Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Insurgencia Magisterial. 2 de junio de 2019
Muy, pero muy temprano nos despedimos de Nara, todavía en nuestras mentes perduraba la sensación de relativa calma, pese a la gran afluencia de turistas con los que estuvimos compartiendo las maravillas de esa ciudad.
El recorrido implicaba hacer un enlace de Nara a Osaka y de ahí a Hiroshima por JR, de ahí tienes que trasladarte en tren local para llegar hasta el puerto de Miyajimaguchi en donde abordarás un ferry que en un viaje de alrededor de 10 minutos te llevará al puerto de la isla de Itsukushima, conocida popularmente como Miyajima.
No tengo la certeza de si Japón es el país que en el mundo tenga más sitios que de acuerdo a los parámetros de la UNESCO estén considerados como Patrimonio de la Humanidad, lo que sí me consta es que tanto en este como en los otros viajes a ese gran país, varios de los lugares japoneses que hemos conocido, ostentan esa “marca”. Esto te lo comento porque cuando vimos en la búsqueda de información de Japón, vimos que en Miyajima hay algo muy especial que está considerado como patrimonio de la humanidad, el gran Torii.
Miyajima quiere decir “la isla santuario” y es que esta pequeña isla es, desde tiempos antiguos, un lugar sagrado y de culto donde los dioses pensaron vivir en armonía con los mortales. Los torii son los arcos tradicionales de los santuarios sintoístas o áreas sagradas literalmente significa “percha de pájaros”, y la palabra fue acuñada en el siglo X (durante el periodo Heian). Estos arcos eran hechos en primer lugar de piedra y madera, pero después se incorporaron otros materiales como el cobre, concreto reforzado, acero inoxidable, entre otros elementos, usualmente están pintados de rojo bermellón y negro. Estas puertas fueron construidas como entradas a la espiritualidad del Sintoísmo, para marcar la separación entre lo mundano y lo sagrado.
Pues bien, ya cuando estábamos en el ferry, a una distancia no muy lejana puedes observar, además de la isla, dos cosas: unas plataformas en las que al parecer se cultivan las ostras, que es el platillo emblemático de Miyajima, luego aparece el monumental Torrii de Miyajima, este torii está hecho de madera de alcanforero de 500 o 600 años de antigüedad, muy resistente a la descomposición y a los insectos, además de tener también madera de cedro y de ciprés. Sus dimensiones son un total de 16,6 metros de alto, 60 toneladas de peso, cada uno de sus dos pilares principales mide 13,4 metros de alto y tienen una circunferencia de 9,9 metros. La parte superior del torii tiene una longitud de 24,2 metros. Pero obviamente es muy diferente verlo desde el ferry a verlo ya estando en la isla, cosa que te comentaré más adelante.
Algo que distingue a los japoneses es la puntualidad, así que esa puntualidad la respetan a cabalidad, así que en los hoteles, si te dicen la hora de entrada o check in es la 13:00 hrs., pues así estés a las 12:55 hrs. te dirán que esperes a la hora señalada ¡así sean 5 minutos! Esto te lo comento porque como ya teníamos la experiencia, al llegar al hotel, afortunadamente ubicado no muy lejos del puerto, ya sabíamos que solo dejaríamos el equipaje, para comenzar nuestra travesía por la isla.
Comenzamos el recorrido por sus estrechas calles, con el cuidado debido hacia los escasos automóviles o pequeños camiones que por ahí circulan en cierto horario, te recuerdo que en Japón, el piloto está ubicado en la parte derecha del vehículo, así que el sentido de las calles es contrario a lo que estamos acostumbrados.
En una de esas se divisó la gran pagoda Gojūnotō la cual tiene 5 pisos de altura, seguimos deambulando hasta llegar al torii de piedra que da entrada al santuario Itsukushima de Miyajima.
