Por: Gerardo Mora. Revista Yaconic. 09/07/2017
EL FEMINICIDIO Y LA INDUSTRIA
México vive una época marcada por la violencia de género. A pesar de la información sobre la avanzada feminista, existe una ceguera colectiva que minimiza un problema que se encuentra enraizado en la idiosincrasia. También vivimos un momento en el que la tensión se siente en el aire; principalmente para los habitantes del centro del país. Las elecciones para la gubernatura del Estado de México —punto clave previo a la contienda presidencial de 2018— atrajeron nuestras miradas. Y nos quedamos con más dudas y preocupaciones que respuestas ante la visible incompetencia de los candidatos para tratar el tema de los feminicidios.
El Estado de México es el lugar más peligroso para ser mujer; la prensa le ha llamado “la capital de los feminicidios”. Solo en 2016 se registraron 263 casos, de acuerdo con el Observatorio Cuidadano contra la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidios en el Estado de México (Mexfem). En Ecatepec, uno de los municipios más habitados de la entidad, ocurrieron 55 casos, cifra que casi dobla a la registrada en Cd. Juárez, Chihuahua durante sus años más oscuros (1993-2005), dice el periodista Humberto Padget, coautor del libro Las muertas del Estado (2014).
La violencia de género se ha incrustado en todos los sectores de la vida cotidiana y su dimensión va más allá de estas alarmantes cifras. En este contexto, el mundo del entretenimiento y la cultura no es cosa aparte. En el sector existe una fuerte exclusión del género femenino sin una razón aparente. Para muestra un botón. En Twitter, el usuario Bull nene recopiló los cárteles de algunos de los principales festivales musicales del país para hacer una edición y mostrar solo a las artistas femeninas. La diferencia es notoria. Por ejemplo, en el caso del Festival Bravo (que se llevo a cabo el 20 de mayo) el line up solo mostró un acto femenino.
En un artículo derivado de ese ejercicio de edición de carteles (“No es nuestra culpa que sean unas inútiles”), la periodista Estefanía Camachocontextualizó el fenómeno de la exclusión de actos femeninos en la industria del entretenimiento: no solo musical sino literario, y no solo mexicano, sino mundial. Pero en el caso de los festivales del país, Estefanía cita algunos datos de otro artículo (“¡Vamos al Vive Machito!” publicado en Me hace ruido): de 15 festivales realizados en 2016, 12 tuvieron una participación de mujeres por debajo del 27%; en un extremo se ubicaron el Hell & Heaven y el Knotfest, ambos con 6%, y en el otro el Nrmal, con 50%.
Estefanía concluye que, por fortuna, el tuit de los carteles suscitó más preguntas que respuestas, y que hay que comenzar a hablar de esto. “¿Se debe cumplir una cuota de género hasta que se nos haga costumbre? ¿Las mujeres no son lo suficientemente talentosas para figurar entre las bandas de hombres? ¿No hay suficientes mujeres talentosas en México como hombres? ¿Las mujeres son unas inútiles en la música, como contesta un cibernauta? ¿Qué se debe hacer para tener más representación femenina en estos eventos? ¿Hay suficientes eventos con mujeres para mujeres? ¿Se deben hacer eventos exclusivos de mujeres en la música?”
HIP HOP: CLASISMO Y DISCRIMINACIÓN
El hip hop en México sigue siendo motivo de discriminación y, sobre todo, de clasismo. Recuerdo que en la universidad entrevisté a Adán Cruz y a Tino el Pingüino antes de un show cerca del Metro CU para una tarea escolar. El aspecto grafiteado de la barda de tabiques grises hizo que la profesora me hiciera un comentario: “Por eso no los sacan del barrio, porque siguen mostrando que el rap es para gente pobre”. Sin entrar en detalles, hay que imaginar que, si, en general, en la música las mujeres son segregadas, en un género como el hip hop, dominado mayoritariamente por la figura masculina, la búsqueda de equidad se torna más compleja.
En abril, Eréndira Derbez e Israel Espinosa, colaboradores del sitio NoFM, destaparon un episodio violento de Bocafloja hacia Sofía Castillo, camarógrafa que colaboró con el rapero en el documental Nana dijo y cuyo trabajo no recibió crédito. Sofía hizo el reclamo en la presentación del filme hace más de un año. Ante el cuestionamiento, Bocafloja respondió: “Lo que estoy haciendo es pimpear al sistema (…) A ti yo te cogí, a ti yo te cogí, a ti yo te cogí bien cabrón. ¿Sabes por qué lo hice? Porque estaba pimpeando al sistema, porque al cogerte a ti me estaba burlando de tu papá”.
Lejos de que ese “te cogí” sea metafórico, lo cual puede ser motivo de discusión, no deja de ser escabrosa la forma en la que Bocafloja se refirió a Sofía, dejándola en una situación de riesgo haciendo alusión a una referencia sexual de forma violenta. Desde un pedestal de poder (hombre), Boca no solo ignoró el trabajo de Sofía, sino que la evidenció ante un auditorio que en su mayoría celebró (y calló) su actitud.
Este penoso incidente, no solo para el gremio del hip hop sino para una sociedad marcada por el machismo, muestra que a pesar de existir un progreso en temas de género por parte del rap mexicano, como la creación de colectivos integrados solo por mujeres y la inclusión de raperas en los carteles de eventos importantes, existen hechos aislados que deben ser denunciados (y discutidos) con la seriedad que corresponde. (Por acá la réplica de Bocafloja al artículo de NoFM).
