Por: Jorge Salazar García. 17/01/2017
Con el inicio del 2017 y el aumento a las gasolinas, también se reestrenaron los grupos de choque del sistema, con la clara intención de criminalizar la protesta pacífica de miles de mexicanos. En las redes son ampliamente documentados los actos de RAPIÑA cometidos por hombres y mujeres por igual dejando establecimientos vacíos e instalaciones dañadas. Seguramente al publicarse esta nota, habrán ocurrido otros actos vandálicos y aún se estén planeando más acciones del mismo tipo para sembrar el miedo y la desconfianza entre quienes suelen manifestarse sin violencia. De este modo y con el linchamiento mediático se intenta inhibir la voluntad de expresar pacíficamente el repudio a este infame incremento a las gasolinas. Lo peor puede venir después; de continuar la organización de la ira, desde las cavernas del PRIANATO podría ordenarse “matar en caliente” y así “neutralizar” a líderes sociales. Si lo sabe Peña, es malo, y si no lo sabe, también. Ambos supuestos llevan a la misma conclusión: el Estado ya perdió toda legitimidad y por consiguiente el Control político sobre los gobernados, sólo contenidos por la fuerza bruta. Las ambiciones políticas y económicas desbordadas mueven a la “Nomenclatura” cleptócrata fuera de madre buscando conservar sus privilegios o vengarse por los perdidos, sin importar un carajo la anomia[1] social que provocan.
Dar con los autores intelectuales es relativamente sencillo, pero eso significaría un suicidio y además traería como consecuencia el fortalecimiento de la protesta. Eso no lo harán; las cosas desde su óptica, están bajo control y se conducen por los caminos deseados: la fragmentación de la oposición y la criminalización de la protesta son un éxito. Por ello el comportamiento de algunos mercenarios de la rapiña es abiertamente vandálico, carente del mínimo rubor ético. Presentan una conducta grosera y prepotente, no por valientes, sino porque se saben protegidos por la “Ley” de la impunidad; dirán: “si los de arriba roban Millones y con una disculpa se libran de la Justicia, yo porque no”.
Muy probablemente hayan participado algunos ciudadanos ajenos a esos grupos dirigidos, quienes desbordados por la indignación y el resentimiento [contagiados por los robos chiquitos (Elecktra ) y grandotes (políticos)] se sumaron a ellos, pero eso de ningún modo es un patrón en los protestantes pacíficos. Lo que si queda a la vista es el modus operandi del Estado para envilecer a gente alexitimica[2] e ignorante, extremadamente floja y ambiciosa.
¿Cuáles fueron los daños, hasta ahora causados? Para empezar pueden señalarse SEIS: 1) Se dañó el patrimonio de algunos empresarios y pequeños comerciantes, difícilmente recuperable, pero lo harán. 2) Las pérdidas de los grandes establecimientos (compradores del voto que impuso a Peña Nieto) seguramente serán resarcidos por el mismo gobierno y por las aseguradoras. 3) La población desinformada, si acaso estaba tentada a participar en las protestas pacífica ya no lo hará, por miedo. 4) Se recrudece la campaña negra de difamación contra MORENA y organizaciones independientes. 5) Se perfilan los expedientes policiacos en contra de líderes y luchadores social. 6) La peor parte la cargarán los mercenarios rapiñeros: ellos no podrán recuperarse de su degradación moral, para eso, tendrían que devolver lo robado y presentarse ante la justicia para recibir su castigo. Eso, absolutamente ninguno lo hará.
Esos ciudadanos, fácilmente identificables por su caracterología, son aquellos quienes presumen protección; son telenoveleros, fanáticos del futbol o las luchas, adictos a la música estruendosa y monótona, seguidores de los ídolos de papel, incapaces de la solidaridad, consumidores de comida chatarra y cocacola (o Pepsi, para ser diferentes); racistas, machistas extremos; homofóbicos, adictos a la películas de guerra y de narcos; son, esencialmente, narcisistas que creen merecerlo todo pero incapaces de trabajar duro y honradamente para ganarlo; para ellos, agradecer algo significa debilidad o ser pendejo. Es el clásico mexicano chelero y alburero que nunca ha leído ni leerá un buen libro, carece de opiniones personales y expresa, si acaso, las de personajes mediáticos o de su jefe o líder admirado. Es el oportunista capaz de robarle a su familia y propia madre, hace tranza con todo y con quien se deje, vive del agandalle; tiene el perfil ideal para alquilarse como acarreado, delincuente electoral o servir de golpeador, porro o esquirol. Son arrogantes y prepotentes con los humildes, pero sumisos y zalameros con el poderoso. Son seres Imposibilitado para ser amables o decir “por favor”, pero burlones, soberbios y despreciativo cuando se le trata con cortesía.
No lo dudemos, a este tipo de mexicanos se refería Peña Nieto cuando afirmó que la corrupción es parte de nuestra cultura, porque son los únicos que le aplauden a rabiar. Ha sido una de sus verdades, aplicable plenamente a muchos miembros de su partido y a los trúhanes que firmaron el Pacto por México. Ya empezaron a enlodar a MORENA, seguramente es parte del Plan y no extrañe que se le acuse de promotora de lo que ellos siempre han cometido: ultraje social.
Hay que insistir, la solución está en la organización paciente, consciente e informada, sin perderse en las ácidas contiendas electorales. La solución vendrá de la unidad generosa de todas las luchas ciudadanas.
[1] Es un estado que surge cuando las reglas sociales se han degradado o directamente se han eliminado y ya no son respetadas por los integrantes de una comunidad (http://definicion.de/?s=anomia).
[2] Es la dificultad para verbalizar los afectos, a la ausencia de verbalización afectiva (http://www.psico-web.com/psicologia/alexitimia.htm)
Fotografía:Forbes