Por: Claudia Arriaga. Haz Ruido. 14/09/2020
El caso de este niño de 12 años se viralizó en redes sociales, pero de poco sirvió; hasta el momento, sigue viviendo en condiciones de precariedad, lo que dificulta que pueda tomar clases a distancia.
El niño Eder Alberto tiene 12 años, pasó a sexto grado de primaria y en el intento de comprarse una tableta o computadora para poder hacer sus tareas, ofreció sus servicios para hacer “mandados” en el fraccionamiento de Ciudad Caucel. Su historia se hizo viral en las redes sociales y muchos medios de comunicación acudieron a entrevistarlo, pero esto de poco sirvió, no logró su objetivo, por el contrario, recibió muchas críticas.
El pasado 24 de agosto, este pequeño, junto con 30 millones de estudiantes de México, regresó a clases, sólo que en está ocasión fue a distancia por la pandemia del Covid-19. Lamentablemente, la nueva modalidad ha puesto en manifiesto todos los obstáculos económicos que enfrentan niñas y niños para tomar clases desde casa.
Eder, por ejemplo, hasta antes del mes de julio no tenía un techo seguro donde dormir e incluso, hasta el día de hoy, no cuenta con un televisor propio, un celular o una tableta.
Él y su familia pertenecen al 55.7 por ciento de personas en México que no cuentan con una computadora y al 7.5 por ciento que no tiene un televisor según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2019.
Debido a que Eder se hizo viral al manifestar su interés de trabajar para comparse una computadora, su madre, la señora Yaneli Aracely Sonda Ramírez, fue acusada de explotarlo. En vez de recibir ayuda, sufrieron críticas.
Ella es madre soltera y hasta antes de la pandemia, era trabajadora del hogar, se dedicaba a la limpieza de casas. Pero ante el temor de contagios, perdió su único ingresos, por lo que debió cinco meses de renta del cuarto en donde vivía con sus hijos Eder y Estefani. Al poco tiempo fueron desalojados.
Pero gracias a doña Reina, a quien conocieron cuando salieron a buscar un lugar en donde dormir, Eder y su hermanita de diez años pudieron seguir estudiando.
“Ese día salimos los tres con 30 pesos en la cartera a caminar para ver si veíamos un lugar dónde quedarnos, no podía dormir en la calle con mis dos hijos. Nos acercamos a la casa de doña Reina porque vende panuchitos y le compré tres, uno para cada quien, y le platiqué de mi situación. Entonces, ella me ofreció un cuarto que no utilizaba”, explicó Yaneli Aracely.
Doña Reina no les cobra renta y a cambio la ayudan a atender su puesto de panuchos. Y aunque les presta el televisor a los niños para que puedan ver sus clases, la casa no cuenta con internet, por lo que de todas formas enviar sus tareas es complicado. Eder también pertenece al 30 por ciento de la población que no cuenta con este servicio.
“La señora me prestaba la tele para ver las clases, pero no queremos estar molestando. Me motivé para juntar dinero y comprar una tableta o computadora. Yo quiero estudiar para ser un buen ingeniero de grande”, relató el niño.
A su corta edad, Eder es consciente de la precariedad económica en la que vive y su sueño es seguir estudiando. Se ha esforzado e intentado ganar dinero para comprarse una tableta o computadora y a ayudar a su mamá; sabe que tiene una meta difícil, porque la gente no lo emplea para no exponerlo, pero se rehúsa a rendirse.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ.
Fotografía: Haz Ruido