Por: Juan Alberto Flores Rosales. 12/11/2016
Ante la dramática situación que enfrentan las finanzas estatales en Veracruz, agotados y ocultos los recursos económicos, debido a la pésima, errática y criminal conducción de la administración gubernamental durante los últimos diez años, y que ahora apenas empezamos a conocer con asombro y perplejidad, llama poderosamente la atención que el Presidente de la República, al que suponemos sea la persona más informada del país, guarde un silencio revelador del saqueo y desgobierno vivido en la entidad y no emita siquiera el mínimo comentario de la actuación de sus correligionarios gobernantes veracruzanos, ejemplos del nuevo PRI que el mismo alardeó, como si Herrera y Duarte, no merecieran de su parte ni el pétalo de una crítica a su actuación.
Enrique Peña Nieto, se advierte omiso de la tragedia jarocha, su silencio se parece más a la complicidad y al encubrimiento que al pasmo, la sorpresa o la abulia con la que igualmente conduce los destinos nacionales desde la presidencia imperial, faraónica y servil al capital internacional que afortunadamente se acerca a su fin.
El daño y saqueo a las finanzas estatales, la violencia generalizada a lo largo y ancho de la geografía, la mediocridad en los servicios públicos y reprobable estado que guardan los caminos y oficinas públicas, la desinformación generalizada, la mentira, el engaño, la corrupción insultante, el retraso inadmisible en el cumplimiento de sus obligaciones, sólo se explican en un país presidencialista, como la plena y abierta participación de ilícitos de gran magnitud, si no alentadas, por lo menos toleradas, consentidas, permitidas desde la misma élite del poder mexicano.
No se ha dado a conocer el monto real de los recursos financieros perdidos en nuestro estado, pero no sería ocioso imaginar que por lo menos los dineros de dos años de ejercicio presupuestario anual están dispersos, desaparecidos, escamoteados, esfumados, saqueados de las arcas estatales para canalizarse a engordar las cuentas bancarias de pillos y truhanes del gobierno estatal que está por concluir y de los altos alcahuetes del poder federal que solaparon, toleraron y participaron de ese increíble robo que ronda en los 190,000 millones de pesos, equivalentes como dije a la tercera parte de lo que se manejó en todo el sexenio estatal.
El titular del ejecutivo Federal sabe donde está ese dinero y donde se encuentran los autores de este famélico saqueo al erario veracruzano, pero no habla, no critica, no censura, no descalifica el mal proceder de los gobernantes estatales que se han dedicado en cuerpo y alma a medrar, a hurtar, a transferir a sus lacayos la riqueza local. Pero olvida que el pueblo está haciendo ya el balance de las dos administraciones que en muy mala hora padecimos: La estatal y la Federal, que se caracterizaron en estos últimos cinco años por matar periodistas para que no revelaran la verdad que ahora se asoma, a reprimir los movimientos sociales que reclaman el pago puntual y justo de sus emolumentos, a golpear en los bolsillos a los ayuntamientos de oposición, a endeudar de manera escalofriante al estado a niveles históricos y a cancelar el proyecto popular, auténtico y democrático que reclama la sociedad veracruzana.
Sabemos perfectamente que sus huecos discursos no regresarán el dinero y recursos materiales a nuestras arcas estatales, pero al menos, un mínimo gesto de solidaridad verbal con los agobiados trabajadores veracruzanos mostraría que no es verdad lo que se rumora en todas partes: Que el dinero de los veracruzanos fue usado en la campaña electoral del actual inquilino de los Pinos y que tanto el que ya se fué como el que llegará, así como el propio , saben dónde está el dinero mal habido , y saben que darlo a conocer terminaría de una buena vez y de raíz, el sórdido maridaje que existe entre ellos en el afán de competir en el saqueo del siglo en agravio del noble pueblo de Veracruz.
Por ello, guarda silencio el Presidente, y con ello dice más que miles de palabras en torno a su participación de la destrucción de las finanzas veracruzanas.
Sabia conseja popular ya lo señala: “ El silencio dice más que las palabras”.
Fotografía: Facebook. Sin Autor visible.