Por: Ricardo Monreal.16/12/2016
Los primeros nombramientos del gabinete de Donald Trump anuncian que el antimexicanismo de campaña se traducirá en políticas públicas severas. Son funcionarios antiinmigrantes y antitratados comerciales. No son duros. Son rudos.
Esto no lo parece dimensionar la administración mexicana, que apuesta a programas de filantropía gubernamental, relaciones públicas y difusión de la “marca México”, como el anunciado hace unas semanas por la cancillería. Tan costosos como inútiles.
Nada se dice ni ofrece sobre las acciones económicas y sociales internas que deberemos asumir en los próximos dos años por lo menos.
Las principales medidas para enfrentar las políticas antimexicanas que vienen (centradas en tres rubros: construcción del muro, la revisión del Tlcan y las deportaciones masivas) deben generarse en México, no esperar ni apostar a que cambien las cosas en o desde Estados Unidos.
De entrada, hay que dar marcha atrás al muro fiscal que levantó el propio gobierno mexicano hace tres años con la reforma fiscal que incrementó de 11 a 16% el IVA en las fronteras. Debe regresar al 11% o menos. Este incremento generó el cierre de 40% de pequeñas y medianas empresas que generaban empleos de 10 a 50 personas.
La otra medida importante es reducir los precios de las gasolinas y la luz en toda la franja fronteriza norte. La gasolina Magna debe costar lo mismo que en el lado estadunidense (10 pesos por litro), mientras que el costo por KW/hora para los diversos usuarios de la energía eléctrica debe reducirse entre 10 y 15%.
El ISR también debe bajar, al menos un 3%, castigándose con mayor severidad la evasión y la elusión fiscales.
Algo positivo que logró el SAT actual es que demostró que sí se puede cobrar impuestos, que sí se puede ampliar la base de contribuyentes, que sí se puede combatir la evasión y la elusión fiscales, lo único malo es que esto se hizo cuando el ciclo económico se encontraba a la baja, contribuyendo a que el estancamiento se convirtiera en recesión.
Estas tres acciones combinadas (disminución del IVA, reducción del ISR y energía a precios de EU) no solo reactivarían a la frontera norte, sino que le darían una nueva competitividad en el futuro inmediato.
La frontera norte tiene dos momentos clave en su historia económica reciente. La etapa del modelo de sustitución de importaciones en la década de los 60 y el desarrollo de la industria maquiladora en los 90 del siglo pasado.
Ambos períodos tienen que ver con el esquema de estímulos fiscales y económicos arriba descrito, al cual hay que agregar ahora una política de ordenamiento urbano y crecimiento sustentable (amigable con el medio ambiente), que no tiene o tiene a medias, y con ubicar una ventaja tecnológica competitiva en la economía global que ahora tiene su polo de atracción en la región China-India-Asia.
¿Estas medidas tendrán un costo fiscal y presupuestal para el gobierno federal? Por supuesto. Pero es mayor el daño económico, social y de seguridad nacional que se infligiría al país entero si al muro de segregación y a la guerra comercial que se avecina se respondiera con mejoralitos, aspirinas o pompas de jabón.
El muro, las deportaciones masivas y la reconfiguración del TLC no se afrontan con medidas diplomáticas, sino con cambios de fondo en la política económica. Y uno de ellos es relanzar a la frontera norte como zona económica franca para el desarrollo.
Fuente:http://ricardomonreal.mx/muro-desarrollo-fronterizo/
Fotografia: AP/Wilfredo Lee