Por: Danae Cartas Albores. Colectivo Educación Especial Hoy. 09/12/2019
Una de las características de la educación mexicana es copiar sus modelos de otros países, fracasando en sus intentos de “adecuarlos” a nuestro contexto sociocultural; esos intentos no han sido más que eso: opciones que han quedado a medias; mitos o aproximaciones a lo que se quiso hacer pero no se logró.
Pero ¿porqué ocurre esto, tan tontos somos?, la respuesta es más simple de lo que imaginamos.
Empecemos por el sistema económico y político; desde la entrada del presidente Miguel de la Madrid el rumbo del país quedo determinado –y condenado- durante los siguientes sexenios; con la implementación del modelo neoliberal perdimos soberanía dejando al país a cargo de las instituciones privadas: en manos de las empresas, pero ¿cómo? ¿cuándo y por qué?.
Regresemos a la época de 1982-1986, el narcotráfico comienza a permear en el país; las drogas como festín de bufete empiezan a pasar por México, surgen nombres y corridos de narcotraficantes convertidos en semihéroes; De la Madrid permite que Estados Unidos intervenga aún más en México, abriendo una parteaguas en nuestro Sistema Educativo Nacional. Se comienza hablar del Neoliberalismo y como su aliado principal: el eufemismo de “progreso”.
Contrariamente al modelo social, se implementan cambios profundos en la educación pública, todo esto con el enfoque sociocultural como bandera; aquí hago una pausa para invitar al lector a la reflexión:
¿se puede instaurar un modelo sociocultural en el momento más férreo del neoliberalismo, o solo fue una jugada de enajenación?
Acto seguido surge lo mencionado en el primer párrafo: como medida de globalización, y supuesta “modernidad” tan en boga, y como resultado de los tratados internacionales suscritos y ratificados por México; comienzan a tomarse de aquí y allá modelos educativos, pensares, ideologías, métodos y técnicas; una de las primeras fue precisamente retomar la educación Europea, claro, ¿qué importa el contexto, la revolución francesa, el oscurantismo, la peste negra, los vestidos victorianos, la URSS y tantos sucesos históricos?
La SEP desechó toda la historia y pensó que lo social era lo mejor y se aplicaría sí o sí pese al momento por el que México atravesaba, de manera que los sucesores de Miguel de la Madrid, solo se dedicaron a legitimar la educación neoliberal auxiliándose no solo de la iniciativa privada, también de la mano de “académicos de escritorio” como vulgarmente los llamamos entre colegas educativos.
Los académicos de escritorio surgen a partir del neoliberalismo, porque es aquí donde la educación se volvió un negocio muy redituable y rentable; también es en este periodo donde el maestro empieza a ser visto como un agente de información y “transmisión de conocimiento”, pero no como agente de cambio y de mediación educativa, a pesar de tener las habilidades y formación para ello. Se comenzó a bombardear a los profesores con una serie de documentos, libros y “capacitaciones” por parte de empresas privadas y se dio paso a una de las peores elecciones que la educación a la mexicana tomó: dejar en manos de las empresas privadas a los maestros, sin importar que esta medida exponga la deficiencia del Estado por no cumplir con sus obligaciones; al contrario, al tratar de paliar y ocultar sus errores, se aumentó y profundizó la brecha entre lo que los académicos creen que debería de ser la educación y lo que realmente es dentro de las aulas.
Los académicos resultantes de las instituciones privadas (y algunos de las públicas), tienen una característica particular: únicamente hacen uso de la teoría para elaborar planes y programas de estudio, así como los cursos y talleres a los que envían a los maestros a capacitarse, maestros que si conocen la realidad y necesidades de sus alumnos y colectivos escolares.
¿Cuál es la realidad del aula, teorías y supuestos de la educación mexicana?
En 2019 se esbozaba un cambio en la educación, Esteban Moctezuma Barragán prometió una “Nueva Escuela Mexicana”, dijo que el papel del docente sería nuevamente reconocido y aplaudido por la sociedad.
