Por: Jorge Ivan Peña Rodríguez. 06/01/2019
Era un 4 de junio de 2018 cuando una manta, que llevaba escrita la demanda de ponerle fin al receso del Mexe, esperaba colgada del lado norte de la plaza pública en donde el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador daría un mitin. Debajo de aquella manta y en medio de toda la multitud se encontraban profesores, amas de casa, campesinos, profesionistas y estudiantes que repetían una y otra vez “El Mexe vive, la lucha sigue”. La esperanza de escuchar de viva voz de quien encabezaba las preferencias electorales el anuncio del cumplimiento de su demanda tuvo éxito; el candidato presidencial, junto a su antes presentado Secretario de Educación Pública, anunció en Ixmiquilpan, Hidalgo, la reapertura de Normal Rural del Mexe.
Pasaron 197 días desde aquella tarde en Ixmiquilpan hasta el 18 de diciembre, día en el que ya como Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador pisara el Casco de la Normal Rural Luis Villareal del Mexe, Hidalgo. Su visita fue para presentar el programa educativo “Benito Juárez”, el cual contempla la apertura de 100 universidades en todo el país, dentro de este programa, y bajo la dirección de Raquel Sosa, es donde está contemplada la reapertura de “El Mexe”. Al anuncio han llegado cientos de personas de diferentes municipios, profesores democráticos (y también de los charros), egresados de la normal y estudiantes de la FECSM. El anuncio contempla la posibilidad de que la Normal Rural comience a operar a partir de febrero de 2019, sin embargo y pese a la demanda de un sector de los asistentes, se deja en claro y se reafirma que la reapertura será sin la modalidad de internado. Negando con ello toda una historia de vida organica de las normales.
Fue en la década de 1920 en las Normales Regionales (las cuales serían más adelante Normales Rurales) cuando se consideró, dentro de las bases de organización de las normales, la creación de internados. Durante casi todos los gobiernos postrevolucionarios, llevar la alfabetización a los sectores campesinos era una prioridad, para ello se requería de un incontable ejército de profesores y por lo que las Normales Rurales, junto con su internado, fueron la bandera de progreso que el gobierno llevaba a las comunidades rurales. En la Normal Rural convivían y se formaban principalmente los hijos del campesino, quienes acorde a sus planes de estudio, a los objetivos de la Reforma Agraria y a que en 1934 el tercero constitucional contemplaba que la educación que impartiera el Estado sería socialista, se convertían en dirigentes sociales que, además de enseñar a leer, fomentaban la creación de cooperativas, mejoraban técnicas para trabajar la tierra y protegían a los campesinos de los abusos de los caciques locales (mismos que con frecuencia eran también gobernantes). Con el objetivo de tener una organización de dirección política e ideológica, en 1935 fue creada la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).
La organización del modelo de internado en las normales fue considerada por el entonces Secretario de Educación Pública, José Ma. Puig, como un modelo de familia, en donde el director y su esposa eran los padres, los profesores fungían como hermanos mayores y los estudiantes considerados como hermanos menores; como en toda familia existía un nexo de cuidado de los unos para con los otros. Dentro de los internados era fácil encontrar círculos de estudio, actividades culturales, deportivas, de trabajo agrícola y de vinculación social; todo ello acompañado de alimento diario (algo que para la mayoría de los normalistas era un privilegio por las condiciones en las que vivían).
En 1943 las normales dejaron de funcionar con el modelo de internado mixto y desde entonces las condiciones en los internados fueron distintas. Los internados tuvieron que enfrentar desde recortes presupuestales hasta condiciones de hostigamiento interno. Pero ello no impidió que los normalistas perdieran su vinculación social con el campesino y con las luchas populares. Participaron en la revuelta magisterial que encabezó Othón Salazar y sufrieron del cierre de 15 normales por haber participado en el movimiento estudiantil de 1968. Hasta la fecha las normales han estado presentes en la lucha por la defensa de la educación pública y humanista.
En el 2008, después de los hechos de represión en contra de los normalistas del Mexe, por parte del gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto y del cierre del internado de la normal de Mactumatzá, Chiapas, el gobierno del Estado de Hidalgo ordenó el cierre de la Normal Rural Luis Villareal del Mexe, Hidalgo. Actualmente continúan en operación 17 normales rurales, algunas de ellas aun con internado. Algunas con cientos “privilegios” presupuestales en lo concerniente a la ración alimentacia, pero todas con el estigma negativo generado por los gobiernos neoliberales.
Sin duda alguna la reapertura del Mexe es una gran victoria, no solo para los profesores democráticos, también lo es para el pueblo y en especial para los más pobres. Pero la reapertura sin internado es un riesgo para las normales rurales que aún conservan ese modelo. La negativa rotunda de apertura sin internado podría significar un mensaje de lo que les espera a las otras normales rurales. La sinrazón al internado, junto al discurso de Raquel Sosa de no querer que la FECSM controle la normal, es un llamado a estar atentos y en alerta máxima.