Por: Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal, Marcelino Guerra Mendoza. 24/10/2018
Desde septiembre comenzaron a agitarse las aguas; al parecer, fue Eduardo Backhoff quien tiró la primera piedra. Días antes de que fuera noticia, advirtió que los diputados morenistas encabezados por Irán Santiago Manuel, preparaban un exhorto al INEE y la SEP para suspender los procesos de evaluación docente. En un artículo escrito con el hígado en la mano, calificó de insólito y cínico ese hecho; y fue todavía más lejos, exhibió la negra trayectoria de este ex integrante de la Sección XXII, ahora vuelto diputado (MORENA pide la desaparición del INEE).
Tal como lo anticipó el expresidente del INEE, el 11 de septiembre legisladores de MORENA hicieron público el exhorto a la SEP y el INEE (Diputados aprueban exhorto para suspender la evaluación educativa) para suspender las evaluaciones; luego vinieron las declaraciones del presidente del Senado Martí Batres (Va Martí Batres por desaparición del INEE), quien presentó una iniciativa con proyecto de decreto para derogar la fracción IX y reformar las fracciones III, VII y VIII del artículo 3°. Horas después se retractó y obviamente, los exhortos no fueron atendidos
Un mes después, el 11 de octubre para más señas, el profesor Irán Santiago, el mismo al que Backhoff llamó cínico, presentó una iniciativa en la que propone eliminar el INEE (Diputados de Morena proponen eliminar el INEE)
La reacción del cártel de la reforma educativa, no se hizo esperar. Raudo y veloz, debidamente ataviado de sociedad civil, emitió un pronunciamiento contra la desaparición de ese organismo. Ente los firmantes figuran, además de Mexicanos Primero obviamente, Teach 4 All Mexico, Fundación SM de Ediciones México, México Evalúa y Suma por la Educación, esta última encabezada en el pasado reciente por la ex legisladora panista Teresa Ortuño. “Manifestamos nuestra preocupación por los proyectos legislativos que buscan la eliminación de aquellas instituciones democráticas diseñadas para mejorar la educación de calidad con equidad e inclusiva en el país como lo es el INEE” (ONGs alertan por desaparición del INEE). ¡Ahora resulta que el INEE es una institución democrática!
Mientras tanto, David Calderón de Mexicanos Primero, intentaba justificar lo injustificable. Maestros le cuestionaron la negativa a publicar las rúbricas con las que son evaluados y el negocio que han hecho los evaluadores certificados por el INEE, con el consecuente desconocimiento de lo que se espera del evaluado, que es quien se juega el empleo. El interpelado respondió que le indigna ese manejo, pero no hay despido inmediato, y sí mecanismos de defensa legal (https://twitter.com/DavidResortera/status/1053291020773920768) ¿Le indigna después de cinco años? ¿Un juicio farragoso, que le cuesta al afectado en todos sentidos, es un mecanismo de defensa? De no creerse.
Parecía que los intercambios no pasarían de ser meras escaramuzas aisladas entre diferentes grupos y sectores. Pero vino AMLO a echarle más gasolina al incipiente fuego, y el asunto subió de intensidad. En una gira de agradecimiento por Durango, el presidente electo aseguró que el INEE desaparecería (AMLO anuncia el fin del INEE y de la evaluación docente)
Dos días después del pronunciamiento del cártel de la reforma y de AMLO, un grupo de investigadores saltaron a la palestra, haciendo un llamado a no desaparecer al INEE argumentando que “…nos ayuda a saber si la educación en el país avanza o retrocede; ello permite enriquecer un debate abierto que pugne por la construcción de un México más justo e igualitario. La educación pública es un legado que todas y todos debemos cuidar con la razón y el entendimiento en la pluralidad” (Lanzan iniciativa para que gobierno de AMLO no desaparezca al INEE).
Los promotores de este pronunciamiento, entre ellos Alma Maldonado del DIE y Pedro Flores Crespo de la Autónoma de Querétaro, tuvieron a bien solicitar al Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE) la difusión de la carta. Las reacciones no se hicieron esperar; académicos contrarios a la reforma exigieron imparcialidad del organismo emblemático de la investigación educativa del país. El COMIE respondió con un escueto comunicado (#ComunicaciónInstitucional) en el que menciona la diversidad de opiniones como una de sus fortalezas, por tanto, no está a favor de ninguna postura, sus espacios de difusión y comunicación están abiertos a todos. No hay conflicto ético-político a la vista, ¡viva la neutralidad!
