Por: Gabriel Stekolschik. 09/05/2022
Hace poco más de un siglo, el economista Vilfredo Pareto estaba interesado en mostrar el modo en el que se distribuía la riqueza. En ese camino, observó que en Italia el 20 por ciento de la población poseía el 80 por ciento de la propiedad. Con los años, esa observación se transformaría en el principio de Pareto, una regla que actualmente se utiliza en áreas tan diversas como el control de calidad, la ingeniería del software o la administración de empresas.
La regla 80/20, o principio de Pareto, también llamada ley de los pocos vitales, describe un fenómeno estadístico según el cual si un problema tiene diversas causas identificadas, el 20 por ciento de dichas causas resuelven el 80 por ciento del problema, en tanto que el 80 por ciento de las causas sólo resuelven el 20 por ciento del problema.
Por ejemplo, según esta regla, si una institución de salud hace un análisis de los costos, probablemente se encontrará con que el 20 por ciento de los pacientes representa el 80 por ciento del gasto en atención médica. De igual manera, la identificación de las causas de los problemas puede llevar a descubrir que el 20 por ciento de los defectos en un producto es causa del 80 por ciento de las fallas de ese producto, o también que el 20 por ciento de los procesos de fabricación de una manufactura son causantes del 80 por ciento de los desperdicios.
El principio de Pareto no tiene sustento científico. Sin embargo, en la práctica suele verificarse. Puede suceder que la regla no se cumpla exactamente en los porcentajes 80/20 pero sí que se aproxime a esa relación: el 20 por ciento es vital, el 80 por ciento es trivial.
En otras palabras, a la hora de resolver un problema, identificar ese (alrededor de) 20 por ciento de causas más significativas permite focalizar los esfuerzos y no “distraerse” con una gran mayoría (alrededor del 80 por ciento) de causas triviales.
Parásitos a lo Pareto
En el Laboratorio de Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas UBA) trabajan desde hace décadas en el control de la transmisión de la enfermedad de Chagas, una patología provocada por el parásito Trypanosoma cruzi.
Para efectuar sus investigaciones, viajan varias veces al año hasta las puertas de El Impenetrable chaqueño. Allí, con apoyo nacional, provincial y local llevan a cabo un programa de investigación mediante el cual obtuvieron importantes logros.
Su principal objetivo es combatir a un insecto: la vinchuca. ¿Por qué? Porque la vinchuca es la que “transporta” al parásito causante del Chagas y, con su picadura, puede transmitírselo a una persona.
La vinchuca se alimenta de sangre. Cuando pica a un animal o a un ser humano cuya sangre está infectada por el parásito, “se lo lleva” consigo y, mientras siga picando, seguirá transmitiendo el parásito. Por eso, eliminar a las vinchucas de las viviendas es fundamental para detener la transmisión. Pero, también es esencial exterminarlas en los lugares que rodean al domicilio (gallineros, corrales, depósitos, etcétera), porque los animales domésticos (perros, gatos, cerdos y cabras, entre otros) también pueden tener el parásito en su sangre, y las vinchucas se alimentan de ellos. Pero eso no es todo: los animales silvestres también pueden ser hospedadores del parásito y, su sangre, servir de alimento para las vinchucas.
Como se ve, controlar la transmisión no es tarea fácil, porque no se pueden eliminar todas las vinchucas que andan dando vueltas por ahí y porque hay un montón de animales que funcionan como reservorio del parásito. Pero lo que sí se puede hacer es identificar cuáles de todos los posibles hospedadores –domésticos o silvestres- tienen más capacidad de transmitir el parásito a la vinchuca.
“Nuestra hipótesis era que los hospedadores que tienen más parásitos en la sangre son los que más infectan a las vinchucas”, cuenta Gustavo Enriquez, investigador del CONICET y uno de los autores del artículo que acaba de publicarse en la revista científica Parasites & Vectors.
Para probar esa hipótesis, el grupo de investigación analizó la sangre de un número importante de animales silvestres y domésticos, y de seres humanos. Y se encontraron con una sorpresa: “En cada una de las especies hospedadoras estudiadas encontramos un patrón: el 20 por ciento de los individuos de la especie carga con el 80 por ciento de los parásitos”, revela Enriquez.
También confirmaron la hipótesis: “Nuestro estudio muestra que la carga parasitaria del hospedador está directamente asociada con la capacidad de infectar a las vinchucas. Esto lo vimos para todas las especies hospedadoras, por lo cual sugerimos que la cantidad de parásitos en la sangre puede ser considerada como una medida de infectividad.
En este sentido, el investigador resalta la importancia de identificar, para cada especie hospedadora, a ese 20 por ciento de individuos con mayor cantidad de parásitos en su sangre: “Enfocándonos en ese 20 por ciento podríamos, siguiendo el principio de Pareto, reducir en un 80 por ciento la transmisión de la enfermedad. No sé si esto se cumpliría exactamente así. Lo que sí es altamente probable es que enfocarse en ese 20 por ciento permitiría obtener un fuerte impacto en el control de la transmisión”.
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Fotografía: Hamartia