Llama mucho la atención la cantidad de niños japoneses (imagino que de secundaria) quienes portando su uniforme escolar, andan recorriendo toda la zona. Otra cosa especial es que también aquí convives con los venados, pero aquí te cuento la anécdota que te prometí en la parte anterior.
Yo soy una persona a la que no le gusta hacer un viaje de esta naturaleza al extranjero, para comprar cosas, aquí hago un paréntesis para remarcar dos cosas que ya he dicho previamente, la primera es que es necesario que erradiquemos la mala costumbre que tenemos los mexicanos de que cuando sabemos de alguien que va a salir le decimos “oye tráeme algo, es más te doy dinero” considero que la gente debe entender que uno va en búsqueda de una experiencia que cultural y por qué no decirlo, espiritualmente te enriquezca, la otra cosa es que si vas a comprar algo, entonces compra algo que no exista en tu país, a menos que te encuentres una verdadera oferta, por ejemplo si compras algo de piel, ya sabemos que en México hay excelentes prendas o zapatos de piel, o lo contrario, en México hay bolsas de piel, pero en Madrid me encontré una verdadera ganga y me compré una bolsa de piel para llevar mi elementos de viaje (pasaporte, cámara, etc.).
Bien, buscando el “ángulo” de la foto, cuando llegamos a lo que equivaldría al malecón de la entrada al santuario en donde estás a pocos metros del gran torii, saqué mi tripie para poner el iphone y con la ayuda de mi Apple watch, sacar una foto especial del torii, se me olvidó cerrar el cierre de la bolsa y en el momento de distracción-concentración para sacarme la foto, un venado aprovechó mi descuido y literalmente metió las narices en la bolsa y se empezó a comer una bolsita que no tenía comida sino que tenía “unos cascabeles amuletos” artesanales de la buena suerte, afortunadamente mi hijo llegó en ese momento justo y solo alcancé a decirle “quítaselos al venado”, pero solo logró rescatar íntegro uno de los dos cascabeles, el otro quedó maltrecho y yo me pregunto si esos animalitos no se enfermarán porque de repente te das cuenta de que más de una persona los está correteando porque o bien se están comiendo lo que ellos llevan o bien, te quitan hasta revistas ¡y se las comen! Si se los permites.
Una vez terminado el divertimiento del venado, nos dispusimos a subir a la pagoda de 5 pisos, para lo cual tienes que subir por una buenas pero empinadas escaleras de piedra. Lamentablemente no puedes subir a los pisos de la pagoda, pero a cambio de un módico pago de yenes, puedes acceder a la planta baja de templo.
Esa área es un tanto cuanto austera si la quieres comparar con otro tipo de templos en los cuales encuentras pinturas, estatuas, joyas, etc. pero en un momento determinado mi familia agarró su rumbo por otras partes del recinto. Por alguna razón que todavía no logro entender completamente, dado lo austero del sitio, tuve una experiencia espiritual similar a la que viví en el templo Jogyesa en Corea del Sur, de repente estaba yo extasiado, una gran calma y paz espiritual me invadió, me acordé de una frase que generalmente me digo a mí mismo, cuando salgo de algún gran concierto de rock: “puedo morir en paz”.
Bien, no te dije, pero por lo mencionado de las escaleras, ya dedujiste que el templo está en la cima de un cerro, así que el otro ingrediente te tienes ahí es la maravillosa vista de la bahía.
Decidimos retornar, para esto ya “pardeaba” la tarde, la razón es que en donde se halla el gran torii, cuando la marea está alta, o sea prácticamente por las mañanas hasta el mediodía, el agua cubre la base de sus pilares, por la tarde, cuando la marea baja, entonces puedes ir caminando hasta la base del torii, ya que prácticamente no hay agua. Justo en ese momento tuve otra experiencia que me llenó de regocijo, al ir buscando la toma vespertina del sol poniéndose y verlo atrás del torii, en eso me di cuenta de que una gran águila japonesa, no sé si se estaba peleando o si estaba jugando en pleno vuelo con un cuervo japonés, pareciera que el cuervo es el ave nacional de Nipón, porque te los encuentras por todas partes y te acostumbras a sus graznidos.
