Por: José Carlos Buenaventura[1] 22/04/2018
Ellos entendieron que era más sencillo crear consumidores que someter a esclavos.
Noam Chomsky
En este texto se trabaja la idea de que la pedagogía hegemónica en México es la pedagogía neoliberal, pedagogía que forma a los seres humanos como objetos, en particular en este momento histórico como “consumistas”; ésta se retroalimenta de diferentes aportaciones teóricas, es un tejido de conceptos, ideologías y conocimientos que coloniza las psiques y los comportamientos de los seres humanos.
También se presenta la idea, que surge al hacer la lectura de los trabajos de Adriana Puiggrós, donde ella ha construido la categoría de sujetos pedagógicos para analizar los procesos educativos, de que se puede construir la categoría de objeto pedagógico, ya que no todos los seres humanos son formados o vistos como sujetos, sino que son formados y tratados como objetos, y es importante poner atención en los procesos que llevan a que un ser humano sea tratado de tal forma, se viva o perciba así. En la propuesta para construir la idea de objeto pedagógico se presentan dos triadas: la primera está conformada por el objeto que enseña, el objeto que aprende y la ideología que se transmite; la segunda triada está conformada por el objeto que enseña, el objeto que aprende y el conocimiento colonizador que se transmite. En este orden de ideas, se puede ver que la pedagogía neoliberal forma objetos, en particular consumistas; este texto nos dará algunos elementos para tal reflexión.
Naomi Klein señala que nos encontramos en un capitalismo del desastre, en donde éste, ya sea económico, natural o educativo, va produciendo mayores ganancias a los grandes empresarios que invierten en la reconstrucción del mundo, en las cosmovisiones y en las maneras en que se debe vivir. Como señala Pablo González Casanova desde hace más de treinta años, en nuestro país se han aplicado los principios de las ideas y principios neoliberales, los distintos cambios en las instituciones públicas para que los mercados capitalistas crezcan, y es bajo este contexto internacional y nacional como siguen presentes los problemas que se arrastran desde la época colonial.
La pedagogía neoliberal, como Monopedagogía, está fundada en una concepción monista de la realidad. En relación al monismo, Lenkersdorf expresó: “La idea fija, más allá de todo cuestionamiento, es que todo lo que existe se deriva, en último análisis, del UNO; por ejemplo, el ser o la unidad de la verdad, que tiene que ser una sola. Así, se buscan los primeros “elementos”, de los cuales todo lo demás se deriva, sea en la realidad tangible o sea en el filosofar.”[2] A partir de reconocer que este tipo de pedagogía tiene como base un pensamiento monista y que de éste se alimenta la pedagogía neoliberal, se considera importante hacer una serie de reflexiones sobre el tipo de ser humano que persigue formar este tipo de pedagogía.
Esta pedagogía tiene como idea de ser humano a un ser homogéneo, individualista, un ser cuya memoria está apegada al consumismo y lo conveniente a los proyectos de los empresarios.[3] En este orden se considera que sí existe memoria, pero esa memoria es la que se impone de unos grupos a otros. Un ser humano no puede no tener memoria, nuestro propio lenguaje es memoria de distintos tipos, es una facultad de nuestra humanidad.
El neoliberalismo tiene entre uno de sus objetivos formar a un ser humano consumista.[4] Este ideal de ser consumista está en la capacidad que tiene para comprar. El resto de las cosas se percibe como productos que puede tener o no tener; el que puede comprar es un ser humano completo, un triunfador, un ganador, una persona exitosa.[5] Hay una exacerbación del intercambio de las mercancías, ya que no sólo se desea aquello que satisface las necesidades básicas humanas, el intercambio monetario y de mercancías para resolver problemas y necesidades, sino que la acción de comprar y consumir por sí misma produce placer y gozo, y al no poderse realizar, no se realiza el ser humano; queda entonces frustrado e incompleto. En este sentido el individuo tiene que ser colocado en el centro del sistema ideológico individualista, tratando de negar su condición social y colectiva, que seguirá presente, produciendo procesos psíquicos y prácticos para que se cumpla lo que debe ser.
