Por: BLOGHEMIA. 14/11/2020
“Los hombres son conscientes de sus deseos e ignoran las causas que los determinan.”
Baruch Spinoza (1632 – 1677), filósofo holandés famoso por haber sido excomulgado de la comunidad judía por la definición que le dio a Dios. Considerado como el precursor de la filosofía moderna, refuta la existencia del libre albedrío y estipula que la Naturaleza y Dios son uno. Su visión del libre albedrío influirá en las próximas generaciones de filósofos. Esta ilusión de libertad en el sentido sartreano significa que el hombre debe perseverar en su ser (noción de conatus): el determinismo se opone al libre albedrío.
Lejos de ser inevitable, ¿sería una ética de vida para un hombre más fuerte?
Para Spinoza, el libre albedrío es solo una ilusión. En realidad no se me presenta elección, una cadena de causas me lleva a realizar una acción. Si tengo que comerme una manzana hoy es porque se cumplen todos los criterios para comerla, pero bien podría no comerme. Es la consecuencia de causas que se relacionan con las leyes de la naturaleza en su conjunto. Casi instintivamente tendemos a creer que siempre actuamos por nuestra propia iniciativa y que tenemos el control de nuestros pensamientos y acciones. Tenemos la impresión todos los días de que somos la única causa de nuestras acciones y nuestras ideas, nos parece obvio. Sin embargo, Spinoza estipula que no hay meta en el Universo y que las cosas siguen un orden determinado, por las leyes de la naturaleza y de Dios. Estas dos nociones son las mismas para el filósofo. La libertad, definida como libre albedrío, se opone a la idea de necesidad y determinismo. De hecho, si todo lo que ocurre en el universo ocurre según la cadena necesaria de causas y efectos, no tiene sentido hablar de libre albedrío. Esto supone admitir que hay contingencia (lo contingente es la posibilidad, la posibilidad de que algo suceda o no ).
Un acto procede del libre albedrío si pone en juego una iniciativa del sujeto que no debe concebirse como el efecto necesario de las causas antecedentes. El libre albedrío supone que el autor del acto se erige como causa primera del mismo. Para Spinoza, esta ilusión de libertad es una creencia irracional, porque supone hacer del Hombre un individuo que escapa a las leyes naturales. Sin embargo, no puede escapar a las leyes reales y está constantemente sujeto a esta necesidad natural. Esto no significa que el Hombre no sea libre, es que es libre para “perseverar en su ser”. Es decir, actúa según su ” Conatus »: El esfuerzo de la perseverancia en el propio ser. El mundo exterior está constreñido por leyes naturales pero internamente, el Hombre se desarrolla pensando, actuando de acuerdo con sus deseos pero sujeto a la Naturaleza y Dios. Un concepto que se encuentra en la filosofía en general, el Conatus de Spinoza es similar a la Voluntad de Schopenhauer y la Libido de Sigmund Freud. Ser libre para Spinoza es comprender sus pasiones y sus afectos para sufrirlos menos y actuar plenamente según mi Conatus.
En 1674, en Carta a Schuller, el filósofo esquematizó este proceso utilizando una piedra rodante:
Esta piedra, ciertamente, como solo es consciente de su esfuerzo, se creerá libre y solo perseverará en su movimiento por la única razón que quiera. Tal es esta libertad humana que todos los hombres se jactan de tener y que consiste únicamente en que los hombres son conscientes de sus deseos e ignoran las causas que los determinan.
Un análisis que parece paradójico, cuando hago una elección, tengo la impresión de ser libre. Pero esta ilusión surge de mi ignorancia: no conozco suficientemente bien las causas que me empujan a cometer tal o cual acción. El libre albedrío es una consecuencia de mi ignorancia en resumen. Para liberarse de esta ilusión, el hombre debe aprender a usar su razón y controlar sus deseos y pasiones. Spinozismo, ¿filosofía de la sabiduría?
La enseñanza de Spinoza es interesante en la actualidad, regida por el deseo de consumo permanente. El marco de referencia de Spinoza (Naturaleza y Dios) sirve para sentar las bases de la condición humana. Base intocable a la que estamos sujetos. Conserva la naturaleza y persevera en su ser. ¿Filosofía de vida en un momento en el que la protección del medio ambiente es una prioridad?
Tolerar las causas y las fuerzas que nos rodean es admitir que el Hombre no puede controlar permanentemente su entorno, es una barrera al progresismo desenfrenado y una interrupción en la búsqueda constante de la verdad. Una Naturaleza (y Dios) que sirve de modestia. Perseverar en el propio ser es ser consciente de las fuerzas que nos constreñen, dejar ir la voluntad de dominar el mundo. Opta por la razón haciendo a un lado los deseos y pasiones que despierta el libre albedrío. ¿Filosofía de la fatalidad? La naturaleza y Dios siguen siendo benevolentes y apuntan a liberarnos de nuestros deseos. Si las causas determinan nuestras acciones, esto no es inevitable. Es un orden que gobierna los acontecimientos sin ser tiránico.
Todos tienen el poder de entenderse a sí mismos y de comprender sus afectos de forma clara y distinta, si no totalmente, menos en parte, y por lo tanto tienen el poder de asegurarse de que tienen menos para sufrirlos
Liberarse de las necesidades es admitir la inmutabilidad de ciertas cosas, admitir un orden que nos gobierna a pesar de nosotros mismos, fortalecernos aceptando causas externas sin que sean inevitables. Al comprender racionalmente, ya no actúo según una necesidad externa a mi ser, sino según mi propia necesidad, y mediante este entendimiento racional, me libero de la esclavitud apasionada. El conocimiento de lo que nos determina, y por tanto del mundo que nos rodea, nos permite sufrir menos, utilizar la astucia con los determinismos y satisfacer nuestra propia necesidad. Acción que puedo tomar libremente sin intervención externa, solo con mi mente. No es necesario que un estado omnipresente transmita un pensamiento dominante dirigido a mejorar a las personas. En resumen, no existe el totalitarismo en el pensamiento spinoziano.
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Fotografía: BLOGHEMIA.