Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro y Marcelino Guerra Mendoza. 03/02/2018
Aprobaron. Negociaron. Agilizaron. Reclamaron. Convencieron. Argumentaron. Provocaron. Precisaron. Se declararon autores conceptuales de la reforma educativa. De la que se hizo en la Constitución, de la que siguió en las leyes secundarias y de la que se aplicó en varias líneas programáticas. De la que se realizó y de la que quedó pendiente. Son los panistas, los duros, los rudos, los necios de la reforma.
Vayamos por partes. Primero, la reivindicación de la autoría conceptual. Fueron insistentes en el tema. Lo dijeron en las cámaras de diputados y senadores, en la televisión, en los periódicos, en todos lados. Fue su orgullo. Así lo señaló Javier Corral Jurado, hoy gobernador de Chihuahua:
“Hace 10 años, señoras y señores Senadores, nació el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y hace 8 meses el entonces Presidente de la República, Felipe Calderón, le otorgó al Instituto Nacional de Evaluación de la Educación el estatus como organismo descentralizado del gobierno federal no sectorizado.
Y precisamente esta reforma consolida en la Constitución una batalla fundamental de 10 años por la calidad de la educación, por eso es que Acción Nacional votará a favor de la reforma que se ha propuesto por las comisiones unidas” ( Intervención del senador Javier Corral Jurado 20 diciembre 2012 ).
Lo mismo expresó Juan Carlos Romero Hicks, presidente de la Comisión de Educación Pública (CEP) en la Cámara de Senadores cuando presentó su iniciativa de reforma constitucional en educación, el 20 de diciembre de 2012.
Tienen razón. La reforma educativa tiene muchas deudas con la Alianza por la Calidad Educativa (ACE), diseñada en el gobierno de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa ( Los poderes percutidos : 32-36). Los compromisos educativos que se encuentran en el Pacto por México también. Eso está claro. Ya se ha insistido mucho en el tema; sin embargo, los panistas son mucho más claros en la novedad conceptual y política de la reforma educativa. Lo dicen sin los eufemismos de la iniciativa presidencial; lo dicen, no lo callan, como Mario Delgado y los perredistas; lo dicen con todas sus letras; lo dicen como estaba escrito en los diagnósticos de la Coalición Ciudadana por la Calidad en la Educación. Adviértase la argumentación sin tapujos de Javier Corral:
“…La reforma creo sinceramente que avanza en el rescate del secuestro en que ha mantenido al proceso educativo y a su evaluación los criterios autoritarios del corporativismo sindical, se trata de una reforma que sienta las bases para otra reforma de carácter integral a la Ley General de Educación, y constituye un piso, un referente para la acción legislativa de los próximos meses.
Y precisamente esta reforma consolida en la Constitución una batalla fundamental de 10 años por la calidad de la educación, por eso es que Acción Nacional votará a favor de la reforma que se ha propuesto por las comisiones unidas…”( Intervención del senador Javier Corral Jurado 20 diciembre 2012 ).
¿Por qué no realizaron ellos la reforma? ¿Por qué no lo hicieron antes, si lo tenían tan claro? Van dos hipótesis concatenadas: por su deuda electoral con Elba Esther Gordillo, reconocida participante azul en el triunfo haiga sido como haiga sido del PAN en el 2006; y por los límites observados desde 2009-2010 a la instrumentación de la ACE, en particular en el carácter no obligatorio de la evaluación.
En otras palabras, los límites políticos e instrumentales de la ACE crearon las fuerzas institucionales (la Coalición), conceptuales (la crítica al corporatismo) y políticas (la alternancia del PRI), para que se reconocieran los obstáculos; para que la evaluación infinita sirviera para remover el corporatismo sindical, a la vez que la fuerza productiva del maestro individualizado, precario, responsable de sí mismo: el maestro neoliberal, imposible en el modelo constitucional del apartado B.
Ese es el segundo aporte de los senadores del PAN: advirtieron muy pronto que el Pacto por México era la oportunidad para lograr sus propuestas, bloqueadas por las deudas electorales del triunfo de Calderón. En boca de Javier Corral:
La reforma logra enlazar los 3 ejes, que de manera desarticulada ya venían caminando, unos a través de política educativa; otros a través de un Decreto; otros a través de un acuerdo, pero ahora, estructurados en un artículo 3o. constitucional que hace avanzar el derecho a la educación en la liga de 3 ejes fundamentales: La calidad de la educación con la carrera magisterial y, por supuesto, la evaluación que sirve para corregir las políticas públicas.
No es la ideal, no es la integral y seguiremos insistiendo en ella. Pero vamos a desprender de aquí, porque es punto de partida …”( Intervención del senador Javier Corral Jurado 20 diciembre 2012 ).
