Por: Marcelino Guerra Mendoza, Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal. Columna: CORTOCIRCUITOS. 04/05/2020
Sin lugar a dudas existen muchos motivos para estar en desacuerdo con la forma en que se ha pretendido aplicar la emergencia sanitaria actual, de manera generalizada, en la población. Ya se han destacado varias situaciones laborales, económicas, sociales, culturales y, por supuesto, también educativas que trastocan a la comunidad y, en particular, a las familias de los diversos contextos que configuran el territorio nacional. No existen políticas sanitarias gubernamentales y, muchos menos, medidas concretas para las poblaciones vulnerables o no de manera específica y singular que les permita vivir de una manera más segura en estos tiempos de pandemia mundial.
Seguramente es muy complicado para el gobierno federal atender de manera particular a las diversas poblaciones, más aún, si se parte del clásico enfoque de políticas públicas que se orientan por los problemas, objetivos y estrategias que el propio gobierno define y establece por igual para todos y, de esa manera, destina los recursos correspondientes para su atención. En distintas esferas de la sociedad sucede lo mismo con el trazado de políticas públicas bajo estas características sin pensar en los procesos socioeconómicos, sanitarios, políticos, culturales y educativos que cotidianamente enfrentan las diferentes comunidades en nuestro país.
Pensar en la complejidad de la contingencia nos obliga a virar de enfoque, un cambio de timón, mirar lo que no vemos y pensar de otro modo la realidad para construir los propios problemas, objetivos y estrategias acordes con la realidad que vivimos; sin encasillarnos en visiones, misiones y escenarios estratégicos futuros sino, realmente, partir de la situación actual que estamos enfrentando porque, definitivamente, lo que importa en estos momentos desde nuestra óptica, es sobrevivir a esta pandemia pero sin dejar de pensar en este tiempo y espacio para iniciar la construcción de rumbos y senderos diferentes que nos lleven a otras formas de vida centradas y orientadas por el bien común de la población.
Este tiempo y espacio de encierro obligado, por la emergencia sanitaria, está siendo aprovechado y utilizado por quien ejerce el poder desde la SEP para mantener, tanto, a maestras y estudiantes como a madres y padres de familia frente a la pantalla, sea de televisión o de cualquier otra tecnología, dejando en claro el sentido que le da al proceso educativo. Parte de la rutinaria normalización que la propia SEP ha tenido para orientar sus acciones y procedimientos al logro del máximo logro de aprendizajes en los estudiantes pero, hoy en día, desde el hogar con el sometimiento de maestras, estudiantes y madres de familia frente a la pantalla para realizarlo. Al respecto muchos cuestionamientos se leen y escuchan pero sin mayor resistencia y alternativas que posibiliten, realmente, potenciar el bienestar de la población en general y, de manera sustantiva, el de la infancia y la juventud nacional.
Nosotrxs planteamos que el motivo central de todo proceso educativo, necesariamente, son los estudiantes y en estos momentos más aún. Y, en consecuencia, el motivo de los estudiantes es su bienestar, su salud, alimentación, seguridad, tranquilidad, distracción, en fin, su felicidad y no el aprendizaje mecánico de los contenidos establecidos desde hace años en los planes y programas escolares que no les permiten pensar, imaginar y ser creativos para preguntarse sobre la realidad que están viviendo y construir junto con los suyos posibles acciones para enfrentar los problemas que padecen.
Motivar sus dudas y cuestionamientos tiene que ser el centro del proceso educativo en tiempos de esta pandemia que ha recorrido gran parte del mundo y en nuestro país nos obliga a estar en la fase 3 para su mitigación. Dudas, preguntas y debates en el hogar impulsadas y orientadas por las maestras desde sus tiempos, espacios y recursos son fundamentales para que las estudiantes expresen con libertad sus argumentos de modo verbal, por escrito, manualidades, música o a través de dibujos potencia su pensamiento autónomo para la comprensión y actuación en su propia realidad. Acompañados por sus madres y padres de familia en estos intercambios será posible generar las bases de un trabajo colectivo en donde las preguntas y cuestionamientos sean el motor para encontrar puntos en común y actuar en consecuencia.
