Por Alfredo. 04/04/2018
Las reformas económicas han hecho de México un mercado mediocre por sus condiciones de precariedad laboral y sus salarios miserables que pagan a los trabajadores, postrado a los intereses de los vecinos del norte quienes son los que operan la región.Los indicadores aquí señalados son equivalentes empíricos de la dimensión real y existente de la mediocridad y estupidez en que los políticos del PRI-PAN-PRD han desfigurado al Estado y sus instituciones. Durante las últimas 3 décadas México avanzó en la modernización del sistema político mexicano, buscando la inmolación del viejo presidencialismo; sin embargo, se siguen reproduciendo los mismos viejos vicios. El enorme reajuste político-económico no rindió en la realidad casi ninguno de los resultados prometidos: no se alcanzó eficiencia, competitividad ni prosperidad sostenida y menos para todos. Las injusticias a enmendar alcanzan tal magnitud que vulneran el principio de la igualdad jurídico-política y, por lo tanto, contaminan la salud de los procesos democráticos. Los métodos del viejo presidencialismo no han sido abandonados sino que estos se han combinado con la delincuencia. La política social se focaliza, se torna microsocial para aliviar, sin resolver, pobreza, desempleo e informalidad. La crisis de representación se hace evidente cuando el 50% o más de la población, y un porcentaje similar de la fuerza de trabajo, no tiene voz ni influencia en las decisiones fundamentales para su bienestar (Ibarra, 2007). Pese a los avances en materia electoral, el tipo de transición no logró la instauración democrática; vale decir, la construcción de un andamiaje institucional y la elaboración de una Constitución acorde al régimen político. Aunque se abrieron canales para la pluralidad política y nuevos roles de los partidos políticos, la experiencia democrática no ha logrado traducirse en un desarrollo incluyente, la ciudadanía muestra signos de desafección. La calidad de la política en México constituye uno de los referentes centrales para entender las complejidades del sistema político. Aquí es pertinente preguntarnos: ¿Hemos transitado a un régimen político que permita un estilo democrático, incluyente e institucional de gobernar? ¿La vida pública se ha hecho menos privada o seguimos padeciendo la fragilidad de lo público tanto en la sociedad como en el Estado? (Rodríguez, 2009).
Conclusiones. La corrupción, delincuencia y atropellos a los derechos humanos se incrementará sí el Prianismo y partidos paleros siguen “gobernando” con la misma trayectoria. La población seguirá desprotegida y agredida ante la falta de un Estado de derecho, pues es controlada y sometida por un Estado delincuencial que carece de castigos ejemplares.-Los discursos de los políticos que han estado en el gobierno continuarán siendo falsos y demagógicos. La intervención masiva de la sociedad en este proceso electoral puede revertir la tendencia ascendente de la corrupción y la delincuencia. Salir a votar siempre es mejor; no hacerlo es fomentar el prianismo que destruye el futuro de nuestros hijos y de los mexicanos.
El progresismo es un sistema que ha mostrado que puede conducir a limitar el aumento de la corrupción, delincuencia y desigualdad. El verdadero peligro de la nación ha sido el sistema PRIANista porque ha llevado a la descomposición plena del Estado y sus instituciones. Sus negociaciones mafiosas con grupos de la delincuencia han sumergido en una crisis total al país: económica, social y política..-Los del PRI y PAN no han sido diferentes, son la continuidad de lo mismo: se alían para seguir conservando privilegios e implementando el neoliberalismo que no beneficia a la población. El Estado que no procura justicia es una banda de malechores que sólo están al servicio de la mafiocracia y de los grupos criminales.