Por: Juan Alberto Flores Rosales. 28/12/2016
A partir del primero de enero de 2017 y por disposiciones del Gobierno federal se aplicará un incremento cercano al 20% al precio de las gasolinas y combustibles que se expenden en el país y con ello en automático se desencadenará un aumento en todos los precios de los bienes y servicios, afectando principalmente el ya de por sí muy menguado poder adquisitivo de grandes capas de la población, aumentando con ello, los índices de miseria, pobreza y marginación.
Para completar este negro panorama, el precio del dólar, moneda que se usa como referencia en el intercambio comercial, se establece en 21 pesos propiciando con ello, aún más, la escalada en todos los insumos y productos con lo que intercambian las empresas establecidas en el país.
Pero lejos de advertir que los multimillonarios fondos económicos adicionales que se recabarán en las finanzas nacionales se utilizarán en beneficio de la clase trabajadora, este incremento en todos los satisfactores que consume la sociedad mexicana no tiene otra justificación mayor cubrir los enormes y escandalosos desvíos de recursos económicos que ha hecho una clase política inepta, mediocre e ineficiente.
Este aumento en los precios que pagará el pueblo de México no tiene otra finalidad más que cubrir la ineficacia administrativa de nuestro adolorido País. Quienes integramos la clase trabajadora del país manifestamos nuestro más profundo rechazo a este criminal acto de gobierno que lanza a la desesperación a nuestros compatriotas más necesitados, y demandamos de la clase política en general suspensión inmediata del pillaje, castigo ejemplar a quienes han saqueado las arcas nacionales y estatales, y reorientación de la política económica del país para beneficiar a las y los Mexicanos.
No es ético ni moral, y mucho menos políticamente correcto que mientras las grandes capas de la población sobreviven con un mendrugo la clase política insensible que mal administra nuestros recursos naturales, en un país petrolero, descargue en la ciudadanía el costo de la crisis que ellos mismos, los gobernantes, han causado con su falta de patriotismo, de compromiso social y de amor a México.