El tercer aporte lo podríamos denominar su rudeza conceptual. Sin pelos en la lengua, duros y a la cabeza. Insistieron y lograron la obligatoriedad de la evaluación y sus repercusiones laborales. Habla Juan Carlos Romero Hicks:
“…promovimos varias cosas y algunas se están consolidando aquí hoy: una, el tema de la obligatoriedad en la evaluación y que tenga consecuencias; otra para que tengamos un sistema profesional docente, pero no solamente desde el punto de vista del ingreso, particularmente de la formación del personal académico…
Y en el tema laboral, con mucho respeto y con mucha claridad, quiero comentar que a nosotros nos preocupan al menos cuatro cosas: primero, que llevemos el tema de democracia, transparencia y rendición de cuentas con mucho respeto a lo que corresponde al régimen del Apartado B; segundo, que las reglas que tienen que ver con el aspecto de la permanencia no sean contra los profesores, pero que sí quede muy claro que están ligadas al desempeño; tercero, que el Secretario de Educación revise las condiciones generales de trabajo, y eso incluye la atención, por ejemplo, a temas como las licencias y las comisiones para que quedemos en términos de claridad; y finalmente, que cuando atendamos las causas difíciles se vayan atendiendo por la vía del estado de derecho, y para eso hay mecanismo de huelga, y no queremos paros fuera de contexto que perjudiquen la atención de nuestros hijos (Intervención de Juan Carlos Romero Hicks). Las negritas son nuestras.
Nadie fue tan franco ni tan claro como ellos dos. Son los rudos de la reforma, por su convicción, sinceridad y estrategia. Dijeron lo que otros callaron, dijeron lo que otros no podían decir; precisamente ellos, cuando ya no les pesaban las cadenas del fraude de 2006. Por eso enmudecieron antes y se desahogaron ahora. Políticos convencidos: saben cuando hablar, saben cuando actuar. Sin escrúpulos y a fondo. No todo lo lograron, pero fueron tan categóricos que avisaron lo que viene. Su cuarta contribución: el futuro de la reforma, en palabras del mismo senador Romero Hicks:
“…Quiero también precisar algunos de los retos que quedan a futuro.….¿Qué faltaría eventualmente en la Constitución? ¿Qué faltaría en leyes secundarias y qué faltaría en políticas públicas? Temas pendientes, competencias y atribuciones de municipio, estado y Federación, mejores reglas de financiamiento, mejor infraestructura, contenidos educativos, la participación social de todo el conjunto mexicano” (Intervención de Juan Carlos Romero Hicks).
La quinta, la inevitabilidad de la reforma:
“Compañeras Senadoras y compañeros Senadores:
No, no es la reforma integral. ¡No!
No es la reforma definitiva. ¡Tampoco!
No es una, por decirlo así, lo que se le ha dado en llamar “La reforma ideal que todos quisiéramos”, pero sí es una reforma que hace avanzar propósitos reformadores que van a desprender otros y, sobre todo, el reto estará en la ley reglamentaria.
Los maestros de México no deben dejarse engañar. Lo más importante es que debieran ser ellos en tomar conciencia de los beneficios, de la dimensión de esta reforma, porque el verdadero maestro no le tiene miedo a la evaluación educativa; porque su talento será el único criterio para tomarse en cuenta y poder ascender, poder avanzar, poder ingresar y no las lealtades políticas partidistas, grupales o corporativas. No los intereses fuera del aula. No los intereses extracurriculares. Hay que liberarse de los criterios arbitrarios y, por supuesto, someter a los profesores a los criterios de la evaluación…
No es la ideal, no es la integral y seguiremos insistiendo en ella. Pero vamos a desprender de aquí, porque es punto de partida (Intervención de Juan Carlos Romero Hicks).
Los senadores Romero Hicks y Corral Jurado fueron claros hasta la obscenidad. Reconocieron la reforma del presidente como suya; la profundizaron; la aclararon; la justificaron; marcaron sus pendientes y su devenir. En sus discursos habla el poder de modo mas franco y contundente que en todos los demás partícipes del Pacto por México. Autores, defensores, guías y celadores de la reforma. Eso son los panistas. Eso quieren ser. Eso serán.
Decimos que son guías y celadores porque seguirán insistiendo, buscarán oportunidades, serán celosos guardianes del texto y el espíritu constitucional. Mas lo que falta, lo que estaba en sus propuestas y no fue recuperado, pero sigue puntualmente la lógica reformista: la ampliación de los individuos, instituciones y niveles educativos sujetos a la evaluación: la vinculación de los resultados del desempeño con el financiamiento; las sanciones a los docentes por paros y protestas; entre otras. Quien quiera ver más detalles, consulte la Iniciativa de reforma constitucional de Juan Carlos Romero Hicks.
Nadie puede llamarse a engaño: los panistas son los autores y los custodios de la reforma educativa. Sin subterfugios y sin mentiras. Ganen o pierdan en las próximas elecciones, seguirán prendados de ella. Ese es su sino, esa es su apuesta.
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