Estamos frente a una gran paradoja: todo lo que se consume se convierte en basura; algunos investigadores han llamado a esto obsolescencia,[6] ya sean personas, animales u objetos. Esto es grave porque podemos estar frente a un pensamiento indolente. Esta indolencia conduce a que las personas puedan estar frente a un gran desastre natural o humano y no sentir ningún grado de responsabilidad o de solidaridad para cambiar o detener los acontecimientos. La indolencia se puede resumir en algo muy común que se dice en las calles de la Ciudad de México: “si no lo veo, no existe”. Hay ocasiones en donde se ve pero sigue sin existir. Un consumidor tiene grados de indolencia, ya sea por ignorar los procesos de producción de las cosas o porque la naturaleza o los seres humanos pueden convertirse en objetos de consumo, que más tarde serán basura y en ningún momento podrán ser reciclados o valorados, sólo amontonados y hasta olvidados: desechados.
En este sentido, ocurren procesos de satisfacción pero al mismo tiempo de rechazo cuando se posee la mercancía, ya que ahora se desea otra más. La acción de consumir produce la emoción, ya no el objeto por sí mismo. En eso la mercadotecnia y el uso de las marcas se hacen presentes como mecanismos económicos y mecanismos culturales que van dando cierto tipo de orden al cosmos, como lo ha estudiado Naomi Klein en su libro No Logo.[7]
Sin embargo, esto no es igual en todas las clases o estratificaciones sociales, pues existen consumidores plenos o consumidores frustrados, aquellos que viven en la aspiración de comprar y consumir y que se sienten inferiores a otros al no lograrlo. Todo aquello que se demanda socialmente para ser feliz, la obsesión por los productos novedosos, éstos pronto se convertirá en basura, porque ya no gusta o porque rápidamente se descompone.
La idea de ser humano consumista está envuelto por una aureola de lo bueno, lo limpio, lo civilizado, y ante esto se ve como un ser humano realizado, feliz y contento. Quizás ciertos sectores de la sociedad sí logren esta realización humana del consumidor, vista desde la acumulación de las cosas o seres; sin embargo, la mayoría se encuentra en la frustración por ser consumista, por aspirar a comprar lo que no puede comprar o pagar. El consumista frustrado es proclive a ser dominado y utilizado, se puede decir que en su pensamiento sigue colonizado, sigue haciendo presente la colonización interna: no se conoce a sí mismo y mucho menos a los otros.[8]
Un aspecto que no hay que dejar a un lado es el del consumismo virtual que se lleva a cabo, ya sea por medio de la televisión u otros medios de información. Se es consumidor de símbolos, significados e ideas coloniales que se transmiten por medio de la televisión y los medios de información que fortalecen la idea de ser un consumista, y que es la única forma de ser humano posible de acuerdo a su cosmovisión y a sus intereses económicos, desde posturas ideológicas y teóricas que van de la mano con la idea posmoderna de que la historia terminó, de que estamos en el fin de la historia.[9] No obstante, es tiempo de cuestionar esas ideas desde la pedagogía, por lo cual es necesario pensar en contra de nuestros propios parámetros y límites teóricos.
Para concluir es importante resumir que la idea del ser humano como consumista en la Pedagogía Neoliberal es importante ubicarla; ya que es necesario que en la construcción y sistematización de otras pedagogías alternativas al neoliberalismo capitalista se deben tener claro las ideas de ser humano a formar que no responda a los principios, conceptos, ideologías y visiones del mundo del neoliberalismo capitalista.
Fotografía: Facebook. Sin Autor visible.
Referencias
[1] Licenciado en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM y coordinador general del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación de México y Latinoamérica: construcción de discursos y prácticas.
