Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Insurgencia Magisterial. 1 de octubre de 2017.
Hace poco más de cuatro años el gobierno de Enrique Peña Nieto pomposamente anunció el inicio de la mal llamada “Reforma Educativa”.
Miles de maestros, estudiantes normalistas, profesores jubilados y uno que otro ciudadano se manifestaron en las calles manifestando su desacuerdo con los lineamientos legales bajo los cuales se enmarcaba dicha “Reforma”, del otro lado una buena parte de la ciudadanía en lugar de darse cuenta de las condiciones lastimosas en las que se encontraban en ese entonces y en las que se encuentran muchas de las escuelas públicas de educación básica, en lugar de apoyar, se dedicaron a denostar al profesorado, tachándolos de “huevones” “pónganse a trabajar” y cosas por el estilo, ya que tanto los medios de divulgación oficiales como también algunas de las televisoras de mayor penetración en nuestro país, formaron una imagen de que los maestros “temían” ser evaluados.
No obstante, la labor de los maestros en movimiento de protesta trató de orientar a la opinión pública acerca de las consecuencias que este tipo de evaluación ocasionaría en el demérito de la calidad educativa en lo que se refiere al papel del maestro, desgraciadamente esto no fue suficiente y esa “reforma” que en realidad es una reforma laboral-administrativa, se puso en marcha y hoy en día, muchos de los maestros ya en ejercicio profesional han sido evaluados bajo criterios y parámetros que en lo absoluto han contribuido en el incremento de la calidad educativa, sino todo lo contrario.
Si ustedes queridos lectores –y seguramente así es- han estado al tanto de la problemática que se ha presentado, ya están enterados de la serie de situaciones que inclusive han hecho que el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) haya tenido que dar marcha atrás en ciertas evaluaciones, ya que tanto los criterios como los parámetros que miden, están mal elaborados.
En días recientes, nuevamente en redes sociales ha surgido una lamentable situación a la que se están enfrentando miles de maestros en ejercicio profesional quienes han sido evaluados, han tenido un resultado de “idóneos” –según los parámetros del INEE, pero sucede que les han suspendido sus pagos de nómina, sin que para ello exista justificación alguna por parte de las respectiva autoridades, tanto a nivel federal como a nivel estatal.
A continuación les transcribiré textualmente uno de los reclamos emitido por estos jóvenes profesores, que la verdad de las cosas me llenó de preocupación:
“…Querida SEV: En cualquier trabajo si no te pagan dejas de presentarte, pues al ofrecer un servicio es un derecho esa retribución. Sin embargo los maestros pasamos varias quincenas sin percibir nuestro sueldo; a pesar de esta situación nos seguimos presentando en nuestras escuelas con el deseo de enseñar y la firme creencia de que podemos generar cambios.
Sé que a pesar de la vocación docente, muchos compañeros se sienten desmotivados ante esta situación (no es mi caso) pues aunque haya mucha vocación y ganas, también hay hambre, necesidades. Incluso otras personas que dependen del sueldo de los maestros.
¿Cómo quieren una reforma, un nuevo modelo educativo, educación de calidad, si no le pagas su salario a quienes la brindan?, ¿Con qué derecho le exiges al maestro si tú no cumples tu parte del trato?
De acuerdo al “Nuevo Modelo Educativo” quieres niños felices, pero los maestros NO ESTAMOS FELICES. ¡YA PÁGAME SEV!…”
El que les escribe esta columna tiene muy presente algún comentario que en su momento externó un profesor –también de reciente ingreso en el servicio profesional- no le tememos a ser evaluados, es más, estamos acostumbrados a serlo, nada más háganlo bien.
La situación en la que las autoridades correspondientes están metiendo a los profesores en servicio, está completamente al margen de lo que señala la Ley General del Servicio Profesional Docente, ya que esta en ningún momento menciona que un maestro que sea evaluado y su contrato le sea renovado, deberá estar suspendido en sus pagos de nómina, esa es una situación por demás absurda y que atenta contra la forma de vida digan que cualquier maestro se merece, no olviden que muchos de ellos tienen que sostener a sus familias.
Este otro testimonio se me hizo por demás interesante pues refleja el sentir de muchos maestros en quienes he tenido el honor de tenerlos como mis alumnos y hoy como colegas, pues de alguna manera refleja lo que muchas veces debatimos en clase:
“…Desde la perspectiva que se forja con los ciclos universitarios y normalistas avanzados, externo el sentir de un neófito docente sindicalizado. Ya treinta días sin percibir un salario, como si fuera un recién ingresado o un filántropo en activo inusitado. Sin saber por dónde, el cómo o el para cuándo. Viajando asiduamente a una rural zona caliente así como es costumbre y ley en muchas partes del país defenestrado. Y con el alma a cuestas y el mejor de los ánimos, como un emisario del estilo de vida saludable, llego a mi cuarto bodega algo crispado, en el trayecto mucho queda olvidado, me tiende un abrazo y una sonrisa: una figura infantil. Sin duda ante todo el gris panorama, sigo siendo un privilegiado. Amo y señor de la cancha y de las clases divertidas. Y habiendo sido evaluado a mi ingreso, aguardo otra evaluación y después una más por si de mi capacidad se ha dudado. He llegado a un lugar cerca de mi hogar. Son seis horas de trayecto transbordado, el cadeneo, las reglas del juego y los azares aquí me han anclado. Al reinado de las piñas. Donde los niños gustan jugar a las atrapadas y son bastante osados. Y este colegio sagrado, el mayor matriculado de mi zona, presenta carencias y problemas de disfunción institucional. Ya vamos para casi un año sin cuatro maestros y todos los actores nos preguntamos ¿Hasta cuándo?
Somos maestros por vocación y lo hemos demostrado, rurales por clasificación, formadores en activo. Mismos que le dicen a los jefes furtivos atrincherados, vénganse a dar una vuelta y un baño de realidad en mi colegio olvidado…”
Como bien dice este joven maestro, es indispensable que las autoridades analicen y reflexionen en estas situaciones en que han incurrido, pero también es necesario que la ciudadanía tome como suya la posición de los maestros.
¿Y los sindicatos magisteriales? ¡Bien, gracias! ¿Y usted?