Por: Ulises Noyola Rodríguez. Alai. 28/09/2017
La conversión de China como el nuevo taller del mundo ha revivido la desesperación de Estados Unidos que, en un intento desesperado por mantener su hegemonía mundial, recurre a agresiones comerciales y militares con el fin de acabar definitivamente con el ascenso del gigante asiático.
La investigación comercial de la administración de Donald Trump tiene el objetivo de demostrar el robo de tecnología por parte de China, que invierte sustantivamente en la industria estadounidense y demanda a las empresas norteamericanas transferir ciertos procesos productivos como requisito para ingresar al mercado chino1.
La preocupación de Washington sobre el ascenso de Beijing aumentó en los últimos años dado que el gigante asiático cada vez más produce su propia tecnología, de suerte que podrá competir en la producción de manufacturas contra sus pares estadounidenses en el mercado mundial.
La aparición de las grandes empresas chinas involucra numerosos sectores tecnológicos como Alibaba en la producción de Internet, Xiamoi en la creación de software, Geely en la construcción de automóviles eléctricos. De esta manera, la expansión de las corporaciones chinas amenaza la rentabilidad del capital estadounidense, que se encuentra sumido en un estancamiento tecnológico.
Si la investigación llegara finalmente a culpar a China de robo de tecnología, el gobierno de Donald Trump podría aplicar aranceles sobre las transacciones comerciales con la justificación de que el gobierno chino está llevando a cabo prácticas comerciales injustas. Sin embargo, las medidas proteccionistas del gobierno norteamericano despertarían la furia de Beijing por medio de aplicación de contra-medidas comerciales en contra de Washington.
Las posibles medidas del gobierno chino podrían incluir la imposición de varios aranceles, la venta masiva de bonos norteamericanos y la restricción de compra de dólares para la conformación de las reservas internacionales. Es por esta razón que el gobierno de Donald Trump abordó cautelosamente la investigación comercial de China, por lo que contempla que la investigación podría durar más de un año2.
De todas formas, la economía estadounidense quedaría devastada por la contra-ofensiva de Beijing en un momento donde los índices del gobierno de Donald Trump han tocado mínimos históricos. Aparte de esto, el gobierno norteamericano se encuentra cada vez más aislado en la escena internacional después de adoptar una posición proteccionista en la última reunión del G-20 y sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Paris.
Por otra parte, las tensiones entre Estados Unidos y Alemania se han vuelto casi insostenibles durante los últimos meses debido a la posible imposición de aranceles de Washington sobre las exportaciones alemanas y la aplicación de sanciones económicas a las empresas europeas que tengan convenios con el sector energético de Rusia.
Como consecuencia de la agresión estadounidense, Brigitte Zypries, el ministro alemán de Economía, declaró que la Comisión Europea aplicará contra-medidas en caso de que Estados Unidos imponga sanciones económicas sobre las empresas alemanas que colaboran con Rusia3. El gobierno norteamericano acabará de construir su propia ruina si impone sanciones sobre las empresas alemanas, ya que solamente reforzará la alianza entre Alemania y China en contra de Estados Unidos.
En contraste con el aislamiento norteamericano, el gobierno chino tiene de su lado a los países europeos con quienes pretende firmar un tratado de inversión y formar una zona de libre comercio que incluya a los países miembros de la Unión Europea. De esta forma, el gigante asiático dependerá menos de las trasferencias tecnológicas de Estados Unidos y apoyará su base tecnológica en Europa.
Por añadidura, la canciller Ángela Merkel, en la última visita del primer ministro chino, se mostró dispuesta a resolver sus diferencias con el gobierno chino en relación a la aceptación de China como una economía mercado en la Organización Mundial de Comercio4. El apoyo alemán será decisivo ya que debilitará la oposición de Estados Unidos en el seno de la OMC y potenciará las exportaciones chinas al resto del mundo.
Además de crear su propia tecnología, el gigante asiático está construyendo el nuevo centro de la economía mundial situado en Asia, que estará conectado por medio de la Ruta de la Seda. La conclusión de esta ruta atemoriza a Washington ya que refuerza las alianzas del gigante asiático dentro y fuera de Asia, mientras que potencia la competitividad de las empresas trasnacionales chinas.
Por un lado, el nuevo centro de la economía mundial es impulsado tecnológicamente por las inversiones de los países integrantes del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. De esta manera, el gobierno chino fortaleció sus relaciones con setenta países que ya forman parte en la institución financiera, cuyo principal propósito es apoyar la integración económica del continente asiático.
La gran necesidad de obras de infraestructura permite, además, que los bancos estatales chinos financien proyectos de los países integrantes de la Ruta de la Seda. Por ejemplo, el Banco de Exportaciones e Importaciones y el Banco de Desarrollo de China, a mediados de 2017, tenían un monto de 200,000 millones de dólares en préstamos pendientes de los países que integran la Ruta de la Seda5.
Por lo tanto, los bancos chinos pueden diversificar su cartera de préstamos en el exterior, lo cual permite reducir la carga de los préstamos en impago de los sectores en sobrecapacidad. Al mismo tiempo, los sectores en sobrecapacidad, particularmente en la construcción, tienen la oportunidad de expandirse con proyectos rentables que mejora su situación financiera.
Los proyectos de infraestructura de la Ruta de la Seda mejoran así la competitividad y la experiencia de las grandes empresas constructoras de China, ya que están construyendo una gran variedad de líneas de transporte como carreteras, puertos, oleoductos y gasoductos, pero también parques industriales con el fin de establecer acuerdos de cooperación en la agricultura, manufactura, educación y turismo6.
En resumen, el ascenso de China como centro manufacturero difícilmente podrá ser detenido por Washington dadas las fuertes relaciones que ha construido el gigante asiático con el resto del mundo. Las agresiones comerciales de Estados Unidos contra China solamente contribuirán a hundirlo en una crisis económica de la que saldrían aún más debilitados para poder reconquistar su hegemonía.
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Fotografía: mundo.sputniknews.com