[2] Carlos Lenkersdorf, Filosofar en clave tojolabal, México, Porrúa, 2005, p. 89.
[3] Entre algunos de los conceptos sobre la memoria, podemos utilizar dos que da la Real Academia de la Lengua: “1. f. Facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado; 2. f. Recuerdo que se hace o aviso que se da de algo pasado”. Consultado en: http://dle.rae.es/?id=OrlyaVd, el sábado 18 de marzo de 2017, a las 14:44 horas.
[4] Pablo Gentili señala: “El modelo de hombre neoliberal es el ciudadano privatizado, responsable, dinámico: el consumidor”. Pablo Gentili, “El Consenso de Washington y la crisis de la educación en América Latina”, en Revista Archipiélago, No 29, 1998, p. 61.
[5] Aunque esta forma de razonamiento está poniendo en peligro la existencia humana, ya que el nivel de exceso de producir cosas que no son necesarias nos está llevando a una gran crisis ambiental, donde todo equilibrio ecológico se ha roto. Un documento que se puede consultar en relación con la noción de Obsolescencia programada es: Marta Micaela Gómez, “La obsolescencia programa y sus desechos”, en: Luminotecnia, marzo abril 2015. Ubicado el artículo en:
http://www.editores-srl.com.ar/sites/default/files/lu126_gomez_obsolescencia_programada.pdf , consultado el día sábado 18 de marzo de 2017, a las 15:19 horas.
[6] Un video muy interesante en relación al tema es: https://www.youtube.com/watch?v=ZTVOBBbnjv4, consultado el sábado 17 de diciembre de 2016, a las 14:09 p.m.
[7] Naomi Klein No logo, México, Ediciones Culturales Paidós, 2014. Naomi Klein señala: “Como ya hemos visto, Nike, Shell, Wal-Mart, Microsoft y McDonald’s se han convertido en metáforas de un sistema económico extraviado, en gran medida porque, a diferencia de las maquinaciones de trastienda del NAFTA, el GATT, la APEC, la OMC, el AMI, la UE, el FMI, el G-8 y la OCDE, los métodos y los objetivos de estas empresas son fáciles de adivinar; tanto los trabajadores como los observadores extranjeros comprenden muy bien a qué se enfrentan. Ellas se han convertido en los mejores y mayores instrumentos educativos del planeta, y ofrecen esa claridad que resulta tan necesaria en medio del laberinto de acrónimos y de acuerdos centralizados y secretos que es el comercio mundial.” (p. 507-508)
[8] Un texto fundamental sobre la discusión del concepto del colonialismo interno es: Pablo González Casanova, La democracia en México, México, Ediciones Era, 1977, p.p. 103- 108. Otro texto importante en relación al tema es: Pablo González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, en: Atilio A. Borón, Javier Amadeo, Sabrina González (compiladores), La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano, 2016, p.p. 409-434.
[9] Francis Fukuyama, El fin de la historia, Fukuyama señalaba: “Lo que podríamos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano.” (p. 4); por otro lado, Boaventura de Sousa Santos señala: “El grado de verdad de la teoría del fin de la historia radica en que ella es la máxima conciencia posible de una burguesía internacional que ve finalmente el tiempo transformado en la repetición automática e infinita de su dominio. El largo plazo colapsa en el corto plazo, y éste, que fue siempre el marco temporal del capitalismo, permite finalmente a la burguesía producir la única teoría de la historia verdaderamente burguesa, la teoría del fin de la historia. El desprestigio total de esta teoría no interfiere en lo absoluto con su éxito en cuanto ideología espontánea de los vencedores. La otra cara del fin de la historia es el lema de la celebración del presente, tan valorado en las versiones capitulacionistas del pensamiento posmoderno.” Boaventura de Sousa Santos, “Para una pedagogía del conflicto”, en: José Carlos Buenaventura, La educación sitiada. Entre la política y el mercado, México, Ediciones Eón, 2017, p. 184.