¿La realidad? Legitimó más el modelo educativo neoliberal, implementando como parte de su capacitación para docentes a instituciones privadas, quienes traen a Doctores y Licenciados de Europa y América Latina a “capacitarnos”, pero nunca, a un docente inmerso en la educación mexicana. En cuanto a Educación Especial, deberían ser sus maestros quienes capaciten a sus colegas de Educación Básica en atención educativa a alumnos con discapacidad y con necesidades educativas especiales.
Pero esto no ocurrió, al contrario, se eliminó la anterior Ley General de Educación, y con ella el artículo 41, que amparaba la existencia de la Educación Especial como modalidad, y se instauró como mandato Constitucional, la elaboración e implementación de una Estrategia Nacional de Educación Inclusiva (ENEI), la cual será utilizada para ahorrar aún más dinero en docentes especializados en Braille, Lengua de Señas Mexicana, métodos alternativos de comunicación y alfabetización, etc.
La cantidad de Centros de Atención Múltiple (CAM) y su matrícula, serán reducidos por lo menos a la mitad y los Centros de Atención a Estudiantes con Discapacidad (CAED), han recibido una asignación presupuestal que los condena a la desaparición; y así “todos incluidos y felices” bajo la creencia de una Nueva Escuela Mexicana que más que nueva parece retroceder a los años en que la política de Integración Educativa se instauró en Educación Especial; porque con aulas de 35 alumnos en preescolar, 45 alumnos en primaria y hasta 55 alumnos en secundaria, ¿en realidad se puede ser inclusivo?, no hay forma.
El mismo Booth hace alegoría de que “para ser una escuela inclusiva primero se requiere una sociedad inclusiva, aulas accesibles y docentes formados para ello”, ¿Estamos listos para ser escuelas inclusivas? No se cuentan con equipos multidisciplinarios completos, algunas escuelas continúan en aulas prefabricadas desde el terremoto del 2017, las escuelas con mayor índice de vulnerabilidad, a duras penas cuentan con tres docentes especialistas por Zona Escolar y entre las vacantes, plazas e interinatos nunca hay uno fijo que dé continuidad a los procesos educativos de los alumnos que enfrentan Barreras para el Aprendizaje y la Participación.
¿Qué hacer cuando la mayor Barrera para el Aprendizaje y la Participación es el Estado y su política neoliberal?
Al docente de Educación Especial solo le queda respirar profundo, atender las necesidades educativas de los alumnos sin un equipo multidisciplinario completo que lo apoye, con un horario de 8:00 am a 12:30 pm y de suerte que existan docentes frente a grupo que estén interesados en permitir se haga flexibilidad curricular y no enfrentarse con la barrera actitudinal de algunos profesores que dicen “yo para qué quiero que me ayudes si ya lo sé todo”, respuesta patrocinada por una cultura de competencia, productividad y poco raciocinio; anexando a esto, están los académicos de escritorio que citan Vigotsky sin recordar que él fue uno de los autores más representativos de la URSS, quien lejos de fijarse en el producto observaban al humano.
Finalmente la educación a la mexicana continúa navegando en aguas neoliberales, transformando a sus alumnos en una masa encefálica de productividad pero jamás de humanismo. Mientras, los académicos de escritorio nos siguen diciendo que la inclusión es lo que debemos hacer porque la Educación Especial segrega, discrimina y debe ser eliminada.
Si, nos lo dicen mientras llegan con sus empresas privadas para “capacitarnos” y repetirnos que las noches son largas y el café barato, ¿Dónde quedo el modelo social en este tipo de afirmaciones?
Educación Especial necesita reivindicar su labor especializada, enaltecer su disciplina y olvidar a todos esos académicos que desde su escritorio, han hecho de la educación mexicana una herramienta y arma para perpetrar un sistema que no nos permite analizar y razonar, pero sí producir 8 horas al día y 6 horas de camino al trabajo, todo por un salario indigno que servirá para pagar el adeudo resultante del Buen Fin durante doce meses.