Por: Fidel Quiñones Marín. Maestro Normalista. 28/01/2016
Después de leer algunos artículos de uno de los consejeros de INEE, en los cuales recurre a la metáfora médica para sugerir que los tropiezos, dificultades y problemas que la evaluación docente ha presentado en la primera fase, son resultados naturales a la implementación de la reforma, recordé que toda metáfora al mismo tiempo que “ayuda” a explicar algo, permite “silenciar” algo. Es decir, contribuye a enfatizar un aspecto, pero limita la perspectiva y la interpretación, si no se realiza una lectura crítica. En este sentido, la explicación que el consejero del INEE da para justificar la evaluación docente antes que la capacitación (sin entrar en detalles sobre el gasto económico generado en la evaluación en comparación con lo invertido en capacitación) es “La evaluación docente se realiza antes de la capacitación por una sencilla razón: es necesario conocer las necesidades profesionales de cada maestro para que se pueda diseñar un programa de capacitación pertinente. El mismo principio se aplica cuando una persona se hace un examen médico. Primero se le examina y después se le da un tratamiento ad hoc a sus necesidades. En esta analogía el tratamiento educativo sería la capacitación profesional”.
Por aquellas raras conexiones que el cerebro realiza sobre las ideas, argumentos e interrogantes, recordé el famoso “Dilema de Heinz” con el cual Lawrence Kohlberg argumenta y ejemplifica los razonamientos sobre el desarrollo moral. Kohlberg señala que los individuos desde la niñez hasta la madurez pasan por seis etapas del desarrollo moral, y la evolución a través de estas etapas sigue siempre el mismo orden, de menor a mayor, de manera que una vez alcanzada una etapa más alta ya no se retrocede.
Me pregunté ¿qué sucedería si analizamos, algunos comentarios de autoridades y docentes sobre la aplicación de la Reforma Educativa y la Ley del Servicio Profesional Docente a partir de las 6 etapas del desarrollo moral de Kohlberg? Mi resultado, hasta el momento, es el siguiente.
A manera de síntesis: las etapas 1 y 2 corresponden al nivel preconvencional. Aquí el sujeto no toma en cuenta a la sociedad, ni entiende las convenciones. Todo es físico y las reglas se perciben como algo externo. La motivación moral más importante es evitar el castigo. Las etapas 3 y 4 corresponden al nivel convencional. Es decir, el sujeto respeta las normas de su sociedad porque son convenciones útiles para conservar el orden social, es decir se identifica con estas normas. Las etapas 5 y 6 pertenecen al nivel postconvencional. El sujeto es capaz de dar razones para aceptar o rechazar las leyes de la propia sociedad. El sujeto juzga las normas de su sociedad desde una perspectiva universal, escoge las reglas y cree que son válidas para todos los seres racionales.
Etapa 1: Orientación a la obediencia y el castigo.
Desde este ejercicio intelectual propongo que las autoridades de gobierno y las educativas, están concentradas en la aplicación de la evaluación, haciendo uso de los recursos humanos y económicos (a su servicio y a su alcance) para mantener la reforma, que al decir de ellos “La evaluación va” (“Como sea, pero va; a la fuerza, pero va”). Por su parte, los maestros asumen su estatus de obediencia porque “el débil debe obedecer al fuerte”, “porque no se debe contradecir a la autoridad”, “porque la ley, es la ley, y las autoridades deben hacer todo lo necesario (justo o no) para hacerla cumplir”. La orden que subyace es: obediencia y/o castigo (de ahí la reiteración: “la evaluación no es punitiva, pero el que no la presente será cesado”, y el consiguiente el miedo a no evaluarse).
Etapa 2: Orientación ingenuamente egoísta.
Las agrupaciones magisteriales asumen un papel de reciprocidad: “mientras no se afecte a la estructura organizacional y las cuotas estén cubiertas” se puede mantener la colaboración con las autoridades. Es decir, la aplicación de la evaluación a los docentes debe cumplirse, mientras a los representantes no se les incluya en los listados y se puedan seguir negociando espacios en la administración y concesiones diversas. A cambio, cubrir la cuota necesaria de docentes para la evaluación de cada una de las etapas y silenciar las manifestaciones de inconformidad. Recordemos que recurrentemente se anuncia: “Titular de las negociaciones con el gobierno”
Etapa 3: Orientación del “buen chico” y la “buena chica”.
