Por: Alberto Arnaut Salgado. Tomado de su Muro de Facebook. 06/07/2016
La SEP se niega a dialogar para reformar una reforma «educativa» que no es educativa, sino política, administrativa y laboral. Una reforma que ha provocado grandes movilizaciones de maestras y maestros en varias regiones del país, e incluso el asesinato de maestros y de otras personas que los apoyan en su lucha. Una reforma que, además, ha sido severamente cuestionada por la mayoría de los investigadores educativos del país.
Al mismo tiempo, parece que la SEP ahora si quiere dialogar sobre una reforma que podría comenzar a ser educativa. Así lo sugiere la filtración, por parte de la SEP de un documento titulado «Propuesta curricular 2016».
Así lo sugiere también el hecho de que, a la demanda de diálogo del magisterio para reformar la reforma «educativa», que en realidad es una reforma laboral, el secretario de Gobernación responde ofreciendo al magisterio una mesa de diálogo sobre el «modelo educativo» que pronto anunciará la SEP.
Los teléfonos entre el gobierno y el magisterio siguen descompuestos.
Sigue sorprendiendo la celeridad con la que el gobierno y el Congreso de la Unión respondieron al reclamo de un puñado de empresarios, y la lentitud con la que han respondido a las demandas del magisterio y a las críticas de los investigadores educativos.
La soberbia y la prepotencia contra el magistero y la sumisión ante los empresarios.
Sin duda, todavía hay clases.
Qué cosa, después de casi cuatro años de protestas y de críticas a la reforma «educativa» que no es educativa, y sin haber atendido las críticas ni resuelto el conflicto provocado por esa reforma, la SEP quiere llevar los reflectores hacia el tema educativo que, hasta ahora, no ha estado entre sus prioridades.
Me pregunto si habrá tiempo para emprender una reforma realmente educativa durante el sexenio en curso. Un sexenio que prácticamente ya terminó en el sector educativo. Agotado por el afán de imponer a sangre y fuego una reforma que pulveriza los derechos laborales del magistero y quiere terminar con el sistema de educación normal.
Me pregunto si una autentica reforma educativa será factible bajo la conducción de Aurelio Núño, quien hasta ahora no ha sabido o no ha querido ser secretario de Educación Pública.
Me pregunto si esa reforma será posible sin antes restablecer los derechos laborales y la paz, la estabilidad y la serenidad en el magisterio.
También me pregunto si esa reforma o cualquier otra reforma realmente educativa se podrá emprender sin antes consolidar al sistema de formación docente.