Para estas horas ya el hambre comenzaba a apretar y entonces era tiempo de cenar y de llegar al hotel. Así que en una de esas mi hijo alcanzó a ver uno de los tantos mini restaurantes tipo de comida callejera en donde venden las ostras a la plancha, en donde degustó un par de esos seres que yo definitivamente ya no puedo comer en mi vida porque quedé sensible a la salmonella y desde entonces tengo prohibido comer ostiones u ostras, pero me dijo que estaban muy ricas. Cenamos después en un agradable restaurante, pero si vas a Miyajima, debes de considerar que prácticamente a partir de las 7 pm, todos los comercios y hasta restaurantes comienzan a cerrar, de tal suerte en que si quieres encontrar algún sitio para cenar después de esa hora, vas a tener que pedalearle.
Nos fuimos al hotel, en donde sucede otra gran anécdota, todo iba bien, hasta que llegamos a la habitación. ¡No tenía camas! Nos quedamos viendo unos a otros, resulta que ese hotel “Makoto” es un hotel cuyas habitaciones simulan a una vivienda tradicional japonesa, así que para empezar lo primero que tienes que hacer es quitarte los zapatos, porque el “dormitorio” no es de piso de cerámica, sino de una especie de petate ¿y las camas? Bueno, las camas las tienes que hacer tú, para ello en un gran closet te ponen un montón de “colchonetas” y ropa de cama para que tú hagas tu cama a tu gusto, no obstante esa fue una gran experiencia, dormir prácticamente en el suelo, tener un compartimiento que refleja las habitaciones tradicionales japonesas en donde –¿te acuerdas de las películas donde rompen las paredes porque parecen de papel?- efectivamente las paredes son de madera cubiertas con una especie de papel muy grueso. El servicio en el cuarto es agradable ya que te ponen un recipiente que permanentemente tiene agua caliente para que te prepares un té (te ponen de varios tipos) y también te ponen una variedad de galletas exquisitas para acompañar el té, el otro pero es que se trata de un hotel muy caro, de hecho fue el hotel que más caro nos salió en todo el recorrido.
Como estábamos cansados ya que el día desde Nara hasta Miyajima había sido largo, decidimos no levantarnos temprano, pero la primera actividad sería ascender por el teleférico de Miyajima para llegar a la cima del Monte Misen. Una vez desayunados no opíparamente, pero bien en un restaurancito japonés, por cierto déjame decirte que el café que se consume en Japón es de gran calidad, incluso el que te encuentras embotellado en recipientes de aluminio en maquinas expendedoras de refrescos.
Ya con el estómago satisfecho, nos fuimos al teleférico, no recuerdo el costo, pero creo que fluctúa entre los 1000 y 1500 yenes por personas (entre 175 y 260 MXN por persona), tienes dos alternativas, esperar un shuttle que te lleva a la base del teleférico o bien caminar a lo largo de unos 15 minutos hasta ese destino, esta fue nuestra opción.
El teleférico te lleva hasta digamos que la primera base del monte Minsen, ahí tienes grandes panorámicas de todo lo que rodea a la isla, tanto Hiroshima que esta al frente de la misma, como otras islas que la rodean.
De ahí viene una parte ya difícil, para una persona de mi edad, porque para llegar a la mera cima del monte tan solo se trata de un kilómetro en pendiente por un camino que en parte es de piedra, en parte es de arcilla, así que suena fácil, pero no lo es.
Lo que sí te puedo asegurar es que digamos que en un “paradero” se encuentra unos pequeños, pero muy interesantes templos, se trata de Daishoin, está rodeado de naturaleza con muchas imágenes budistas y pequeñas figuras de todo tipo, un tambor gigantesco, en uno de ellos hay una sala que está permanentemente llena de humo de incienso, cerrada y oscura, así que al salir de ahí no solo te deslumbras, sino que los ojos te arden mucho, a un costado hay otro pequeño templo, al cual no pude ni entrar, ni sacar una foto prohibida porque había una ceremonia religiosa y estaba completamente cerrado el recinto. Sin embargo las otras fotos que logré capturar fueron muy bellas, especialmente la del bebé tocando el tambor, como la del buda bebé.