Podemos ver que la práctica docente en tiempos de pandemia solo se mueve y cambia de la escuela a la casa pero no se transforma radicalmente si solo se atienden los aprendizajes claves planteados desde el Nuevo Modelo Educativo del sexenio anterior y que rigen los planes y programas del gobierno actual. Podrá transformarse se transita a lo que puede caracterizar el pensamiento crítico planteado, inclusive, en el texto constitucional vigente pero que a la autoridad en turno poco le interesa concretarlo dentro o fuera de la escuela porque su pensamiento neoliberal lo lleva a priorizar el producto evaluable como mercancía por encima de los procesos de la constitución del ser humano autónomo.
Es evidente que el aprendizaje de los contenidos escolares como objetivo único de un proceso de enseñanza- aprendizaje, durante la emergencia sanitaria, pretende que los maestros, alumnos y padres de familia permanezcan en la misma inercia escolar dentro de sus hogares. Es decir, el maestro reproduciendo los contenidos ya establecidos por otros, los alumnos repitiéndolos mecánicamente sin mayor razonamiento y los padres de familia fiscalizando el trabajo de unos y otros pero sin mayor participación significativa para la construcción de conocimiento compartido que permita la comprensión de la realidad actual.
Cuestionamientos clave, para estar a tono, como ¿para qué les sirven estos contenidos y aprendizajes escolares en la emergencia sanitaria para la comprensión de la pandemia, la salud, alimentación el encierro obligado en los estudiantes? ¿estos contenidos y sus aprendizajes les permite salir de su, incertidumbre, inseguridad, miedos, angustias, ansiedad y estrés, es más, alguien se da cuenta del estado emocional de las niñas y jóvenes y lo aborda junto con ellos? ¿con tanto tiempo frente a la pantalla les quedará tiempo para jugar, divertirse o convivir con los suyos? ¿hasta dónde llega la cancelación de su imaginación y creatividad para actuar diferente frente a la realidad actual? ¿es más importante concluir el ciclo escolar a costa del bienestar, convivencia y felicidad de los estudiantes?
En lugar de obligarlos a cumplir con lo que de todas formas, según EM, van a recuperar a partir del 1 de junio si es que los padres de familia y maestras así lo aceptan porque la ambigüedad de esta imposición salta a la luz constantemente. Las expresiones al respecto crecen y crecen en sentido contrario al planteamiento de EM porque se considera el regreso como una bomba de tiempo al hacinar a las niñas y jóvenes en espacios reducidos y poco viables, para su seguridad sanitaria, sin saber a ciencia cierta si el virus fue mitigado al extremo para no producir mayores contagios. Sería un rebote injustificado e innecesario de contagio por dar gusto al cumplimiento de la normatividad y calendarización estipulada para el ciclo escolar actual dejando de lado el bienestar y salud de los actores educativos.
Digamos NO al regreso a clases que atenta contra la integridad social, familiar y personal de todxs el 1 de junio y demos una vuelta de tuerca para un bien común definido, establecido y ejercido en un proceso de construcción permanente, desde las propias familias, que son las que padecen los estragos económicos y de salud, principalmente, y no abonemos a las inercias comunes y corrientes que desde la cúspide gubernamental continuaran imponiendo desde su racionalidad neoliberal.
De esta manera tenemos la posibilidad de acercarnos lo más posible a la realidad de los contextos familiares con los que trabajamos cotidianamente para tener mayor claridad de los problemas a los que se enfrentan y, con ello, abrir puertas y andar otros senderos para trazar estrategias de manera colectiva que nos lleven gradualmente a la resolución de dichos problemas pero, de manera determinante, sembrar las bases para incursionar en formas de vida más autónomas en un bien común de la población.
