Por: Juan Antonio Guerrero Orrostieta. 24/02/2019
De izquierda a derecha.
En los últimos años, hemos sido testigos de como poco a poco se ha ido desmembrado a los partidos de izquierda, las altas esferas y algunos de sus integrantes han ido alterando y prostituyendo los principios con los que que fueron fundados para venderlos al mejor postor en los diferentes espacios donde participan, en particular, aquel que representó en su momento la resistencia al fraude electoral y la aceptación de participación de sectores de obreros, campesinos y empleados: el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Con la firma del “Pacto por México”, el 2 de a diciembre de 2012, un día después de la toma de protesta del presidente en turno, el entonces dirigente del Partido compromete apoyar en 5 grandes acuerdos que a la vez se traducen en 95 compromisos tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Prácticamente en el transcurso de 2 años, se aprobaron 11 “Reformas Estructurales” con la anuencia del PRI, PAN y obviamente, del PRD, así como las simpatías de algunos partidos de relleno como Nueva Alianza y Verde Ecologista. Esgrimian una férrea defensa de dichas reformas por ser beneficiosas y necesarias para la Nación -cosa que quizá pueda ser un gran punto de debate-.
Desdibujado, sin rumbo claro y con problemas internos, el Partido del Sol Azteca ve inerte la salida de sus filas de personajes de alto octanaje, resaltando la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas y de allí muchos más en cascada para buscar un espacio en otros partidos como MORENA, así también para sumarse a Proyectos Privados o de Gobiernos Independientes y de Derecha en diferentes niveles, básicamente, pasar de un Partido a otro dependiendo de los beneficios que éstos ofrecen.
Sin fuerza y prácticamente servil, el PRD se renta en 2017 al PAN y MC, con un candidato presidencial de derecha “Por México al Frente”, lo que quizás para muchos fue una aberración, empezando por el choque entre principios conservadores de unos y las bases socialistas de otros. Atestiguamos como gobernadores dieron “espaldarazo” en pleno proceso electoral -no por convicción, sino más por conveniencia- y militantes del Partido amarillo, más conscientes y congruentes de su identidad política, se alejaron de la práctica y dieron por sepultada la relación con la estructura de dicha institución, lo cual fue una señal clara de ruptura en todos sus niveles.
A final de cuentas, es política, y quienes la llevan a cabo -en su mayoría desde mi opinión -, son personajes con poca memoria a corto y largo plazo, que un día gestan alianzas y acuerdos para aprobar reformas, y al otro exigen quitarlas; promueven modificaciones, derogaciones y erogaciones de las leyes, sin siquiera conocer el contenido de las mismas; proponen auto-aumentos desquiciados de sueldos y prestaciones, que se traducen en más impuestos cargados a la sociedad para después, darse golpes de pecho; traicionar a su Partido y aún más importante, a quienes creyeron en ellos, seria algo muy lógico en esa línea de hechos incoherentes.
Concretamente, la percepción de muchas y muchos, es que el Partido de la Revolución Democrática está en fase terminal, prácticamente muerto, sin duda, causa y efecto de la desbandada de sus integrantes, de la falta de pericia de su dirigencia, del desencanto de sus militantes, pero sobre todo, por su participación en sucesos que fueron en contra de sus principios; entonces, un partido de izquierda que hace las veces de derecha, ¿puede sobrevivir?
Fotografía: sopitas