de la izquierda: sean leales a sí mismos, por favor. Respétense. Dejen que confirmemos las cosas buenas que hicieron, que no fueron pocas, y que reconozcamos sus esfuerzos, que lo fueron; pero les rogamos que abandonen la arrogancia de pensar que fueron insuperables. Todo es perfectible. El futuro de España así lo exige. Dejen hacer a quienes demuestran audacia o quieren demostrar que saben hacer. Y, sobre todo, absténganse de chapotear en un mar lleno de los tiburones que a ustedes les devoraron sin piedad y entre los cuales, a miles de ciudadanos nos gustaría que ustedes no figuraran nunca.
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Fotografía: mundo obrero