Por: Javier Hernández Alpízar. Zapateando. 24/04/2018
La iniciativa propuesta por el CNI y el EZLN de formar un Concejo Indígena de Gobierno, cuya vocera fuera aspirante a candidata independiente a la presidencia en 2018, fue excelente: nos obligó a responder en un lapso breve, juntarnos, actuar con prontitud. La respuesta de adherentes y simpatizantes fue insuficiente, lenta y, en muchos casos, tardía y ambigua. Como resultado de las condiciones excluyentes del INE, la reacción racista y de desprecio de un cierto sector de la sociedad, incluidos muchos que se dicen de izquierda, y también de nuestras deficiencias organizativas y nuestra falta de capacidad para explicar la propuesta a las personas no organizadas y sumarlas a firmar, no logramos el objetivo de que la compañera vocera Marichuy apareciera en la boleta electoral.
De haberlo logrado habría sido un hito histórico y nos habría abierto un espacio de difusión para una palabra y una propuesta verdaderas de lucha y organización.
Es muy importante reconocer que estamos precariamente organizados y aceptar que entre las primeras tareas inmediatas es preciso lograr mayor comunicación, articulación y coordinación entre nosotros mismos. Nos estamos proponiendo autogobernarnos y emprender una lucha de emancipación anticapitalista cuando no tenemos aún la organización y fuerza suficientes para lograr una candidatura independiente.
Hoy que las fuerzas políticas electorales en el país se han alineado todas con el neoliberalismo, el CIG es una importante propuesta de una izquierda que merezca verdaderamente ese nombre, una izquierda anticapitalista y antipatriarcal.
Sin embargo, necesitamos encontrar las maneras de llegar a los compañeros y compañeras no organizados que, si logramos explicarles bien la propuesta, pueden sumarse con nosotros en las filas de un sujeto colectivo de lucha, resistencia y rebeldía.
Además de derrotar las inercias y vicios que en el pasado cercano nos han impedido organizarnos, tenemos que romper con la agorafobia, con el lenguaje de iniciados y con las actividades de autoconsumo para salir a encontrarnos y organizarnos con las y los compañeros agraviados que no han encontrado hasta ahora un referente de lucha.
Los principios del mandar obedeciendo son la semilla de otra política, de otra manera de organizarnos y avanzar juntos, y hacerlos nuestros es un desafío, porque se dicen más fácil de lo que se llevan a la acción y a ser hábito y forma de comportamiento acostumbrado.
Además de organizarnos y salir a encontrar a los demás, que nos hacen falta aquí para luchar juntos, tenemos que construir instrumentos adecuados para ello: medios de comunicación que vayan más allá de la web y las redes digitales. Esa sola tarea es difícil porque estamos muy acostumbrados a medios marginales que hasta ahora han cumplido bien la tarea de mantenernos informados entre nosotros, pero nos falta saber comunicarnos con quienes no están acostumbrados a nuestro lenguaje y nuestros modos.
Hace falta que la comunicación del CIG con los nodos de articulación de nuestras redes sea directa, fluida, dinámica, constante; pero también entre nosotros debe ser así: tenemos que constituirnos en un nosotros que se percibe como sujeto colectivo, no solamente solidario sino organizado y que sale en defensa y ayuda de cada uno de los compañeros o compañeras, en lo individual y colectivo.
El tamaño del desafío es enorme, por lo que, si no crecemos pronto, cuantitativa y cualitativamente, no lo lograremos. Tenemos que dar pasos decididos y encontrar nuestra felicidad en el compañerismo y la rebeldía colectiva que no se rinde.
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Fotografía: zapateando