Por: Jorge Salazar García. 13/12/2016
El tema adquiere relevancia ante la proximidad de las contiendas electorales para renovar ayuntamientos en 2017; y conociendo la mala costumbre de los políticos del sistema de inducir el voto en la gente con “regalos”, es pertinente intentar analizar la “eficacia” de esta forma de ganar elecciones. Al mismo tiempo, tratar explicar algunas consecuencias que esta práctica mercenaria acarrea para la gente, principalmente. Dejaremos fuera, además de los efectos políticos, los legales porque estos son asequibles en las leyes y códigos donde se establecen las sanciones para quienes incurran en estos actos. Únicamente se abordarán aspectos propios de la acción de “Regalar” como una realización bilateral que modifica el estatus personal del sujeto activo y del pasivo. Se emplearán como sinónimos de la palabra “Regalar”, los términos siguiente: dar, obsequiar, donar, apoyar, prestar, ayudar; y al objeto regalado, le llamaremos “Regalo”, don, obsequio, donación, apoyo, préstamo, ayuda y presente. Y delimitando el concepto de la ACCIÓN se asumirá eclécticamente que REGALAR es “dar algo que nos pertenece a alguien digno de estimación, sin esperar nada a cambio” . Para facilitar el análisis de este constructo será fraccionado en tres parte: 1) dar algo que nos pertenece 2) a alguien digno de estimación 3) sin esperar nada a cambio.
Antes de proceder a ahondar en los componentes anteriores, es necesario hacerse la pregunta ¿Por qué se regala?
Porque dar es la expresión más pura de la vitalidad (Erich Fromm, “El arte de amar” p. 37). Por otro lado, es cuestión de restablecimiento de una armonía perdida en las emociones. Si las personas somos pequeños cosmos donde se reproducen algunas de las leyes del universo tendientes al equilibrio, entonces nuestros ciclos vitales se encaminan hacia la misma armonía. Además debemos DAR por GRATITUD ya que nuestra supervivencia la han hecho posible quienes nos han dado lo necesario para vivir. Nuestra naturaleza humana nos induce, consciente o inconscientemente, buscar el orden, cuando se pierde. De no hacerlo, se crea un desequilibrio emocional acarreando trastornos en la salud (enfermedades psicosomáticas). De este modo, cuando alguien me obsequia algo, rompe el equilibrio en mi relación con él; situación que puede arreglarse manifestando un sincero agradecimiento. Un abrazo, un beso o una caricia son regalos que correspondemos con otro igual. Cuando nos halagan gratuitamente, si somos humildes, nos incomodamos (se rompe el orden) por esta razón nos apenamos y damos las “GRACIAS” de inmediato. Pero si el desbalance es muy grande, entonces debe buscarse la correspondencia directa, obsequiando un regalo de igual valor (material o sentimental); o indirectamente, realizando ese acto con otro ser humano; o rechazándolo amablemente, si reconozco que no podré corresponder.
Retomando el meollo de asunto (la definición) procedemos a explicar las partes citadas en el primer párrafo.
1 ) dar algo que nos pertenece.
Para desarrollar esta primera parte es necesario ahondar en el significado de la subjetividad de la palabra “algo”. Naturalmente, ese don que se da puede ser de tipo material o inmaterial. Son del primer tipo las cosas directamente tangibles (dinero y objetos, servicios, favores). Consideraremos, muy atrevidamente, si se quiere, a la solidaridad, la sonrisa, la caricia y el abrazo como presentes inmateriales. En los dos casos, sin embargo, para que ese “dar” sea UN REGALO, deben acompañarse de amor, respeto o admiración. Si ninguno de estos sentimientos es adherido a la acción; entonces, esta se automatiza, la cosificamos eliminándole el sentido humano; por consiguiente, la “cosa” deja de ser un regalo y se convierte en un objeto de intercambio. Por fuerza, lo que damos, debe ser de nuestra pertenencia o haberse obtenido legítimamente. Si el objeto es ajeno se trata de simple traslado ilegal, o si la muestra de afecto falsa, entonces estamos ante un acto de hipocresía y cinismo.
