Por: Macaon y Podalirio. Trabajadores del IMSS Bienestar. 15/01/2025.
“Este sistema de salud pública ya es el más eficaz en el mundo, dije que iba a ser como el de Dinamarca. No lo es, es mejor que el de Dinamarca”
AMLO, Zócalo de la CDMX, 1 de septiembre de 2024
A partir de la pandemia del Coronavirus en 2019, la salud pública se volvió el tema de mayor importancia en el mundo. No solo por el número de muertos, sino por las secuelas que dejaba en los vivos. Secuelas respiratorias e inmunológicas; agudización en los malestares crónicos; vulnerabilidad de la salud mental; etc. A las cuestiones de carácter médico se le agregan una serie de fenómenos sociales que estaban presentes pero que se visibilizaron en magnitudes desconocidas, como fue la precariedad laboral, la inseguridad financiera de las familias, el acceso desigual a la infraestructura tecnológica, educativa y en específico, a la atención médica profesional.
Todos estos desafíos mundiales cobraron una dimensión dramática en este país. Las cifras de contagios, hospitalizaciones y defunciones no solo fueron elevadas, sino que hacían dudar de la prestigiada tradición epidemiológica mexicana. Ocurriendo apenas un año después de la tan esperada victoria de la Cuarta transformación, este fenómeno podía poner en jaque no solo la retórica obradorista, sino su proyecto político. Pero no fue así…
A pesar de la propaganda de la oposición derechista o de las imágenes afuera de los hospitales, el discurso del gobierno federal siempre tuvo como únicos responsables de la crisis sanitaria a los gobiernos anteriores, que a causa de su desmedida corrupción habían dejado en ruinas un sistema de salud ya de por sí muy precario. Hospitales sin mantenimiento, farmacias sin medicamentos, clínicas sin personal. Nos decían que la población mexicana estaba siendo asesinada no por el COVID, sino por las morbilidades que acarreaba años atrás: obesidad, diabetes, hipertensión arterial y un largo y vergonzoso etcétera, que tenían como responsable al sistema político, pero también a las corporaciones que se habían enriquecido a través de la comida chatarra a costa de la salud del pueblo mexicano. Y el encantamiento rindió efecto, el oficialismo salió vivo y fortalecido de esta crisis.
El buen patrón ¿por su casa empieza?
Mientras esto ocurría en el espacio de la opinión pública, la fuerza laboral que fue convocada para enfrentar la emergencia estaba pasando por una situación crítica. Existía un déficit de personal especializado e incluso de infraestructura básica en los establecimientos de salud, que se revelaban como cascarones vacíos. Por si fuera poco, la situación de inseguridad y violencia que se extendió por el país a raíz de la guerra contra el narcotráfico, tuvo en el personal médico uno de sus blancos más codiciados. Existen montón de historias de estudiantes y profesionistas que fueron levantados por células del crimen organizado, siendo obligados a atender a sus sicarios. El saldo fatal aún es incierto, y aunque hubo movimientos de denuncia y protesta en el sector médico, dejó como resultado el abandono de varias unidades de salud, en especial en las comunidades más alejadas y marginadas.
Dado que los trabajadores de la salud no dejan de estar expuestos a la misma condición que su comunidad, el sistema se encontró con que gran parte de su plantilla podía enfermar de gravedad si se contagiaba de Covid. En la CDMX la autoridad decidió mandar a resguardo domiciliario a todos sus trabajadores que podían correr riesgos, sin embargo, en la emergencia tuvo que recurrir a un programa emergente de contratación para hacer frente a la alta demanda de atención. El esquema fue claro, aprovechar la enorme flexibilidad laboral ofreciendo condiciones muy precarias de contratación, lo cual habían aprendido bien de sus antecesores neoliberales (“te convertiste en lo que juraste destruir”, decía Obi Wan al joven Anakin en Star Wars). Los trabajadores se vieron ante la alternativa “morir de hambre o morir de neumonía”, en medio de una ola de despidos y cierres, aceptarían cualquier oferta de empleo.
El resultado era lógico. Mientras llegaban imágenes de la prensa europea con homenajes al personal de salud, en México se difundían las acciones de protesta como cierres viales o marchas exigiendo el material mínimo de protección del personal, como caretas, gel desinfectante y cubrebocas, los cuales escasearon todo el tiempo y los trabajadores tuvieron que cubrir por sus medios. De igual manera, se descubrió una paradoja perversa, el personal que enfrentaba una crisis de salud, no tenía seguro médico, ya que su condición de trabajadores eventuales o por honorarios los limitaba a su salario y no gozaban de derechos laborales ni de organizaciones sindicales que los defendieran. En pocas palabras, agradecidos deberían estar estos héroes por tener trabajo, siempre puede ser peor, y si lo dudan, que se asomen al estado de los trabajadores de instituciones privadas de salud.
Prometer no empobrece
En el transcurso del sexenio de AMLO la estrategia de salud fue reemplazar el modelo del Seguro Popular de los gobiernos panistas, por el INSABI, el cual jamás termino de arrancar y fue abortado de manera temprana, sustituyéndolo en su mismo sexenio por el IMSS Bienestar, que prometía una atención eficaz, gratuita y universal, cumpliendo con el principio de austeridad de su gobierno. En medio de estos cambios, los trabajadores empezaron a preguntar sobre su situación, circulando la consigna de “Basificación ya”.
La respuesta de la federación fue que, al homologar todas las instituciones de salud, los trabajadores serían reconocidos y regularizados, acabándose los contratos a tiempo parcial y dignificando así su situación. Incluso Claudia Sheinbaum comenzaría su campaña rumbo a la presidencia en un acto dentro del Centro Médico Siglo XXI con cientos de acarreados de los servicios de salud de la CDMX, prometiéndoles que todos y cada uno serían basificados ese mismo año.
Sin embargo, a pesar de los compromisos de justicia laboral, dos años después la situación de la base trabajadora dista mucho de ser lo esperado. Esto lo detallaremos en la siguiente entrega…
Fotografía: tomada de Facebook