Por: Témoris Grecko. Aristegui Noticias. 08/01/2017
Cualquiera podía prever que la reacción popular ante el gasolinazo iba a ser fuerte. Ciudadanos que preferían no enterarse de lo que pasaba o que –pese a todo- apoyaban al presente gobierno, fueron sorprendidos con una patada directa a sus bolsillos, o en medio de ellos. Situaciones similares en otros países han conducido a cambios de régimen. Ahora, se preocuparon por preparar el golpe con sigilo, lo dieron en temporada vacacional y sin duda elaboraron estrategias para contrarrestar el descontento. Es un proceso obvio.
¿Cómo mantener a la gente bajo control? En México no han inventado nada: mediante técnicas de miedo y descrédito. Se están registrando hechos violentos, no hay duda. ¿Cuántos de ellos son responsabilidad de manifestantes legítimos y cuántos son provocaciones de los grupos de choque -llamados porros en este país- que suelen actuar bajo órdenes del PRI, del PVEM, del PRD y del PAN, entre otros grupos de interés?
Más allá de las cosas que sí suceden, ¿cuántas se dice que ocurren pero nunca tuvieron lugar? Elaboraron audios para redes sociales, difundieron fotografías de violencia que en el fondo tenían letreros escritos en árabe (porque corresponden a Egipto y no a Tultepec), crearon rumores de todo tipo, incluso de inminentes golpes de Estado e intervenciones militares, y promovieron la noción de que todas las protestas se convierten en pillaje.
Para los medios tradicionales, no ha sido difícil poner la violencia como tema principal y desplazar el gasolinazo a una posición secundaria: ahora es más importante, siguiendo su agenda, enfatizar la respuesta de la gente que se organiza para protegerse, y con ella la “unidad de los mexicanos” en la que insistió Peña Nieto en su mensaje del jueves por la noche.
De esta forma, lograron que miles de ciudadanos se quedaran temerosos en casa y que muchos más rechazaran las movilizaciones legítimas al tragarse el cuento de que sólo eran pretextos para el vandalismo.
Son mecanismos clásicos que han sido puestos en práctica en Estados Unidos, China, Egipto, Turquía y muchos sitios más, no hay nada nuevo.
Un problema de educación y resonsabilidad
La diferencia hoy son las redes sociales. En lugar de que internet haya servido para mantener a la ciudadanía informada, estos instrumentos han funcionado con eficiencia inaudita aprovechando, precisamente, a una ciudadanía desinformada y no educada para distinguir la información verdadera de las falsificaciones. Oleadas de bots (cuentas de personas inexistentes, manejadas en grupo) se encargaron de esparcir la desinformación para que, después, usuarios incautos y poco responsables, por decenas de miles, se convirtieran en instrumentos de estas maniobras, replicando en automático todo lo que les llegaba, sin detenerse a comprobar su verosimilitud o si la fuente era confiable.
Muchos de ellos se hicieron eco de los medios y líderes de opinión a los que siguen, en los que han depositado su confianza. El hecho de tener esta influencia debería potenciar el sentido de responsabilidad de estas figuras. No lo han hecho así, obviamente. Unos, porque están participando del juego del rumor y la confusión.
Otros porque, me parece, ni entienden ni quieren entender. Como ejemplo pondré el de Chumel Torres, un YouTuber que ganó fama en internet con un formato humorístico de noticias, “El Pulso de la República”, recientemente adquirido por la cadena estadounidense HBO. En una cadena de tweets, Chumel asumió la versión de que las protestas se convierten en saqueos y condenó a todos los “chairos” que se oponen al gasolinazo porque no tienen el sentido común del que Chumel presume. Cuando algunos usuarios le señalaron que las bandas responsables podían no ser manifestantes sino porros, respondió “me sorprende su capacidad de diferenciar grupos de choque a simple vista, deberían trabajar para el CISEN”: ¿entonces él sí diferencia a simple vista a grupos de manifestantes?
A partir de una percepción no contrastada con la realidad ni con la historia, Chumel utiliza su megáfono tuitero (casi 600 mil seguidores) para hacer campaña del lado de los que aseguran que la protesta social es ilegítima, violenta y delincuencial; pone su influencia a promover el miedo y el descrédito; difunde datos falsos (“en los últimos 4 años no ha habido una sola protesta en México que no termine en vandalismo”).