PROPUESTAS EN LA ESCENA
Phono, una plataforma para difundir el hip hop en México de reciente creación, tuvo como primer evento un concierto del legendario DJ Premier acompañado de Hispana-Mamba Negra. En una entrevista que le hicimos en el radio, Mario Romero, el fundador del proyecto (junto a Paul Ginsburg a.k.a. Bad Panda) habló de la importancia que tiene para Phono promover la integración. “Una de las razones por las que está Hispana y no alguien más es porque es mujer. Obviamente, sin dejar atrás el talento, porque me parece que es muy talentosa; luego, más allá de que sea mujer, porque es una artista mexicana”.
Más allá de que la inclusión de mujeres en los carteles de rap pueda corresponder a la llamada “cuota de género”, hacerlo puede ayudar a formar un público que exija inclusión a las productoras y organizadores. Polet González, mejor conocida como Hispana-Mamba Negra, nació en el norte del país, una de las zonas que han servido como semillero de tantos raperos nacionales y desde los tempranos dosmiles comenzó su andar de tarima en tarima buscando un lugar detrás del mic. La neta, su filosa lírica desafía a cualquier carnal en donde se pare.
Otro de los focos claves para la avanzada femenina en el mundo del hip hop nacional tuvo lugar en la reconocida plataforma global de streams de música, Boiler Room, en febrero. Dos de los nombres más pesados del trap latino, Álvaro Díaz y Yoga Fire, se vieron comandados por Mare Advertencia Lirika, una rapera oaxaqueña que a través de las rimas busca celebrar sus raíces indígenas; pero, sobre todo, empoderar a las mujeres en un género históricamente dominado por los varones. “El rap me ayudó a empoderarme como mujer. Me dio una herramienta, me ayudó a cambiar, a encontrarme a mí misma, a encontrar mi identidad, y a reconstruirme”, dijo Mare en una entrevista para Animal Político.
El caso de Mare Advertencia Lirika es muy relevante para el hip hop mexa, ya que en un contexto nacional en el que los indígenas y las mujeres son un sector vulnerable de la población, su aporte al mundo del hip hop es mucho más rico porque dota de voz a millones de personas que han vivido oprimidas. “Se vale bailar, se vale moverse, pero a prender ese cerebro”, recitó Mare sobre un beat que samplea música tradicional oaxaqueña en el inicio de su show en Boiler Room, mismo que fue transmitido a través de la célebre plataforma en todo el mundo.
Otra de las propuestas en el rap hecho por mujeres es oriunda de la región fronteriza que más ha sido marcada por la violencia hacia las mujeres: Juárez, Chihuahua. De esa ciudad árida surgió Batallones Femeninos, un crew que conjunta raperas de todo el país que unen sus voces para denunciar la violencia de género. “Así era ella” es la crónica detallada de uno de los miles de feminicidios ocurridos, no solo en Juárez, sino en todo lo largo y ancho de México. “Sus huesos pulidos por la arena del desierto. Se llaman las muertas que nadie sabe, nadie vio que mataban”, resuena en voz de una mujer que exige justicia a gritos ante una sociedad amordazada por miedo, ciega frente una realidad violenta. “Así era ella” habla también de un sistema de justicia que hace oídos sordos.
Estos esfuerzos no son suficientes para consolidar una escena feminista de hip hop, pero representan un avance significativo. Es necesario, quizá, un proceso de formación para que los escuchas tengamos la capacidad de raciocinio sobre temas que en una primera instancia nos pueden parecer ajenos, sobre todo en el caso de los hombres.
Iniciativas como el Festival de Hip Hop y Género, realizado por la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM con sede en Morelia, acercan al público a entender de una forma más lúdica y sencilla, las exigencias del movimiento feminista y su crossover con el mundo de las rimas. Del 25 al 27 de mayo, raperas como Batallones Femeninos y especialistas en el tema de diversas instituciones educativas ofrecieron un espacio de diálogo que sirvió para generar un ambiente de respeto.
La cruda realidad de las mujeres mexicanas se ve reflejada en sus rimas. Son ellas quienes están contando esas historias. Esta revolución feminista a través del poder las palabras forma una franja de raperas que abarca Sudamérica y el Caribe; y poco a poco ha renovado el mercado musical. Desde una Tomasa del Real que toma el control de su vida sexual y no teme expresarse sin tapujos, hasta una Ana Tijoux, que de forma más tradicional sigue señalando las injusticias vividas en Latinoamérica, las diversas vertientes y visiones femeninas crecen y se reproducen.
Ante una creciente popularidad del hip hop en México, son las mujeres las que aportan su voz para retomar los viejos fundamentos de la cultura en la costa del Atlántico a mediados de los setenta: incomodar al gobierno con sus reclamos, exigir una mejor calidad de vida, denunciar los abusos de poder y, sobre todo, reflejar una realidad violenta en la que millones de habitantes del país se encuentran inmersos. Ignorar los movimientos de rap feminista en México es una forma más de violentarlas, de callarlas. Si bien, el tema de inclusión de mujeres en los eventos de rap como una especie de “cuota de género” puede ser debatible, es necesario a formar un público abierto ante tal posibilidad y así consumar un escena con más y mejores raperas. ¿Quién va a parar a la mujer en el microphone?
Fuente: http://www.yaconic.com/rap-en-tierra-de-feminicidios/
Fotografía: Revista Yaconic