Por Gilberto González Colorado. 2 de Octubre de 2017
¡BUENOS DÍAS XALAPA,
BUENOS DÍAS VERACRUZ,
BUENOS DÍAS MÉXICO!
Buenos días, jóvenes estudiantes normalistas, futuros maestros en cuyas manos estará, en breve, la responsabilidad de preservar en la memoria de las generaciones venideras los hechos históricos que habrán de perfilar los contornos de nuestra conciencia nacional. Compromiso, jóvenes, que no es poca cosa, por la trascendencia que ello entraña; compromiso que deberán de afrontar y deberán de abrasar con toda oportunidad, con todo rigor y con toda la energía que reclama un país de sus educadores, en momentos aciagos como los que hoy se viven debido a las fuerzas desatadas de una naturaleza incontrolable, y en momentos aciagos como los que entonces se vivieron debido a los excesos y a la sevicia de un poder que, al igual que hoy, daba ya muestras inequívocas de un desconocimiento total de las lecciones que la Historia nos brinda para señalarnos cuál tendría que ser el camino a seguir para evitarnos tanto daño, tanta vergüenza y tanto dolor.
Como se ha dicho hasta el cansancio: “Pueblo que ignora su historia es un pueblo condenado a repetir los mismo errores que lo han llevado a su fracaso”.
Nada más ajeno a mis palabras, jóvenes, que hacer en estos momentos de dolor y de angustia un exhorto al encono, al rencor, a la diatriba irresponsable, cuando el país precisa hoy más que nunca de la unidad y de la solidaridad de todos los mexicanos. Por tanto, en absoluto se trata de sembrar odio y amargura en vuestros corazones, ávidos de contar, sí, con una esperanza de luz, ávidos de vislumbrar un horizonte que os brinde seguridades ciertas en medio del ambiente hostil y violento como el que hoy campea en la vida cotidiana de todos nosotros. Nunca nos cansaremos -como corresponde a todo educador- de convocar a la reflexión inteligente y mesurada, a la discusión informada y responsable de las ideas para la toma de las mejores decisiones, aquellas que nos habrán de proporcionar la satisfacción del deber cumplido. Es ese el contexto en el que se inscribe este discurso el cual reconoce que lo que se debe de magnificar es, como siempre, la verdad y no más que la verdad de los hechos de que se trate.
Y es que el emblemático movimiento estudiantil de 1968 que hoy nos convoca es el triste recuerdo de una vergonzosa acción represiva producto del autoritarismo del Estado Mexicano el cual, a fuerza de metralla, acalló los sueños de una buena parte de aquella generación de estudiantes por un país más promisorio, más igualitario y más próspero. La infamia y la cobardía de un sistema terminó por conjurar aquella “amenaza comunista”, como entonces se le tildó a este movimiento, para después pretender echar al olvido aquel vergonzoso crimen de Lesa Patria. Terca como lo es, la memoria colectiva de nuestro pueblo se resistió a ello y dijo un categórico ¡No!.
A partir de entonces, se exigió: ¡Nunca más otro episodio sangriento y cobarde como el del 2 de octubre de aquel fatídico año! Y pronto, al paso de algunos años, como si fuese una bofetada en pleno rostro, la realidad nos dio un mentís cuando, al modo de una fatalidad que se reedita, vendría el año de 2014 acompañado de la trágica desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa! Una vez más fueron los estudiantes el blanco de la sevicia oficial. Y una vez más el pueblo señalaría con sabiduría y dedo de fuego: ¡Fue el estado! Al igual que en 1968 el Estado volvería a evadirse de esos hechos, y volvió a mentir… obsequiándonos ahora con otra más de sus verdades históricas que, a fuerza de ser manidas y repetitivas, hoy ya nadie se las cree. Una vez más, el Estado demostró que no aprendió nada de la Historia inmediata y dejó en entredicho al retórico y endeble Estado de Derecho a causa de los yerros y mentiras de quienes -¡quién lo dijera!- tendrían que ser su garante para refrendarlo con la responsabilidad de sus acciones.
