Por: Gilberto Dorantes Álvarez. 28/10/2017
En los últimos tiempos se nos está inculcando la cultura de quejarnos, al parecer este es un fenómeno programado por la clase dominante, y viene a formar parte de la sistematización con la cual los gobiernos intentan por todos los medios someter a la humanidad a sus voluntades, pues la humanidad se ha convertido en un consumidor materialista insaciable que a cada amanecer está pensando en cómo adquirir algún nuevo producto que vio ya sea físicamente o a través de la mass media, pues son los medios masivos de comunicación los que juegan un papel muy importante en el sometimiento del pueblo.
Es preocupante observar de qué manera las familias se indignan cuando en la televisión ven a algún actor, comediante o personaje público agredir verbal o físicamente a otra persona y de esa nota se hace un mega-escándalo y estas familias televidente a la vez vociferan, gritan improperios, ofenden y opinan sobre las conductas de todos los actores de la nota periodística como si fueran escuchados por éstos y se quejan absolutamente de todo, se convierten en jueces y parte a la vez, pues condenan a unos y absuelven a otros.
Así va transcurriendo el tiempo, sin saber que todo lo que sale al aire, está supervisado por especialistas que saben del impacto que este tipo de noticia causará en nuestra población carente de una cultura de un pensamiento analítico-reflexivo. Así de esta manera, poco a poco el pueblo se va sumergiendo en voraz aletargamiento provocado y planeado por el grupo dominante.
Un pueblo que se queja de las atrocidades cometidas por el gobierno, a diario se está quejando de que el dinero no le alcanza, que la pobreza económica los mantiene marginados, se queja de todo, al grado que se está creando una cultura de inconformidad, pero se mantiene sumiso, sin protestar, y si acaso llega a hacerlo lo hace por imitación, en ocasiones sin los argumentos reales, pues en su mente se ha creado un verdadero caos sin saber o poder discernir lo positivo de lo negativo.
Este es el panorama real de una población estancada en su mundo, sin perspectivas de desarrollo, el pueblo deambula en un ambiente corrupto, mira cómo se cometen los hurtos, pero no pone el remedio. Quiere que la autoridad castigue, pero esto no es posible porque nadie se castiga a si mismo sin obtener un beneficio. El verdadero cambio no está en manos del gobierno en turno, ese cambio que tanta falta hace actualmente a nuestra nación, se encuentra en cada uno de nosotros.
Cada ser humano debería de cambiar su forma de actuar, el cambio debe ser de fondo, un cambio eficaz que combata todos los males se encuentra en nuestras mentes, ese cambio de actitud del ser humano transformará a una nación. El poder de todo radica en nuestra mente, una mente que, aunque se encuentra contaminada por las sobredosis del conformismo suministrado por gentes sin escrúpulos, podemos superar ese estado de valemadrismo en el cual los grandes magnates del mundo nos han sumergido para que día a día nos levantemos pensando que cosa adquirir con nuestro dinero, en lugar de levantarnos con toda la actitud de ser mejores seres humanos.
Dejemos a un lado ese mundo materialista e iniciemos la humanización, veamos y explotemos ese yo interno que trata de salir y explorar nuevos mundos que nos llevan a la felicidad. Ha llegado el momento de vestirnos con los ropajes de la humildad y tirar la soberbia. Salir a las calles practicando los valores morales. Si la mayoría lo hacemos a un mismo tiempo entonces y solo entonces veremos un mundo próspero con la energía suficiente para continuar viviendo mil años más. ¡Reflexionemos mientras llega el próximo café!
Fotografía: desarmadorpolitico