2) a alguien digno de estimación.
¿A quién se le regala ese algo? Dando la respuesta, puede contestarse que damos algo a quien deseamos complacer porque se le estima y le queremos decir que nos importa. Incluso, cuando visitamos o nos visitan con un obsequio, las emociones positivas de cortesía y agradecimiento están presentes, estableciéndose una relación a priori de respeto mutuo. Somos corteses con el o ella porque se trata de una persona y, como tal, por ese sólo hecho, es digna de aprecio. Por eso son los familiares los principales receptores de nuestros dones; después lo son nuestros amigos y compañeros y por último, sin menoscabo alguno, lo son las persona que nos han dado, sabiéndolo o no, placer, amor, satisfacción o reconocimiento En ocasiones sentimos ganas de regalar a alguien que nos es filialmente ajeno, tal como sucede ante un conferencista, un artista o una persona extraordinaria que realiza actos de servicio a la humanidad y, por supuesto, queda incluida en la misma categoría HUMANA.
3) sin esperar nada a cambio.
Todo ser humano, desde su concepción, recibe dones de quienes le rodean y hacen posible su vida en comunidad. En cuanto comienza a reconocerse en los otros, cambia su estado pasivo de receptor trocándose en “dador”, retribuyendo a sus donadores con sonrisas o caricias. Más adelante, al adquirir el lenguaje, lo hará con un “GRACIAS”. Si el sujeto activo, intencional y calculadoramente, busca obtener algo como respuesta a su donación; entonces, aunado al rompimiento del orden natural está involucrando, sabiéndolo o no, emociones destructivas de ambición, egoísmo y avaricia. Quien sólo “obsequia” con la intención de recibir algo a cambio rompe, para empezar, su propio equilibrio emocional (Dar-Recibir) generando caos a su alrededor porque prostituye (compra-venta) la acción. Es en este sujeto (activo) en quién recae la mayor responsabilidad de extraerle lo humano al acto de regalar o donar.
¿Qué implica generar el desequilibrio?
El desbalance es responsabilidad fundamental de quién DA porque asume una postura de VICTIMA. Piensa y siente dar mucho más de lo que recibe y todos quedan en deuda con él. En lado contrario, quién recibe sin asumir ninguna actitud de gratitud o de correspondencia, se convierte también en corresponsable del rompimiento del orden y sufrirá, tarde que temprano, consecuencias de su voracidad y tacañería humana: se convierte en un Ser exigente, narcisista que cree que todos deben darle lo que pide o desea porque lo merece. Ambos cosifican (considerar a una persona como cosa) una acción investida de profunda dignidad humana e inducen el desorden. En los dos casos, estas personas sufren de insatisfacción permanente. Por eso NUNCA encuentran plenitud en sus vidas: viven con angustia, ansiedad, frustración, neurosis; padeciendo enfermedades psicosomáticas.
¿Cómo mantener el orden?
