Por: Wilbert Torre. El Heraldo de México. 27/11/2018
Antes del aumento a las gasolinas el año pasado, el secretario de Hacienda José Antonio Meade y el subsecretario de Ingresos Miguel Messmacher se instalaron dos semanas en un salón y tapizaron sus muros con ecuaciones y fórmulas matemáticas.
Trabajaban desde temprano y terminaban al anochecer en el intento por alcanzar una solución para llenar el hueco de 200 mil millones de pesos faltantes en el presupuesto.
“Parecían científicos locos al final del día”, rememora Eduardo del Río, secretario particular del secretario de Hacienda.
“Viven en una galaxia de números”, suelen decir los staffers, en Hacienda como en Los Pinos y en otras secretarías, sobre la forma de trabajo de Meade, un técnico hacendario y un experimentado negociador legislativo con una capacidad sobresaliente –ha dicho Luis Videgaray– para analizar un problema, entender su esencia y trazar estrategias y soluciones viables.
Cuando Meade llegó a la Secretaría de Desarrollo Social encontró su oficina sin muebles. Arrastró una silla y se sentó a trazar un esquema: “Así vamos a combatir la pobreza”. Ese mapa gráfico, planteó después Videgaray, hizo posible sistematizar y mejorar el combate a la pobreza, como no se había hecho antes.
¿Qué importancia tiene esto ante la inminencia del destape del candidato del PRI?.
La modificación de las mediciones de pobreza, una decisión que puso a Meade en entredicho bajo acusaciones de eliminar a los pobres técnicamente, es un ejemplo nítido de la manera en la que trabajan Videgaray –fanático del uso de los bolígrafos rojos en la revisión de proyectos– Meade y el resto de su círculo más próximo, siempre trazando un plan y evitando riegos.
Al colmar de elogios a Meade el jueves pasado ante los embajadores acreditados en el país, Videgaray pudo haber puesto en riesgo la candidatura de Meade, un proyecto en el que ambos viajan en tándem hacia 2018.
Videgaray dijo que sus palabras no tenían una intención política. De hecho el canciller había pronunciado un discurso más elogioso en agosto (“El tándem Videgaray–Meade”, Serendipia del 21 de noviembre), quince días después de que el PRI retiró los candados para abrir paso a un ciudadano sin militancia como Meade.
Es creíble la versión de Videgaray: ¿para qué trastocar un proceso que había transcurrido terso? Pero el episodio obligó al presidente Peña a intervenir. Ahora la principal duda en el teatro del tapado es si Miguel Osorio respaldará la candidatura de Meade, o si al amparo de las encuestas que lo sitúan en empate con Andrés Manuel López Obrador se inscribirá como precandidato, lo que pondría al PRI en jaque automático.
Esto coloca por primera vez a prueba a Meade y la capacidad de consenso que dice poseer, para conciliar en estos momentos críticos en el partido al que no pertenece, pero en el que tiene ascendencia e influencia, para evitar una ruptura.
El viernes en Los Pinos fue citada Ivonne Ortega para allanar el camino del destape, que antes del discurso de Videgaray estaba previsto para hoy lunes.
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Fotografía: adnsureste