Los mexicanos tenemos memoria: el movimiento estudiantil de 1968 fue un movimiento social de jóvenes: enjundioso, bullicioso, alegre, como lo son todos los jóvenes hacia sus 20 años, en el que además de estudiantes de la UNAM y del IPN participaron con su entusiasmo y su protesta lo mismo profesores que intelectuales que amas de casa, obreros y profesionistas en la CDMX, expresión popular que fue sometida por la represión oficial que culminó con la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, de Santiago Tlatelolco. Lo execrable de este acontecimiento fue la saña con la que se cometió un genocidio con el Ejército Mexicano como mano ejecutora, conjuntamente con el grupo paramilitar denominado “Batallón Olimpia”. Y hay que decirlo con todas sus letras: fue un ataque fraguado por el gobierno mexicano de GDO en contra de los estudiantes, particularmente en contra del CNH, el órgano directriz de aquel movimiento.
No vamos a hacer aquí ni el elogio ni la apología ni la cronología de aquellos hechos. Baste solo con destacar que, so pretexto de una riña entre alumnos de escuelas rivales (Vocacional 5, del IPN Vs. Prepa Isaac Ochoterena, UNAM), afloró la verdadera esencia de un Estado cuyo talante autoritario, hoy como ayer, marcha en sentido opuesto a la vocación democrática de su pueblo, y cuya ferocidad se ha revelado como un exceso que marca el tipo de relación existente entre la clase política y la sociedad civil de nuestros días. Acaso el mejor indicio de ello lo es la respuesta masiva y ejemplar que la sociedad tuvo ante el sismo del pasado 19 de septiembre que una vez más hizo ver torpe y equívoco a la propia autoridad, al propio Estado.
Como un respetuoso homenaje a los estudiantes caídos en aquella fatídica fecha a continuación me referiré a algunos de los nombres y tópicos que le dan identidad al movimiento estudiantil del 68 mexicano:
LOS ANTECEDENTES:
➢ La celebración en México de los Juegos Olímpicos, en octubre de 1968.
➢ Riña estudiantil entre alumnos de la Vocacional 5 y la Prepa I. Ochoterena.
➢ La entrada de la soldadesca a los recintos escolares.
➢ El Pliego Petitorio del CNH.
➢ El ingeniero Raúl Álvarez Garín, el llamado “Líder Puro del Movimiento Estudiantil del 68”.
➢ El bazukazo a la puerta del Colegio de San Ildefonso.
➢ “La Marcha del Silencio” del 1 de agosto (encabezada por el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra).
LAS CONSIGNAS:
➢ “¡La prueba de la Parafina a la Mano Tendida!”
➢ “¡Sal al balcón hocicón!”
➢ “¡Presos políticos, Libertad!” (Homero Campa y Demetrio Vallejo).
➢ Desaparición del Cuerpo de Granaderos. (“¡Mueran Cueto y Mendiolea!”)
LOS HECHOS:
➢ “El Grito de independencia” por Heberto Castillo en el zócalo de la CDMX
➢ Las campanas de la catedral metropolitana a todo vuelo.
➢ La dignidad del Rector Javier Barros Sierra y la Autonomía universitaria
➢ Quema de autobuses
➢ La fatídica “Noche de Tlatelolco”
➢ La Edecán universitaria atravesada por la impúdica bayoneta asesina.
➢ La corresponsal italiana Oriana Falacci, herida en la Plaza de las 3 Culturas.
➢ Los cuerpos tendidos, el silencio, la lluvia cómplice que lavaba la sangre derramada. El rojo, rojo amanecer.
➢ La prisión de Lecumberri. El exilio.
➢ La indignación, la impotencia, la rabia contenida.
➢ El dolor, el dolor, el dolor.
Estimados alumnos, como dice nuestro entrañable poeta M. Benedetti en alguno de
sus poemas: “La memoria está llena de recuerdos.” ¡Prohibido olvidar! Hay olvidos que lastiman, que duelen. El que olvida puede hacerse cómplice de la sin razón. Duele como dolió el silencio de la Normal Veracruzana el pasado 26 de septiembre, justo cuando se cumplían 3 años de la desaparición forzada de los 43 hermanos normalistas de Ayotzinapa. La consigna es no olvidar, no olvidar para evitar que en lo sucesivo experiencias tan dolorosas como las del 2 de octubre y la del 26 de septiembre vuelvan a repetirse. Por ello decimos:
“¡2 de octubre, no se olvida!”,
“¡Ayotzinapa, ni perdón ni olvido!
¡MUCHAS GRACIAS!
Palabras expresadas en el mitin de la conmemoración del 49 aniversario de la masacre del 2 de octubre de 1968 en Xalapa, Ver.