Por: Mauricio González. Punto Crítico. 22/02/2016
En el pináculo del cinismo, el ex-gobernador de Coahuila que estuvo encarcelado en Madrid dijo a los medios que está listo para regresar a la actividad política. Blanqueo de capitales, cohecho, organización criminal: de eso lo acusaron en España pero poco importa. ¿De qué sirven el poder y el dinero mal habido si no es para cultivar impunidad, antipatía, insolencia?
Hay un hecho innegable: Coahuila está en la ruina financiera. Otro: se contrató deuda falsificando documentos durante el gobierno de Moreira. Leyes fueron violadas, se cometieron delitos. Años después, ¿qué tenemos? Nada: su hermano Rubén gobierna el estado y uno de los dos supuestos culpables de la quiebra está prófugo. La PGR exoneró al ex-gobernador y su caso está cerrado: nada.
A su regreso a México, Moreira se dijo calumniado, difamado, víctima de señalamientos mediáticos. Sin pena, negó la bancarrota de su estado porque, según él, se redujo la pobreza, se amplió la educación y el acceso a la salud.
Habría que preguntarle entonces, por qué el CONEVAL reportó aumentos en la población en situación de pobreza, pobreza moderada y pobreza extrema de 2010 a 2014. O por qué se incrementó el indicador de rezago educativo y no ha mejorado gran cosa el de acceso a los servicios de salud. Esos datos oficiales, que se pueden consultar aquí, son herencia de su administración 3 años después de haberla dejado en 2011.
En realidad, la pregunta es muy sencilla: si la deuda de Coahuila pasó de 323 millones de pesos a 36 mil millones entre 2005 y 2011, y las condiciones de vida de sus habitantes no mejoraron, ¿qué pasó con el dinero? Y si fuera cierto que sus ex colaboradores Jorge Torres y Javier Villarreal lo engañaron, ¿no es Moreira culpable al menos de omisión o negligencia? Rendición de cuentas que le llaman.
La procuradora, presurosa rescatista, se aventuró a decir que el caso está cerrado: nada que investigar, señores, aquí no pasó nada. Después de todo, en cierta medida se trata también de la reputación del partido en el poder.
En un arranque digno de psicoanálisis freudiano, Moreira se proyecta: alegó que otras entidades y la entonces administración federal panista también se endeudaron de manera violenta y que nadie lo señala. Además, desacredita en alarde pseudointelectual a quienes le critican en redes sociales citando a Umberto Eco (invasión de imbéciles), y presume, con voz españolada y tono petulante, sus 4 maestrías y estudios de doctorado. No lo merecemos.
En México, la impunidad es una fiesta. Un mal endémico. Tan lo es, que no importa quebrar a un estado: uno siempre puede volver a intentar buscar cargos públicos. O al menos tener la osadía de decirlo. Lo siento mucho por Coahuila.
Fuente: http://pcritico.com/la-fiesta-de-moreira/
Fotografía: Punto Crítico.