Traducido al lenguaje laboral: “buen maestro” y “buena maestra” Quienes asumen que hay que agradar a las personas próximas: representantes, directivos, familiares, amigos. Es un ejemplo de responsabilidad que se refleja en cumplir con la evaluación docente y ser “ungido” como “maestro idóneo” para presentarse ante la sociedad libre de sospecha porque la autoridad ya lo ha “re-seleccionado y re-etiquetado”. Malos quienes no participen, quienes no realicen la evaluación completa, quienes piensen diferente a lo oficial.
Etapa 4: Orientación por la autoridad y el mantenimiento del orden social.
El maestro se asume como una parte del sistema social y del sistema educativo. Se considera un trabajador y piensa que la evaluación puede reconocer sus méritos, y en consecuencia, una recompensa (el anhelado estimulo salarial del 35%, los préstamos para vivienda y la provisional permanencia de 4 años). Asistir a la evaluación es un mandato de las leyes y su cabal cumplimiento permite el mantenimiento del orden social. El caso contrario, es un acto de que va en contra de las autoridades y daña a terceros (lo que justifica la militarización de los procesos de evaluación, la criminalización de la protesta social y la represión a los inconformes).
Etapa 5: Orientación por el contrato legal.
En esta etapa lo más importante no son las leyes mismas, sino el modo en que las leyes se crean. Es el aspecto más importante, que hasta el momento no ha sido atendido, porque “no es conveniente hacerlo”. Recordemos el proceso irrespetuoso que siguió la aprobación y promulgación de la Reforma Educativa y sus leyes. Posteriormente, el tímido reconocimiento sobre “la modificación de las condiciones de trabajo con respecto al ingreso, permanencia y promoción” y la constante negación al diálogo con los actores principales del proceso educativo: los docentes. Además, en las recientes publicaciones de la Suprema Corte de Justicia con respecto a los amparos docentes, se ha aplicado un principio de utilitarismo donde se puede sacrificar a una minoría en beneficio de la mayoría, recordemos “el interés superior de la niñez” por encima de “los derechos laborales del artículo 123” y la negación sobre la retroactividad de la LGSPD.
Etapa 6: Orientación por la conciencia o por principios.
En esta etapa, es relevante defender principios morales universales. Un ejemplo es el siguiente principio expresado por Mahatma Gandhi: “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”. Aquí alguien podría cuestionar que “la vida de una persona es siempre el valor máximo”, estoy de acuerdo; y además que la vida humana debe estar acompañada de principios y valores universales cómo lo son la justicia y el respeto por la dignidad de la persona.
Generalmente esta etapa, sólo es alcanzada por algunos sociólogos, académicos y filósofos. La lección que podemos aprender en ella es: Si bien es importante acatar las normas, también debe reflexionarse sobre las consecuencias sociales de su aplicación y analizarlo desde los principios de justicia y respeto de los derechos sociales.
Aquí, podemos encontrar los argumentos de quienes han señalado que: “Falta reformar la educación, los modelos educativos, los contenidos, materias. Eso es lo que es una reforma educativa y está por verse”. Algunos más “Reforma sí, pero no así” “Reforma sí, pero no sin los maestros” “Evaluación sí, pero no así” “Evaluación sí, pero no contra los maestros”. Incluyendo a quienes promueven un “Dialogo nacional por la educación: por una verdadera transformación educativa”
Entonces, si el propósito de la Reforma es favorecer la calidad de la educación, difícilmente podrá lograrse con maestros desaminados, desmotivados y estigmatizados; cansados, preocupados y angustiados; criticados, estresados y “quemados”. Si el sentido de la evaluación es “mejorar las competencias docentes”, entonces la amenaza, la censura, el empleo de la fuerza pública y la violencia, no son las herramientas idóneas para diagnosticar, capacitar y profesionalizar al magisterio ¿Por qué? Porque no es lo necesario, porque no es socialmente deseable y porque no es justo. Sin olvidar que, lo más relevante en esta etapa es que “el sujeto es capaz de dar razones para aceptar o rechazar las leyes de la propia sociedad”
Fotografía: formacionib