A pesar de ser muy sencillo conseguir el equilibrio, pocas personas lo logran, debido a la anulación de las formas tradicionales de vida basadas en el RESPETO (pedir por favor y dar gracias). Poco a poco, paso a paso, los peores dogmas empresariales se van inyectando en el alma de la gente. Todos quieren ser patrones y para ello deben ser prepotentes, exigentes y extractores de los bienes de otro y cuando dan “algo” SIEMPRE esperan conseguir otra cosa de mayor valor creando el CAOS. Por ejemplo, cuando los dueños de los comercios anuncian la entrega de obsequios por asistir a sus eventos o adquirir sus productos, ellos no desean complacer a los clientes porque los estimen; lo hacen para conseguir (poseer) dinero a cambio del producto o servicio que ofrecen. En este supuesto del comercio, deben aceptarse los “obsequios” porque NO LO SON, sólo están haciendo una inversión que recuperaran con creces al vender sus productos o servicios. Igualmente sucede con los “regalos” que ofrecen los políticos del sistema: quebrantan brutalmente el ORDEN y el principio humano del amor. Las consecuencias son más graves e inevitables para las dos partes, si no se remedian a tiempo. Comparado con el comerciante y algunas instituciones caritativas (sus ¿obsequios? son inversiones legales) la acción del político es PERVERSA porque está acompañada de la mentira, el engaño y el menosprecio; además de no pertenecerle lo que reparte (casi siempre es mal habido) espera a cambio de su inversión el VOTO para mantenerse en el poder. Que el se suicide, es su decisión; pero la gente que es visitada o acarreada a un evento o reunión para hacer el intercambio, si quiere mantener el ORDEN y la salud debe RECHAZARLO Indudablemente, esos regalos (láminas, piso de cemento, juguetes, cobijas, becas, apoyos, ayudas, despensas, herramientas, equipos, promesas, etcétera) tienen un origen oscuro, son engañosos y sólo generan placer inmediato, explosivo y de existencia muy efímera.
¿Por qué sigue funcionando la “compra del voto ciudadano”
El principio del mercado de obtener la eficiencia máxima con la inversión mínima ha invadido al mundo de la política neoliberal. Al mexicano se le está convirtiendo en un receptor enajenado, educado por la televisión y la radio para la obediencia adoctrinada. Su dogma consiste en el aprovechamiento acelerado de “las oportunidades” sin detenerse en escrúpulos para hacerse rico, explotando TODO antes de que se acabe. Ese es el objetivo de la reforma educativa, inducir los dogmas empresariales en las mentes de millones de jóvenes aprestados para vivir “al máximo” y rápido la existencia antes de morir. De ahí surgen los emprendedores abusivos, ladrones, tramposos, mañosos, arrogantes, antisociales, prepotentes, racistas, avariciosos, que están dispuestos a vender y “negociar con todo”. Este esquema es fijado con facilidad en el alma de las clases pobres y explotadas que aspiran alcanzar los estereotipos de la televisión, de la cual son ADICTOS. De tal modo que están dispuesto a vender, sin pizca de vergüenza, al mejor postor, su herramienta más importante para cambiar este país: SU VOTO. Otros millones lo hacen inconscientemente, debido a la extrema pobreza y a la desinformación prevalecientes en sus comunidades. Muchos, aunque nos pese, continúan creyendo en las promesas de los políticos corruptos y votando por ellos a cambio de sus promesas y unas cuantas dádivas. Sus demandas de empleos y servicios son postergadas una y otra vez, eternizando su marginación. Como se dijo antes, estos hermanos, son los menos responsables de la prostitución del voto, por su condición de excluidos. Lo que si resulta desesperanzador es la acción consciente de los ambiciosos, mediocres y sin escrúpulos que venden y compran el sufragio.
Conclusiones
Con respecto al que odia, aunque rompe el balance, la carga negativa se le queda a él, así que se puede aceptar o rechazar el obsequio agradeciéndolo sinceramente. Así recuperamos el orden.
Con el político y el comerciante hay similitudes; ambos realizan una inversión (el primero ilegítima e ilegal) y ambos desean obtener una ganancia. Los dos utilizan la mentira, la simulación y el engaño, sólo que el empresario, en la mayoría de los casos, lo realiza dentro de la ley. Al político se le deben RECHAZAR sus “regalos” por no llevar la intención pregonada. Si se aceptan esos “adelantos” sabiendo lo anterior, aunque no se vote, se es cómplice del rompimiento del equilibrio generando zozobra; y aún votando, se queda una inquietud en alma porque la conciencia indica que es incorrecto lo que se están haciendo. Al negarse aceptar esos obsequios, se hace lo correcto y se conserva intacta la DIGNIDAD HUMANA, al menos en esta línea.
Fotografía: reportesierranorte