Luego de este ríspido intercambio, finalmente las fuerzas vivas de una academia que no acostumbra pronunciarse por otros asuntos quizá más relevantes, se sumaron al rechazo por la presunta desaparición del INEE. “La desaparición del INEE implicaría cancelar la oportunidad de contar con datos, evidencias y conocimiento que enriquecen el debate público y permiten conducir la política educativa con base en información de calidad…” (Académicos e investigadores rechazan la desaparición del INEE). ¿Cómo es posible que tan connotados académicos (entre los que figuran por supuesto, ex integrantes del propio instituto), planteen semejante argumento?, ¿en qué se basan para decir tal cosa? Apenas hace unos días, la mismísima presidenta de la Junta de Gobierno del INEE, Teresa Bracho González, reconoció que el uso de los resultados de la evaluación educativa es un asunto pendiente, la información se usa muy poco para mejorar (Resultados de evaluaciones no se usan en la formulación de políticas educativas).
Del comunicado de los investigadores hay dos cuestiones que llaman nuestra atención. Primera: está dirigido a los maestros de México, se les invoca y convoca a defender a su verdugo. Porque para muchos maestros, el INEE no es otra cosa más que eso. El segundo punto es la alusión a la educación pública como un legado histórico que es preciso cuidar, mientras la empresarialización educativa y la creciente mercantilización avanzan. No es un hecho aislado, mucho menos intrascendente, el que los evaluadores certificados o los mismos maestros evaluados vendan sus saberes; esas prácticas se han multiplicado, son efecto de la reforma educativa, no solo de la evaluación docente.
Hasta aquí la descripción de los hechos, que dicho sea de paso, ejemplifica magníficamente eso que en filosofía política se conoce como agonismo. ¿Qué lecciones podemos extraer de todo este sainete?
Primera: Lo hemos dicho antes, quien plantea el problema establece las reglas. AMLO va definiendo los temas y los términos de discusión. Ya lo hizo con el Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo (FONE), ahora con el INEE. Ha conseguido enfocar la discusión en aspectos particulares de la reforma educativa, desviando la atención del asunto principal: el cumplimiento de la promesa de cancelación de la reforma educativa.
Segunda: Tanto los defensores de la reforma dentro y fuera del INEE, como los analistas y académicos que forman parte de lo que hemos llamado canon crítico, discuten la desaparición del INEE teniendo en mente al poder, se dirigen a quienes conducen o conducirán próximamente los destinos del país y la educación, no a los maestros a los que tanto dicen defender. ¿Será que buscan posicionarse, ser llamados, subirse a la rueda de la fortuna de la cuarta transformación?
Saber y poder van de la mano; desde siempre, los diferentes gobiernos han tenido a sus expertos de cabecera. El DIE tuvo sus tiempos de gloria, en la era Salinista; luego tocó el turno a la FLACSO y especialistas extranjeros; vino después el CIDE. ¿Quién se ganará ahora los favores de la SEP? ¿Los think tank de Claudio X. González y socios que lo acompañan?, ¿las consultorías extranjeras?
Tercera: Si en algo coinciden investigadores a favor y en contra de la eliminación del INEE, es que no es necesario echar atrás la reforma en su totalidad, no todo está mal, se puede enderezar lo que nació torcido. No nos extrañe si el día de mañana suscriben un comunicado conjunto proponiendo esto y fin de la disputa.
Cuarta: Más allá de los intereses en juego, preocupan los modos de comprensión e intelección de la realidad de un sector que se supone está dedicado a problematizar la realidad y a construir conocimiento. Una vez más, como ha ocurrido desde el inicio de la reforma, se corre el riesgo de que la discusión se obscurezca, el análisis se reduzca, los problemas se parcialicen o de plano queden sepultados, colocando un velo difícil de eliminar cuando las explicaciones dadas por hecho, se vuelven un régimen de verdad. Ahí está como ejemplo la afirmación “la reforma es laboral y administrativa, la evaluación punitiva”, acuñada por analistas críticos, todavía es repetida por muchos maestros que aún no logran escapar de esa trampa cognitiva.
Los defensores del INEE son expertos en esto. Exponen argumentos que buscan reafirmar la importancia vital de este organismo, cual si fuese un asunto de vida o muerte. El INEE no es una creación divina, no ha existido siempre, no es perenne, es un instrumento, resultado de un proceso político, de un conjunto de decisiones políticas que buscan lograr determinados objetivos igualmente políticos.
Ahora que el ruido amenaza con silenciar nuevamente la razón y obnubilar el pensamiento, nos parece necesario recordar que la reforma es un monstruo de mil cabezas, que el INEE es un engranaje de un dispositivo evaluador mayor llamado Sistema Nacional de Evaluación, compuesto por otros elementos como la Coordinación del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y las autoridades educativas locales.
Mientras en las alturas de la academia y los círculos de la alta política la atención está concentrada en este sainete, la reforma educativa avanza día a día en las escuelas. Por eso, no olvidemos lo fundamental ni gastemos la pólvora en infiernitos: la cancelación de la reforma educativa es una promesa; las promesas no son negociables, se cumplen. De eso es de lo que tenemos que ocuparnos antes de que sea demasiado tarde y el tren de la oportunidad pase de largo.
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