Y en un gesto sorprendente, convierte la denuncia de los saqueos en un ataque a un derecho fundamental: “No nos merecemos la libertad de expresión”. No existe relación entre la violencia delincuencial y la libertad de expresión, es obvio. Es como denunciar que un robo a mano armada es un abuso del discurso. Pero Chumel convierte este problema en un alegato cuya implicación es que a este pueblo deberían arrebatarle la libertad de expresión. Tal vez no lo sepa pero el argumento que empleó es típicamente utilizado para justificar dictaduras y golpes militares (los dueños de las tiendas de autoservicio están pidiendo la intervención del Ejército, y esto no es un cuento).
En 24 horas, la denuncia de la libertad de expresión que hizo Chumel fue retuiteada 4,300 veces y 8,200 cuentas pusieron que les gusta.
En los últimos 4 años no ha habido una sola protesta en México que no termine en vandalismo.
No nos merecemos la libertad de expresión.
Si le parece que el problema es la libertad de expresión, Chumel podría empezar por renunciar a la suya. E irse a vivir a Arabia Saudí. O tratar de hacer un programa como el suyo en el México de Díaz Ordaz o Echeverría.
Este youtuber ha aprovechado muy, muy bien la libertad de expresión, para decir lo que se le ha antojado y como se le ha antojado, y además hacer buen negocio con ello. Eso no está mal. Pero él no ganó esa libertad de expresión. A él no le costó nada. La ganaron los que lucharon por ella antes que nosotros, perseguidos, pisoteados, arrojados a la pobreza por plantear ideas incómodas. Y hoy mismo, muchos periodistas, escritores y activistas padecen en carne propia las consecuencias de hacer uso de esta libertad: con el equipo de Ojos de Perro, como parte del rodaje de un documental sobre violencia contra periodistas, hemos pasado meses recorriendo la frontera norte del país, el sur, el sureste, Veracruz y el centro, hablando con los familiares de los asesinados, con los reporteros que han sido secuestrados o encarcelados, con los editores que tienen que tomar decisiones contra los deseos de los políticos y los cárteles.
Gente que sí hace periodismo, por cierto, no juega a ello. Y asume los costos.
El fallo de Chumel puede tener que ver con las ínfulas de quien se marea sobre un ladrillo, además de falta de lectura y carencia de herramientas para interpretar el presente y el pasado. Pero su caso debe servirnos para entender la problemática general: en un momento extremadamente delicado, una enorme cantidad de usuarios renunciaron a hacer un uso correcto de su poder de compartir y se dejaron utilizar, para beneficiar a aquellos que les están aplicando este injusto castigo, porque la apuesta es hundir la protesta social y aplicar la inyección con las menores consecuencias.
En parte, presumo, esto es un problema de educación, de que no entienden ni lo que llega a sus ojos ni lo que comparten, con sus consecuencias. Pero también es de falta de responsabilidad.
Antes de compartir, verifica:
-El medio en el que encuentro esta información/convocatoria/denuncia, ¿es confiable? ¿Es serio? ¿Está bien escrito? ¿El texto tiene firma?
-Ese texto, ¿me explica de dónde saca sus datos? ¿Tiene fuentes como personas con identidad comprobable, con autoridad para hablar sobre el tema, documentos creíbles, ligas a la fuente original?
-Si paso la foto por Google Images, ¿corresponde al evento que me indican o a otro?
-¿Me están dando con claridad la información básica, respondiendo a las preguntas qué, quién, dónde, cuándo, cómo?
-Esta información, ¿puede ser verificada o contrastada con una búsqueda en internet?
-Si el medio o persona que te lo pasó no te da suficiente confianza, ¿puedes hallar esta información en otros medios más serios?
-Si sigues teniendo dudas, ¿hay alguien que sepa del asunto y en quien puedas confiar, para que te explique?
#RETOSENADORDIPUTADO
Otra figura de YouTube, más inteligente y propositiva, es la de Carlos Chavira, quien ha señalado que el Poder Legislativo capacidad de impulsar cambios a la Ley de Ingresos y revertir el gasolinazo.
Por eso lanzó el reto de asumir iniciativas en este sentido:
Ver video del RETO
Fuente: http://aristeguinoticias.com/0601/opinion/como-nos-dejamos-enganar-en-dias-de-rabia-articulo-de-temoris-grecko/
Fotografía: aristeguinoticias