Pensar que desde las familias es posible la construcción del bien común, primero, y en la comunidad, después, radica en el hecho de la situación que ahora estamos viviendo con esta emergencia sanitaria, en un encierro obligado, son las propias familias las que padecen para transitar por un sinnúmero de dificultades inimaginables para sortearlo. Por un lado, para que las medidas sanitarias puedan llevarse a cabo, necesariamente, se requiere de recursos económicos que posibiliten los servicios requeridos. Tales recursos, provienen de un ingreso producto del trabajo de las jefas de familia, que puede ser seguro o no para cubrir las necesidades básicas o los imprevistos que suelen aparecer en cualquier momento.
Por otro lado, la situación se torna mucho más compleja por no contar con los recursos, por supuesto, pero se convierten en una gran dificultad para las madres que están obligadas a dar solución a las problemáticas por sí solas sin compartir con los demás integrantes de la familia la difícil situación por la que se atraviesa. Es aquí donde la intervención de las maestras es fundamental para proponer formas de trabajo educativo diferente desde el hogar. En lugar de los tediosos contenidos escolares, su aprendizaje, evaluación y verificación en la plataforma diseñada para ello será necesario proponer acciones compartidas entre madres e hijos pero orientadas por las maestras. Acciones que despierten el interés, gusto y motivación por la construcción compartida del conocimiento familiar, primero, y, posteriormente, el ecológico, social y cultural.
Con base en lo anterior proponemos los siguientes ejes para iniciar el proceso de construcción del bien común desde la familia.
- Reconocer los problemas a los que nos enfrentamos para un trabajo colectivo en el momento actual. La producción subjetiva de la racionalidad neoliberal ha llegado a la población en general desde la economía, política y cultura hasta la educación de forma contundente. El ser competitivo, individualista, empresario de sí y emprendedor, entre otros rasgos, son parte fundamental de la formación y constitución de las persona en tiempos actuales. Aunque se insista y se quiera hacer ver que ya no estamos en el periodo neoliberal resulta ser una falacia porque en todas las esferas de la sociedad las mismas estrategias, procedimientos y mecanismos siguen operando solo que con un discurso distinto. Esta forma de pensar, ser y hacer por parte de los integrantes de las familias no es ajena por lo que resulta fundamental partir de su cuestionamiento para vislumbrar formas de actuación diferentes a las ya arraigadas. Suponer que los cambios por estar en encierro obligado serán de manera automática es un problema porque las formas de pensar, sentir y hacer tienen un proceso histórico de construcción que de la noche a la mañana es imposible cambiar. Mover la subjetividad neoliberal a otro tipo de subjetividad es un reto permanente en el que puede incursionarse a partir de preguntas básicas orientadas a la comprensión de la constitución de las formas actuales que los integrantes de familia tienen al interior del hogar. ¿Por qué todo el quehacer en la casa lo hace la jefa de familia? ¿En qué tareas domésticas como salir por el mandado, barrer, sacudir, trapear, lavar ropa, tirar la basura, lavar trastes, limpiar el baño, entre muchas más, participamos para tener tiempo en la convivencia con todos los integrantes? ¿Es posible distribuir las tareas domésticas de manera equitativa? ¿ Podemos imaginar cosas diferentes para cocinar y comer juntos?, entre otras.
- Avanzado en lo anterior es pertinente plantear las situaciones y hechos que han llevado a establecer las formas de relación en la familia. Las formas de relación no tienen solamente una historia sino son producto, también, de la práctica cotidiana que las potencia y establece como normalizadas sin posibilidad de transformación. Desvelar el cómo se han ido estableciendo como por inercia en la dinámica familiar junto con los hijos a los padres les confronta, posiblemente, pero, también, les libera de cargas históricas y prácticas que parecieran haber llegado para quedarse. Es el momento de identificar el origen de muchos de los problemas que aparecen en la cotidianidad familiar y la forma como se han fortalecido a través de la práctica misma. Saldrán a flote características patriarcales, de sometimiento femenino, desigualdad en las relaciones de poder, maltrato y abuso familiar, asunción de valores de poder y sumisión y, muchos más, que difícilmente son abordados en el núcleo familiar.
