Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. Columna: Cortocircuitos. 01/02/2022
El domingo 30 de enero de 2022 murió César Navarro Gallegos.
César era un personaje: profesor rural; dirigente de la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas; médico; militante de partidos de la izquierda parlamentaria, de la que se alejó; zapatista; revolucionario; historiador; profesor de la Universidad Pedagógica Nacional y del Instituto Mora; sindicalista; asesor de la CNTE; internacionalista; solidario de las revoluciones latinoamericanas; además de padre, amigo, hijo, camarada, cinéfilo…tantas otras cosas. Un personaje.
Hoy vemos en las redes sociales cómo se le recuerda en diversos ámbitos políticos, educativos, académicos y de activistas; incluso adversarios y malquerientes lo reconocen. Esas son señales indudables de respeto y relevancia.
Nosotrxs fuimos sus amigxs durante muchísimo tiempo. En la UPN y en el ámbito privado. Muchos años. Muchos; más de los que hoy podemos contabilizar.
Tenemos anécdotas al por mayor: en las huelgas; en las confrontaciones académicas y sindicales de la UPN; en los asuntos zapatistas; en cuestiones personales; en diversiones y comidas; en los libros que hicimos juntos; en las conferencias que dimos; en los Talleres del Educador Popular; en la Ciudad de México; en Puebla; en Coahuila; en Chiapas; en cantinas; en nuestras casas; en la UPN; en negociaciones; en oficinas públicas; en salones de clase; en asambleas; en tantos lugares y sobre tantas cosas.
Durante muchísimos años, César fue nuestro amigo, compañero y colega; nuestra vida cotidiana lo incluía, como a Tatiana y otrxs compañerxs muy queridxs. Fuimos sus camaradas de lucha política, académica y vital, ¿por qué no decirlo?
Fuimos sus cómplices y también sus críticos; compartimos cosas y cuando consideramos que había que poner límites, distancia y diferencia, así lo hicimos. Por cuestiones políticas; de táctica y de estrategia; académicas y hasta teóricas; también de trato, forma de ser, identidades, pensamiento y hasta de gustos. En nuestro caso, siempre con el reconocimiento a un gran compañero, importante durante una parte muy larga de nuestras vidas y de nuestros afectos.
En los últimos años nos distanciamos cada vez más. Nos separaban ya muchas cosas: el modo de tratar las diferencias; el análisis de la reforma educativa del Pacto por México; el tratamiento de cuestiones universitarias; el trato personal (que para nosotrxs siempre es político y afectivo); tantas otras cosas.
Lo vimos por última vez hace como tres años. Su salud había desmejorado mucho. No queremos recordar esa imagen de él, sino otras, hablando en asambleas, comiendo, riendo, comprometiendo libros y conferencias, siendo el César gentil y cariñoso que a veces podía ser; con eso nos quedamos. Eso queremos compartir para celebrar su vida; eso elegimos preservar en nuestra memoria.