“Es hora de recuperar el camino estatutario y los órganos de dirección”(Bertha Luján)
Jorge Salazar García. 27/01/2020
En 2017, transcurridos apenas 32 meses de haber obtenido su registro como partido (2014), MORENA ya se había convertido en un contendiente competitivo en el área electoral. En la carrera presidencial, su candidato era el puntero en la preferencia ciudadana. Gracias al tozudo recorrer de AMLO por toda la República y su programa social de gobierno se convenció a miles de militantes dedicar el 100% de su tiempo partidista a la cuestión electoral. Antes del 2018 los frutos recogidos (diputaciones y presidencias municipales) afianzaron la ruta pragmática elegida en detrimento de la formación de cuadros políticos y la vinculación con las luchas sociales. La conquista de la Presidencia costó sacrificar la incipiente vida estatutaria del Partido, y después al Partido mismo.
Los llamados de alerta se ignoraron, en algunos casos las voces críticas fueron silenciadas por la censura interna, la expulsión o la descalificación proveniente de autoridades y funcionarios convertidos en nuevos caciques. La parte sana de MORENA fue aislada porque nunca operaron democráticamente sus órganos de gobierno, cuyas riendas habían caído en manos de “recomendados” y/o oportunistas. APLAUDIR cortesanamente y CONCENTIR alianzas con representantes del régimen actual y de sus partidos (Art. 3ª, F-i) se convirtieron en actitudes meritorias. Los comités de base fueron marginados en la toma de decisiones; la mayoría, por ignorancia o conveniencia, decidió esperar la directriz del caudillo de su preferencia antes de actuar. De ese modo, la violación del 6º principio estatutario se volvió regla: quienes esperaban un puesto dejaron de obrar conforme a valores democráticos o sólo les importó la satisfacción de su intereses egoísta, de facción o de grupo.
Naturalmente, hubo excepciones donde el debate, el análisis y el diálogo prosiguieron. No obstante, al ser minoría, su voz tardó en acumular potencia suficiente para hacerse escuchar. El Congreso Nacional Extraordinario (26/01/2020) es el resultado de ese esfuerzo realizado por militantes cuyo ideal es construir un mundo mejor, donde la injusticia no sea la ley de un sistema necrófilo. Por el momento, el partido está dividido y sumido en una crisis de identidad; a veces parece una fábrica de nuevos ricos y otras, recicladora de los ya enriquecidos pero sin llenadera. La cura requiere medidas como retomar la vida estatutaria, expulsar a corruptos y recuperar los órganos de dirección
Lo sucedido el domingo pasado podría significar el renacimiento del partido si Alfonso Ramírez Cuéllar, recién nombrado presidente interino decide lidiar con los enemigos internos (ex priistas y ex panistas) y los externos (INE, Tribunal Electoral y los mafiosos). Transformar al Partido en MOVIMIENTO implicará DESOBEDECER las leyes de la “mafia del poder” y arriesgarse a perder el registro. Si esto último sucediera no sería una tragedia sino una oportunidad para vincularse con la gente que lucha (en oficinas, calles y plazas públicas), defendiendo derechos y exigiendo justicia para quienes tienen poco o nada tienen. Una cosa es cierta, aquel partido esbozado en su declaración de principios NUNCA EXISTIÓ. Tuvo y tiene en sus filas, no puede negarse, militantes conscientes de que la inmovilidad, el culto a la personalidad, el servilismo y la simulación NO son dignos de una organización democrática. A pesar de ello, el partido, se encuentra ante la disyuntiva de convertirse en un instrumento de REBELDÍAS o en un trampolín de rufianes.
Por otro lado, nadie espere el retiro voluntario de Yeidckol Polevnky, la presidenta de MORENA recurrirá a sus aliados, quienes seguramente le darán razón en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuando impugne el nombramiento de Ramírez Cuéllar. En los hechos, durante un tiempo, habrá dos MORENAS. Lamentablemente en ambas hubo pragmatismo político, la diferencia es que una lo reconoce y la otra no. La primera caída en la confrontación la ganó Bertha Luján; es una victoria pírrica, pero es un triunfo. Fue un paso dado hacia adelante. Los militantes dirán si MORENA merece el calificativo de MOVIMIENTO o el de PRIMOR. Sí se une al pueblo; entonces, habrá renacido. En caso contrario: la mafia del poder habrá conseguido consolidar el secuestro del partido que pretendió ser la “esperanza de México”.