Por: Zibechi. 24/09/2022
En los últimos años se han ensayado diversos enfoques sobre el extractivismo, que
abarcan desde el énfasis en los impactos sobre el medio ambiente y los perjuicios a las
poblaciones, hasta la re-primarización de la matriz productiva. Contamos con un amplio
conjunto de trabajos que incluyen, también, las resistencias al modelo de minería a cielo
abierto y de monocultivos para la exportación, así como propuestas alternativas
asentadas, buena parte de ellas, en el Buen Vivir/Vivir Bien. Los análisis críticos tienden
a compartir la tesis de que el modelo extractivo debe ser considerado como parte del
proceso de acumulación por desposesión, característico del período de dominio del
capital financiero (Harvey, 2004).
En paralelo, se comienza a considerar el extractivismo como una actualización del
hecho colonial, en particular en el área de la minería, colocando el inicio de la
explotación del Cerro Rico de Potosí (donde fueron sacrificados 8 millones de indios),
en 1545, como el comienzo de la modernidad, del capitalismo y de la relación centro-
periferia en la que se asientan (Machado, 2014).
Tomando estos análisis como referencias ineludibles, pretendo explorar someramente
las formas de acción que están llevando adelante los movimientos para
neutralizar/desbordar el modelo extractivo, bloquear la acumulación por despojo,
revertir la militarización de los territorios, poner fin a la persistente degradación
ambiental y la destrucción de los seres humanos. Considero que no se limitan, ni pueden
hacerlo, a repetir los repertorios tradicionales del movimiento sindical, ya que se
mueven en espacios donde las reglas del juego son diferentes.
El punto de partida de mi argumentación es que hoy los pueblos son obstáculos para la
acumulación por despojo/desposesión. Harvey sostiene que el “principal instrumento”
de la acumulación por desposesión son las privatizaciones de empresas públicas y que el
poder estatal es su agente más destacado (Harvey 2004). En su argumentación coloca el
ejemplo de Argentina en la década de 1990, que hoy podría aplicarse a buena parte de
América Latina y a unos cuantos países europeos como Grecia y España, entre otros.
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Fotografía: A planeta