- Con base en los dos ejes anteriores es posible arribar a la comprensión del momento actual de encierro obligado que demanda formas diferentes de relación para enfrentar el Quédate en Casa de la mejor manera. Es un momento que abre puertas no solo para la distribución equitativa de las tareas domesticas sino, de manera central, para la comprensión de los problemas a los que nos enfrentamos desde su proceso de constitución. Será muy diferente que la distribución de tareas sea de manera voluntaria a que se llegue a ellas por imposición desde la jerarquía familiar. del mismo modo será la oportunidad de compartir entre los integrantes de la familia los problemas de recursos económicos, laborales, sanitarios, alimenticios, servicios, vivienda y, por supuesto, educativos también. La pregunta inicial puede ser ¿cómo nos encontramos en relación a estas problemáticas?. Este abordaje es fundamental realizarlo con base al dialogo y platica familiar en donde todos tengan algo que decir sobre lo que piensan, sienten o hacen en cuanto cada problemática abordada. Estando en el hogar es factible romper con el formalismo de estar sentados alrededor de una mesa o algo parecido, simulando, a tomar clases de manera presencial; la importancia de esta actividad se centra en el hecho de la espontaneidad y libertad para expresar el pensamiento y el sentimiento por lo que bien puede realizarse la actividad al estar preparando la comida, limpiando la casa, lavando la ropa u otra actividad domestica que se haya determinado por la propia familia.
- Las respuestas serán muy importantes considerarlas en la misma dimensión de respeto para todos los integrantes. Sus argumentaciones, seguramente, serán contradictorias o distintas en todos ellos pero al final de cuenta son argumentaciones valiosas que permiten identificar la manera de pensar, sentir y actuar de los integrantes para arribar a determinados acuerdos que posibiliten formas de vida familiar diferente en la búsqueda del bien común y la ayuda mutua. Tales acuerdos conforme el tiempo de encierro obligado pasé serán motivo de nuevas platicas y argumentaciones para cambiarlos o mejorarlos. Una práctica que puede llegar a ser común en la dinámica familiar. La forma en cómo se expresen las respuesta tienen que ser creativas y con mucha imaginación. Recurrir las clásicas formas de pregunta y respuesta no permite potenciar el nivel de expresión en las personas. Optar desde representaciones manuales a través de recortes, papiroflexia, hasta maquetas con plastilina o barro son formas que ponen en común las maneras de expresión familiar. Primero de manera individual y, posteriormente, una construcción colectivo por todos los integrantes. También es factible recurrir a los relatos, narrativas o dibujos que den la oportunidad a hijos y madres de expresar sus sentimientos, pensamientos y acciones.
Fomentar la creatividad e imaginación como motores del pensamiento autónomo en los estudiantes pasa, en primer lugar, por nosotros los maestros para proponer formas distintas en la educación de las nuevas generaciones. Las planeaciones por competencias para la evaluación de aprendizajes clave y verificar el máximo logro de los alumnos está fuera de lugar en situaciones de crisis como la que pasamos. La educación tiene que jugar un papel determinante en estos momentos para comprender los problemas a los que nos enfrentamos y trazar estrategias colectivas orientadas por el bien común de las familias y la población. No se trata solamente que los maestros movamos o cambiemos de lugar nuestra práctica sino que, realmente, la transformemos para bien de todxs.
Lo aquí expuesto es una propuesta para abrir puertas, una alternativa: un cambio de orientación, para encontrarnos todos, todas y todes: para construir el común, desde la emergencia, desde donde estamos ahora.