Por: Santiago Mayor. 29/01/2021
En plena década del ‘90, cuando el Consenso de Washington se imponía en todo el continente y el neoliberalismo era el único horizonte posible, una serie animada puso el foco en la organización de los obreros y su lucha por mejores condiciones laborales.
Era el 11 de marzo de 1993. El menemismo en Argentina hacía estragos con la liquidación de empresas estatales y un día antes había clausurado los servicios interurbanos de ferrocarriles luego de derrotar una enorme huelga de trabajadores y trabajadoras. Todavía faltaban tres meses para el estreno de la primera Jurassic Park y de Tango Feroz. Bill Clinton comenzaba su presidencia en EE.UU. y consolidaba la pax de la globalización tras la caída de la Unión Soviética.
Ese día se estrenaba a nivel mundial “Last exit to Springfield”, el 17° episodio de la cuarta temporada de Los Simpson. Quizás, el capítulo más clasista y obrerista de la historia de la serie.
El nombre del episodio está inspirado en el libro Last exit to Brooklyn de Hubert Selby Jr. publicado en 1964. Esta obra fue confiscada en el Reino Unido y prohibida en Italia por tratar temas como la homosexualidad, el travestismo, la droga y la prostitución. Uno de los capítulos -y el que más vínculo tiene con la trama simpsoniana- relata una huelga de maquinistas liderada por un gay reprimido que golpea a su esposa.
El paradigma capitalista y el sueño de un mundo sin sindicatos
Sin embargo, en Springfield la historia es otra. El señor Burns, representación del capitalista a la vieja usanza -dueño y patrón de su compañía- es un empresario que busca aumentar sus ganancias de cualquier modo, como se ve a lo largo de varios episodios. Robándole petróleo a la escuela y tapando el sol para que toda la ciudad utilice las 24 horas energía de la planta nuclear o intentando ser gobernador del Estado por el partido republicano para acabar con las leyes de protección ambiental.
Su fortuna no la hizo trabajando sino que la heredó al ser adoptado por un millonario lo que pone en cuestión la idea del “emprendedor” o self-made-man. Tampoco duda en vender su empresa a inversores extranjeros alemanes, desechando así la idea del “burgués nacional”. Incluso en ese mismo episodio se ve como los alemanes aplican políticas laborales propias del llamado “Estado de Bienestar” lo que sorprende enormemente a los obreros acostumbrados al maltrato de su antiguo jefe.
Toda esta construcción se pone en juego en “Last exit to Springfield” donde Burns analiza el contrato acordado con el sindicato de la planta nuclear (una suerte convenio colectivo por empresa).
El representante gremial no se presentó a la reunión porque hace tiempo que no se lo ve. Sin embargo, en una secuencia que parodia la desaparición del famoso sindicalista estadounidense Jimmy Hoffa, nos dan a entender que fue asesinado porque prometió “limpiar el sindicato”.
Burns repasa entonces los ítems del acuerdo y al ver todos los “beneficios” obtenidos por sus obreros añora su infancia. La nostalgia lo remonta a un pasado pre-derechos laborales y de semi esclavitud donde su abuelo manda a emparedar en una bodega abandonada a un trabajador.
Para el patrón el sindicato es “codicioso” por garantizar condiciones dignas para sus afiliados y por eso decide, al azar, quitarle alguna de sus conquistas: el plan dental.
La retaguardia de la conciencia
Homero es un hombre al que no le gusta trabajar e intenta escapar constantemente de las represalias del jefe y las responsabilidades. Pero al enterarse que Lisa necesita frenos ve amenazada su economía y asume el rol de líder sindical.
A diferencia de lo que sucede en gran parte de EE.UU., los obreros de la planta nuclear poseen un sindicato. Asimismo, esta organización les garantiza un seguro de salud (una obra social) en uno de los países donde ese derecho está absolutamente mercantilizado.
Pero además, los trabajadores se organizan de manera asamblearia, horizontal y democrática. Es en esa instancia que, originalmente impulsado por su propio interés, Homero toma la palabra y hace notar al resto de sus compañeros la importancia de defender el plan dental.
Por votación lo eligen como nuevo presidente y también mediante esa metodología resuelven convocar a la huelga luego de que fracasan las negociaciones con la patronal.
El motor de la historia y el poder de la clase obrera
Los obreros de la planta nuclear demuestran un nivel de conciencia de clase muy avanzado para una época en la que se imponía en el mundo un modelo de precarización laboral y el neoliberalismo como único horizonte posible para la humanidad.
La forma de organización, el sindicato, les permite a los trabajadores de Springfield viabilizar una demanda y defender un derecho que de otra forma les hubiera sido arrebatado sin más.
Asimismo se pone en cuestión el rol del empresario como agente fundamental de la economía. Burns intenta hacerse cargo solo de la planta pero no puede producir y termina por cortar la electricidad de toda la ciudad para así culpar a sus trabajadores. En ese acto dice “adiós Springfield, desde el corazón del infierno, te apuñalo”, en una referencia a la maldición del capitán Ahab en Moby Dick.
Es entonces que Lisa entona el combativo himno de la huelga que sintetiza el mensaje del capítulo y la radicalidad de sus premisas: Reúnanse niños // es hora de que aprendan // sobre un héroe llamado Homero // y un demonio llamado Burns.
Todos los obreros se juntan y cantan a coro: Marcharemos hasta caer // chicas y muchachos // pelearemos hasta la muerte // o nos doblaremos como paraguas.
Esa es la demostración final que lleva al señor Burns a aceptar la derrota y devolverle al sindicato su plan dental. Marcharemos día y noche // junto a la gran torre de enfriamiento // ellos tienen la planta // pero nosotros tenemos el poder.
Fuente: https://notasperiodismopopular.com.ar/2019/08/20/simpsons-clasismo-springfield/
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Fotografia: Contra hegemonía web