Por: Wilbert Torre. El Heraldo de México. 18/10/2017
En México, como en Malta, estos asesinatos no son ordinarios y confirman el colapso del estado de derecho.
Daphne Caruana Galizia, una de las periodistas detrás de la monumental investigación de los Panama Papers, que descubrió las fortunas ocultas de políticos, empresarios y estrellas del deporte en paraísos fiscales, fue asesinada el lunes en Malta, en donde su trabajo reveló la profundidad de la corrupción en la sociedad.
La mató una bomba que partió en pedazos el automóvil en el que viajaba, a unas calles de su casa.
El asesinato de esta periodista detonó reacciones de indignación y severas reflexiones sobre lo que significa.
“Lo que sucedió hoy no es un asesinato ordinario, es consecuencia del colapso total del Estado de Derecho, en los últimos cuatro años”, declaró el líder del Partido Nacionalista, que también había sido investigado por la periodista.
Sus investigaciones más recientes apuntaban al primer ministro de Malta, Jospeh Muscat, y dos de sus colaboradores más cercanos, en conexión con compañías offshore ligadas a los tres hombres con la venta de pasaportes malteses y pagos del gobierno de Azerbaijan.
En México, unas horas después del asesinato de Daphne Caruana Galizia, Cecilia Méndez, una periodista que conducía un programa de radio, recibió un balazo en la cara, en la zona conurbada de Guadalajara. Según las autoridades de la Comisaría de Zapopan, los agresores se desplazaban a bordo de una motocicleta.
Méndez sufrió con herida de bala en el pómulo y fue llevada a la Cruz Verde. Después fue trasladada a un hospital privado, donde permanece internada.
Unos días antes, otro periodista, Daniel Esqueda, fue asesinado en San Luis Potosí, en un caso que involucra a agentes ministeriales del Estado que lo habían amenazado, de acuerdo informes de la Comisión de Derechos Humanos del estado.
Horas después del asesinato de Esqueda, un ex jefe de la policía ministerial presentó un video donde el periodista, maniatado y con los ojos vendados, confiesa haber sido parte de un grupo delincuencial.
Ese video, además de revictimizar a Esqueda, siembra la inquina de que los periodistas están asociados a la delincuencia, cuando la obligación de las autoridades es investigar quiénes torturaron y asesinaron a Esqueda.
Cinco meses antes, en el centro de Culiacán, el laureado y respetado periodista Javier Valdés, que había narrado como pocos los daños sociales provocados por el narcotráfico, fue asesinado por un sicario.
En el transcurso de 2017, en promedio un periodista por mes ha sido asesinado en México. 112 han sido ejecutados desde el año 2000 y cerca de 40 en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
En México, como en Malta, estos asesinatos de periodistas no son ordinarios y confirman el colapso del Estado de Derecho en un país en donde el 98 por ciento de los homicidios permanecen impunes.
El mensaje detrás de estos crímenes es el que se ha advertido con furia e impotencia: en México los periodistas son asesinados porque es posible hacerlo, porque no hay voluntad para encaminar investigaciones serias para esclarecerlos y castigarlos; y porque los mecanismos institucionales creados para protegerlos, han fracasado.
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Fotografía: proceso