Por: Wilbert Torre. El Heraldo de México. 08/09/2017
Ésta es una crisis provocada por intereses personales; el Presidente y el líder nacional del PAN, los protagonistas.
La historia de la crisis institucional en el Congreso comenzó a gestarse en enero, en Los Pinos, en una reunión bajo la batuta de sus dos protagonistas principales: el presidente Enrique Peña y el presidente del PAN, Ricardo Anaya.
Esa noche, Anaya, entonces un asiduo comensal de Los Pinos, pactó la elección del Estado de México y en términos llanos obtuvo la bendición de Peña para postular a Josefina Vázquez Mota, en un doble juego que consistía en asegurar el triunfo del PRI a partir de que Josefina creciera lo suficiente como para volver la elección una competencia entre dos, o lo que sucedió al final: la panista nunca creció, pero pudo restarle puntos a Delfina Gómez, la maestrita que puso a temblar al dinosaurio.
El problema es que cuando Peña y Anaya pactaron, no imaginaron que el perredista Juan Zepeda crecería como lo hizo. Cuando Zepeda creció, Josefina se volvió innecesaria y el gobierno peñista hizo un ligero twist en la historia y cuando nadie lo esperaba, cayó del cielo la revelación de que la Procuraduría General investigaba a la familia de Vázquez Mota.
Este es un instante clave en la historia posterior de la crisis que en estos momentos vive el Congreso. Es la primera vez que Anaya se sintió traicionado y respondió que se trataba de una sucia maniobra política para desprestigiar a la candidata panista.
“Así actúa el PRI”, dijo.
Peña se había sentido traicionado antes, cuando al inicio de su campaña Josefina Vázquez Mota se le fue a corazón a Peña y al gobierno, acusándolos de corruptos, y a Del Mazo de haber protegido narcos en Huixquilucan.
Anaya, un hombre joven con una vieja historia de traiciones, jamás informó a los órganos de gobierno del PAN sobre esa reunión y los acuerdos a los que había llegado con Peña.
Después de esa reunión en Los Pinos, en enero de este año, comenzaron a estallar las traiciones.
Esta historia reciente es una muestra de cómo de manera repetida las instituciones han sido llevadas a un estado de crisis provocadas por intereses personales: Por parte de Peña retener a como diera lugar el gobierno del Estado de México y por parte de Anaya imponer su candidatura a la presidencia por el PAN; y Cordero, Gil Zuarth y compañía, por evitar a cualquier costo que Anaya sea candidato.
Por acumulación, estos años de pactos y traiciones han transformado uno de los pensamientos más recurrentes de Reyes Heroles –“primero el plan, después el hombre”– en un retrato vulgar de la política de estos días: “primero el hombre y después las instituciones”.
Parecen remotos los tiempos cuando desde la política se defendían los intereses del país y las instituciones. Ahora predominan los intereses personales: Peña imponer a Cervantes y Anaya apropiarse de la candidatura.
La crisis del 97, cuando el PRI quiso escamotear la mayoría de la oposición, no tiene nada que ver con esta crisis.
Esta es una crisis institucional provocada por intereses personales.
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Fotografía: hilodirecto