La parte del ascenso hasta la mera cima de Monte Minsen es como ya te dije difícil, pero tiene su recompensa, el mirador te permite ver prácticamente todo. Así que una vez extasiados por esa magnificencia, nos dispusimos tomar el teleférico de regreso, o mñas bien dicho los teleféricos, porque en realidad debes de tomar dos, el primero en el que caben como 20 personas y el segundo, para 6 personas por “carrito”.
Definitivamente este tipo de experiencias de a pie con ciertos esfuerzos requieren de que estés tanto alimentado como hidratado, así que ya en la parte baja de la isla, nos dispusimos a terminar nuestro segundo y último día en Miyajima.
Nos faltaba entrar al Santuario de Itsukushima, hacer un recorrido por los alrededores y pasar nuevamente al gran torii, pero en una hora en que la maerea estuviera más baja que el día anterior.
Cuando vayas a Japón y veas una fuente con unos cuencos de bambú, no es agua para beber, sino para que hagas una ceremonia de purificación, así que cada vez que entres a un templo y veas la fuente, te debes limpiar.
Itsukushima es un antiguo santuario Sintoísta, construido alrededor del año 1168 C. E, es el centro de toda la actividad de la isla. Es un santuario único porque está construido sobre el agua. Cada una de sus edificaciones, el hall principal, el salón de oración o el teatro Noh (tradicional de Japón) se apoyan sobre pilares y están conectados por pasarelas sobre el agua. Aquí hubo otra gran experiencia cuando llegas a la famosa lámpara tradicional Hitasaki, y ratifico algo que ya he dicho previamente, la mala onda en el ser humano son los políticos, los clérigos y los empresarios inescrupulosos. El ser humano de a pie, no tiene barreras, convive gratamente con seres humanos de otras nacionalidades, disfruta de esa amalgama de culturas que conviven de manera sana, esto lo digo porque hay un pasillo que lleva a un farol, en donde es tradicional sacarse una foto, pero la tradición marca que el de atrás le saque la foto al de adelante, diferentes idiomas, un solo gesto y ¡voilá!
Una vez terminado el recorrido por el templo, nos dispusimos a regresar al gran Torii, porque la marea estaba tan baja que sin ningún problema podías llegar hasta la base del torii, pero permíteme ponerte íntegro esto que encontré en un blog de viajeros a Japón: “…El gran torii de Miyajima aguanta las inclemencias del tiempo gracias a su construcción inteligente: su base no está profundamente anclada en el suelo marino, sino que se aguanta sobre sí misma sobre seis pilares sujetos por siete toneladas de piedras situadas bajo los pilares del torii…Eso sí, actualmente son muchos los visitantes que dejan monedas entre las rendijas de la madera de los pilares del gran torii. Este hecho ha debilitado enormemente la estructura del torii y ha obligado a los técnicos a iniciar las obras de restauración en junio de 2019…Sinceramente, es una costumbre que esperamos se erradique para evitar dañar el torii en un futuro. Por ello os pedimos que, por favor, no coloquéis monedas en los pilares…”.
Bueno, como ya viste a partir de 3 junio de este año y hasta el 30 de junio de 2020, el gran Torii estará en obras de restauración, por lo que será imposible tanto verlo como acceder a él.
El día terminó con un grato sabor de boca, había que cenar y dormir porque ¡sí adivinaste! Al día siguiente había que tomar el primer ferry (6:45 am) para regresar a Hiroshima y de ahí trasladarnos a nuestro siguiente destino: Kioto.
Fotografías: José Eduardo Celis Ochoa Cordero